CAPITULO XIV

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Eran las 20:30 del sábado.
Desde el día anterior en el cual había discutido con Martina se había ido derecho a su apartamento y ya no había salido más.
No había vuelto a la clínica ni se había contactado para nada.
Se había pasado el día sentado en el sofá, de a ratos se levantaba e iba y venía por el living rumiando una y otra vez lo sucedido.
Ella tenía razón en querer irse, pero no podía dejarla marchar, no quería,
no podía dejar de verla, cada día necesitaba más su presencia.
Ella se había vuelto su nuevo mundo. Uno en el que vibraba y sentía, uno en el que sus sentimientos habían despertado.
Para colmo de males, se dio cuenta que hacía un par de días no se había acordado de Andrea, esto lo lleno de culpa. Sintió que h
asta eso le había hecho la llegada de esta chica, olvidar a su propia hermana muerta.
...
Miró el reloj, eran casi las 20:00 horas. Realmente no quería ir a esa fiesta, pero no podía fallarle a Marta,
ella había organizado una gran fiesta por motivo de su aniversario y lo había invitado muy especialmente.
Estaba tan feliz por ella,
Marta había cambiado mucho.
Era más alegre y con grandes proyectos, tanto así que habían decidido ella y su marido tener un hijo.
No quiso pensar en ello, pero sabía que Martina era en gran parte la responsable de ese cambio.
Martina..., pronunció su nombre mentalmente,
se recostó en la cama, colocó sus manos bajo la cabeza y mirando el vacío comenzó a recordar aquella noche. ¡
¡Cómo deseaba repetirla! Volver a sentir el calor de su piel, el roce de su cabello en su rostro, su voz suave y seductora.
Al recordar aquel encuentro su piel se erizó y su cuerpo acompañó ese recuerdo con ardor.

Después de ducharse y enfriar sus pensamientos, se vistió. Se puso un traje gris acompañado de una camisa blanca y una corbata negra con delicados detalles en gris plata.
Realmente era un hombre llamativo y todo en él era muy masculino y varonil.
Llegó al salón a las 21:00 horas, pues la pareja entraría 21:30 y se suponía que todos la recibirían entre aplausos y un vals, el cual bailarían juntos como recién casados. Eso había sido idea de la hermana de Marta que estaba más que feliz de verla nuevamente sonreír.

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Aparcó el auto en el estacionamiento del salón y comenzó a caminar hacia la puerta principal.
Cuando estaba subiendo las escaleras alguien le tocó el hombro para saludarlo y él giro la cabeza hacia atrás para ver de quién se trataba.
Fue ahí cuando un auto rojo llamó su atención, era el auto de Marcos;
este bajó y se dirigió al lado del acompañante, abrió ceremoniosamente la puerta y ahí fue cuando la vio.
Martina vestía un espectacular vestido rojo corte sirena con delicados tirantes hechos con pequeñas piedras doradas. D
escendió del automóvil con elegancia.
Tenía el cabello recogido en un moño flojo del cual caían algunos finos mechones de forma casual.
Firhat quedó atónito, el hombre que vino a saludarlo hablaba sin cesar, pero él ni siquiera había escuchado de quién se trataba y tampoco le importaba,
estaba totalmente perdido en aquella imagen.
Realmente sintió que su corazón daba un vuelco y aceleraba sus latidos.
No podía quitarle los ojos de encima.

Mientras tanto Marcos se despidió de Martina y esta siguió rumbo a la entrada del salón.
Firhat se despidió del hombre y entró de prisa.
Una chica que estaba en la puerta le señaló su mesa.
Firhat llegó a la misma y saludó uno por uno a los demás invitados con quien compartiría la mesa.
Cuando terminaron los saludos y se acomodó en su asiento comenzó a buscar a Martina con la mirada.
No la veía por ningún lado.

En ese momento
la señora que estaba a su lado comenzó a hacerle preguntas.
—¿Es usted familiar de Marta o Danilo? —preguntó curiosa.

Él contó por cortesía brevemente su relación con el matrimonio
y en ese momento escuchó la voz de la chica de la entrada.

—Su mesa es esta, señorita —Le corrió la silla y Martina tomó asiento.

Luego comenzó a preguntar uno a uno qué deseaban beber.
Cuando Firhat giró la cabeza para contestar vio con asombro a Martina sentada a su lado.
Ella se percató de su presencia y palideció, los demás invitados sorprendidos miraban sin entender que sucedía.
Ella reaccionó enseguida, él inclinó la cabeza saludando con una sonrisa un poco forzada pues aún no salía de su asombro.
La misma señora curiosa que había preguntado a Firhat su relación con el matrimonio, preguntó ahora.

El viaje de MartinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora