CAPITULO XVI

31 7 6
                                    

Fueron a un pub, se sentaron en la barra.
Un grupo de chicas que estaban en una mesa cercana comenzaron a mirarlos y sonreían entre ellas.
Eran dos hombres apuestos, l
lamaban la atención.
Firhat estaba muy sport, se había vestido muy casual e informal.
Unos jeans con una remera blanca y un saco tipo blazer remangado.
Pablo seguía más o menos el mismo estilo y daban una imagen muy masculina.

Pablo comenzó la conversación hablando de deportes, eran hinchas de diferentes equipos así que cuando se juntaban siempre terminaban peleando un poco en broma y un poco en serio.
Después de algún rato, cuando este tema se agotó, Firhat le preguntó a su cuñado:

—¿Cómo has estado?, la verdad hace mucho que no sé nada de ti.

—Estoy bien —contestó con la mirada baja—.
El tiempo y el trabajo me han ayudado a superar lo que hemos vivido, y comprendí que estoy vivo y debo continuar por mí y por los demás, es momento que retome mi vida y comience a hacer planes para el futro. No puedo parar acá.
A Andrea la llevaré siempre en mi alma y en mi mente, eso nunca saldrá de mí, pero ella ya no está y yo sí —
hizo una pausa y agregó mirando a los ojos a Firhat—. Y tú también, Firhat, debes continuar.

La mirada de Firhat se endureció, miró hacia otro lado y contestó. —
Hazlo tú, yo simplemente no puedo.

—Pero Firhat debes...

Firhat lo interrumpió. —
¡He dicho que no puedo, es que no lo entiendes! y ya no quiero hablar más de esto.
Me alegro que tú puedas. —
Sus ojos húmedos miraron fijamente a Pablo, y con voz de resignación agrego—: Pero yo no puedo.... simplemente no puedo.

—Está bien Firhat, ya no hablaré más. Solo que últimamente me ha dado la sensación de que algo te sucede, pero no sé qué es.
Estas muy cambiante y a veces tus ojos tienen un brillo especial y en ocasiones te he visto sonreír. E
s más, llegué a pensar que quizás había alguna mujer que...

Firhat lo interrumpió de manera muy brusca. —¡
¡No quiero que digas eso nunca más, me entiendes!
¡¿Me entiendes?! —volvió a repetir—.
No quiero que ni siquiera lo insinúes.
No hay nadie en mi vida y nunca lo habrá, no vuelvas a mencionar este tema.

Pablo lo miró fijamente sin responder,
ya conocía a Firhat cuando se ponía así era mejor dejarlo, no le gustaba verlo así.

________

La semana se hizo eterna, los días no tenían sentido, los pasillos de la clínica eran solo eso pasillos,
no conducían a nada,
no se sentían sus pasos, ni su voz ni se escuchaba su nombre,
sus pensamientos viajaban por todo tipo de situaciones.
Había intentado sonsacarle alguna pista a Pablo del paradero de Martina, pero Pablo realmente no sabía nada.
Conversó con Roxana esperando que ella le dijera algo, que le diera algún indicio de donde podía estar.
Inclusive pasó varias veces por su apartamento, las ventanas que daban a la calle siempre se encontraban cerradas, hasta llegó a tocar timbre en el edifico y preguntar al portero por ella, pero nadie sabía nada, era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
Ya hacían dos semanas y no había noticias de ella, pero lo que más le molestaba era que tampoco se había cruzado con Marcos y tampoco quería preguntar a nadie por él.

«Quizás se han ido juntos», pensó.
Tanto le dio vueltas a ese pensamiento que llegó a sentirlo como verdadero.
Esa mañana llegó a las 10:00, ya casi nunca llegaba a las 9:00 como era su costumbre, hacía mucho que ya no era así, pues siempre se desvelaba por las noches y se dormía muy tarde en la madrugada.

Caminaba hacia el patio de la clínica con la mirada baja y de pronto se chocó con Marcos.
Su rostro cambió la expresión que traía, a Marcos le pareció que su encuentro lo alegró.
Firhat se detuvo y lo saludó, esto a Marcos le llamó la atención. Realmente ese hombre era extraño, jamás se había detenido ni siquiera a cruzar dos palabras y de la nada conversó con él de la nueva clínica, de las historias clínicas, de los pacientes, de sus horarios.

El viaje de MartinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora