CAPITULO XIII

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Firhat despertó, miró el reloj y eran casi las 10.
No podía seguir así.
Esas cosas que le estaban sucediendo, el no dormir por las noches, el vivir en tensión todo el día, ir de aquí para allá por los pasillos, aunque mas no fuera solo para verla pasar.
Todo aquello tenía que terminar, de uno u otra manera.
Tal vez si fuera un par de meses para la nueva clínica terminaría con esa obsesión que lo estaba enfermando.

Recordó el episodio donde entró al consultorio impetuosamente y no podía creer que hubiera hecho tal cosa.
No quería que le volviera a suceder, sabía con certeza que, por la manera que estaba, en cualquier momento haría algo de lo que se arrepentiría.
Él no era de actuar por impulsos en ningún ámbito de su vida y mucho menos por una mujer. Solo
que cuando vio a Marcos a través de la rendija de la cortina veneciana del consultorio de Martina, un sentimiento desconocido se apoderó de su mente y perdió el control.
Para cuando se dio cuenta lo que había hecho, ya era tarde.

Esa mujer lo estaba volviendo loco, sentía que su día giraba en torno a ella. El mundo que se había creado después de la muerte de Andrea se estaba derrumbando en contra de su voluntad.
Ella había despertado en él sentimientos que estaban dormidos y otros que nunca había conocido jamás.
Se sentía manejado por esos mismos sentimientos y sin control sobre ellos,
en solo un par de meses su mundo se había puesto de cabezas.

Mientras estaba absorto en sus pensamientos, vibró su celular. Era el doctor Hamer, q
uería corroborar datos sobre Martina, pues la quería en su equipo y Pablo no había contestado sus llamadas.

—¡Firhat!, ¿cómo has estado? —preguntó el doctor— hace mucho que no sé nada de ti.

Firhat, imaginando por el lado que venía esta llamada, no fue muy amable, cosa que le extrañó a su interlocutor.
Pues él, a pesar de ser de pocas palabras nunca se había comportado así.

—Bueno —le dijo Hamer—, en definitiva solo quiero saber si la Dra. Slovack es tan competente como dice su currículo, pues la quiero en mi clínica.

Firhat contestó. —
Sí, en realidad lo es, y mucho. Por esa razón no estamos dispuestos a dejarla marchar. Si es necesario renovaremos su contrato con una cifra un poco más elevada, pues se la ha ganado y es parte importante de Alma y Mente.
Te diría que es muy poco probable que se vaya a tu clínica.

Hubo un silencio incómodo y luego de un saludo breve se despidieron.

«¡Carajo!», pensó Firhat, «Qué irresponsable era su mujer ¿Acaso piensa que puede marcharse de un día para el otro y dejar a sus pacientes así sin más? ¡Esa no era la actitud de una buena profesional!».

Su mente pensó de prisa, e
lla se iría y él
apenas se había adaptado a una nueva persona que los ayudaría con todo el trabajo, la perdería como profesional.
Tendría que cambiar de estrategia.
Quizás fuera por él que Martina quería marcharse, sumado a la noche que habían pasado juntos, no ayudaba en lo más mínimo.

«No, no debía marcharse a la nueva clínica», pensó. Debía ser inteligente, pues tenía que reconocer que Martina era una parte importante de Alma y Mente, estaba ayudando mucho.
Además, Pablo no se lo perdonaría.

Tomó el teléfono y la llamó.
Martina vio el número de Firhat en la pantalla de su celular y pensó: «¡Mierda!, ¿ahora que quería?». No tenía ninguna intención de discutir con él. Estaba cansada de esos cruces de palabras continuamente. Aparte, ya se había decido abandonar
Alma y Mente. El doctor Hamer le ofrecía un buen puesto y, sobre todo, sería tratada con respeto. Al fin ya no vería más Firhat.

—Hola —contestó Martina. Escuchó la voz de Firhat, su tono era totalmente diferente y esto le sonaba extraño.

—¿Cómo estás? —preguntó Firhat.

El viaje de MartinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora