CAPITULO IX

34 12 13
                                    

Después de la discusión que habían tenido, Firhat y Martina no volvieron a verse por varios días.
Cada uno estaba en su trabajo y por decisión o por casualidad no se habían cruzado.
Ese martes, Pablo ya estaba en su oficina, cuando Firhat llegó.

—Buenos días, señor Firhat —le dijo Roxana apenas él había cruzado la puerta.

—Buenos días —la saludó con su característica seriedad, asintiendo con la cabeza.

Roxana lo miró de reojo, hacía días que Firhat no estaba de buen humor.
—Señor Firhat, el señor Pablo lo espera en su oficina. —le comunicó Roxana.

«Qué extraño, nunca viene tan temprano», pensó Firhat.
Solía pasar por el anexo y cuando no se quedaba allí llegaba más o menos al mediodía.

—Muchas gracias —le dijo a Roxana y se dirigió a la oficina.

Cuando entró, Pablo estaba sentado en el sillón detrás de su escritorio de espaldas a la puerta.
Al sentir que la misma se habría, giro y al ver a Firhat se lo quedó viendo con el ceño fruncido.
Firhat se le acercó.
—Buenos días, cuñado, ¿cómo...
Pablo se paró de golpe y lo miró cortando su saludo con la mirada.

«¿Qué le pasa?», pensó Firhat. Pablo estaba muy serio, algo que no era para nada común en él.

Pablo fue directo al grano.

—Dime una cosa Firhat, ¿recuerdas cuando abrimos la clínica?
¿Recuerdas que los tres nos dijimos, ¿que siempre respetaríamos las opiniones del otro?

—Por supuesto —contesto Firhat—, ¿pero por qué ahora me sales con esto
¿Acaso no he respetado siempre tu opinión?

—Sí, es verdad, pero esta vez creo que no.
Has pasado por encima de mi decisión de la manera más descarada —contestó Pablo tratando de controlar su enojo.
Dime una cosa Firhat, ¿sabes por qué Martina está buscando trabajo en otra clínica? —
Lo miró esperando una respuesta—. Yo creo que, si lo sabes, ¿no es verdad?,
no has dejado de molestarla desde que llegó aquí.

Firhat quedó sorprendido con la pregunta, pero su rostro no cambió en absoluto su expresión.
Y como si lo que dijera Pablo fuera una exageración, contestó tranquilamente.
--
No sabía que la Señorita Slovack quería irse-una sonrisa burlona asomo a sus labios
Sin embargo, al mismo tiempo pensó inquieto.
"pero si ese fuera el caso, ¿cómo es que él no lo sabía y su cuñado sí?
¡Estaba claro! La muy descarada había ido a llorar con su amigo y este le había contado a Pablo.
Así era como jugaba su juego esta mujer.
No podía negar que era muy astuta.
Detrás de esos ojos de niña buena, se escondía una mujer que manejaba a la gente con sus llantitos de víctima.
Luego continuo diciendo

—Mira Pablo, primero que nada en verdad no sabía que ella quería irse . ¿Y segundo, por qué piensas que su decisión tiene algo que ver conmigo?
¿Acaso Marcos te vino con la noticia?
—¡No! --dijo Pablo casi al borde del descontrol.
Marcos no me ha dicho nada.
Me llamó el Dr. Hamer y me ha preguntado sus referencias laborales.
Me ha dicho que Martina había presentado su currículo y había puesto a nuestra clínica como referencia.

Tras esta noticia inesperada Firhat reaccionó de forma brusca.
—Es que tú no sabes —dijo con tono enojado Firhat disparando sus palabras como flechas descontroladas

—¿Qué es lo que no se? —preguntó Pablo, sin quitarle los ojos de encima.

—¡Marcos y esa mujer te han manipulado para poder venirse a esta clínica juntos y tú has caído como un tonto!
¡Ni siquiera la conoces, por Dios! —siguió hablando sin tomar aire para respirar—.
¡¿Por qué la defiendes tanto?!

Al fin lo había dicho, desde que lo descubrió, era veneno en sus venas y ya no podía seguir ocultándolo.
Pablo lo miró tranquilamente y acercándose más de lo normal a su rostro, pregunto indignado.

—Dime Firhat, ¿piensas que soy tonto?
¿Piensas que arriesgaría a la clínica y a mis pacientes trayendo a alguien a quien desconozco?
Firhat lo miraba sin comprender.

—Es que tu no entiendes, - Pablo con los ojos llenos de lágrimas agrego-- ¡fue Andrea quien la eligió antes de su muerte!

Firhat palideció. ¿Cómo podía ser? Si fuera así, ¿cómo es que él no lo sabía?

Pablo siguió hablando, pero esta vez su tono era el de alguien cansado y sin fuerzas.

—Andrea y yo pensábamos dedicarnos un poco a nuestro matrimonio, a viajar, a disfrutar de una vez la vida, pero para ello primero deberíamos traer a alguien con experiencia, para que trabajara contigo, para que nos remplazara, y tu tuvieras en quien respaldarte.
Ella siempre pensando primero en ti —esbozó una extraña sonrisa que hizo sentir muy mal a Firhat.
Y siguió diciendo—:
Conozco a Marcos desde niños, además estudiamos juntos en la facultad, sé qué clase de persona y profesional es. Después que yo vine a este país, seguimos en contacto y cuando él decidió marcharse de su anterior trabajo, en el cual fue despedido por defender a Martina, fui yo quien le ofrecí que viniera a Alma y mente.

—¡¿Y a ella?! ¿Cómo la conoces a ella?, ¿Cómo sabía Andrea quién era? —esta vez sí levantó la voz.

—Marcos me la había sugerido mucho antes de que yo le propusiera que él viniera para unirse a nuestro equipo, él sabía que Martina siempre tuvo idea de trabajar en el exterior y le pareció una buena idea. A
demás, si te hubieras dedicado un poco más a tu trabajo, antes de la muerte de Andrea, en vez de andar...—
Se detuvo, no quería herir a su cuñado, esa no era su intención.
Después de una pausa que usó para calmarse continuó—:
sabrías que Martina ha sido una profesional destacada en psicología clínica, además, tiene bastos conocimiento en enfermedades como depresión e intentos de suicidios.
Andrea estudio un tiempo sus referencias y su trayectoria, pero nunca llegó a contactarla —
Pablo bajó la mirada—.
Y después.... sucedió.

Ya no quiso seguir hablando.
Firhat se dejó caer sobre la silla de Pablo, apoyó su espalda en el respaldo y quedó así por unos momentos, mirando hacia afuera con la mirada congelada a través del ventanal que daba a la calle.

Luego de unos minutos Firhat se levantó y miró a su cuñado.
Al fin habló—:
Escucha Pablo, nunca hemos discutido y no lo haré ahora, y mucho menos por alguien que no me interesa en absoluto.
¡Que haga lo que quiera, si quiere irse pues que lo haga!
Yo no voy a ser quien la detenga. Hazlo tú si tanto te interesa.
Fin de la discusión. Te veré más tarde.
Salió sin más.
Parecía que todo aquello no le había afectado en lo más mínimo, pero la verdad era que había quedado destrozado como nunca antes.
Cuando llegó a su oficina, cerró la puerta y se desplomó en el sillón.
Esa mujer solo había traído problemas desde que llegó.
Sería mejor que se marchara y que todo volviera a ser como antes.
Él mismo buscaría a alguien que la remplazara y todo volvería a la normalidad.

Si llegaste hasta aquí y te ha gustado ,te agradecería me dejaras tu voto o algún comentario .
Gracias!!!🥰🥰

El viaje de MartinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora