Se abrió el ascensor y se dirigieron a la puerta de su apartamento.
Ella colocó la llave en la cerradura y abrió.
Sin saber la razón, se encontró diciendo:—Voy a prepararme un café. ¿Quieres uno?
Firhat no salía de su asombro. Nunca en estos meses que se conocían, habían tenido un trato tan tranquilo y normal.
La miró dulcemente. ¿
¿Por qué me haces esto?, se preguntó Firhat en silencio, y pensó: «Ya no puedo resistirme más a ti».
Ya no podía controlar más lo que sentía, estaba embelesado con su imagen.
Ella no era consciente de lo hermosa que se veía, siendo así tan... ella.
Entraron, Martina dejó sus cosas sobre una mesita ratona que estaba al lado de la puerta de entrada y se quitó los zapatos.
Enseguida se dirigió a la cocina, se lavó las manos y comenzó a preparar el café. É
l sentado en la sala, miraba todo lo que había en ella.
Intentaba de ese modo poder ver algo que le hablara un poco de su intimidad, de su vida antes de conocerla.
La casa tenía calor de hogar, era pequeña pero acogedora.
Una foto sobre un estante en la pared, llamó su atención. Era Martina con un chico y una chica de su edad.
Parecía una foto de los tiempos de secundaria.
Luego había otra, en la que ella se encontraba vestida de bailarina, parecía estar en un concurso o algo así. En ella Martina tendría más o menos unos 25 años.
Siempre había sido hermosa. Su sonrisa iluminaba todo.
Aunque para ser sincero, nunca la había visto sonreírle a él directamente.
Pero eso era obvio, pues su relación desde el principio nunca fue muy cordial.Martina llegó llevando las dos tazas de café.
Le dio una a Firhat y se sentó en el sillón pequeño, que se encontraba frente a él.—Perdóname, te hice perder la reunión, lo lamento, en realidad no era necesario que me trajeras.
—Lo sé —contestó Firhat—, pero yo quería hacerlo, me preocupaba que anduvieras sola tan tarde en la noche.
—Te lo agradezco —contestó Martina.
Tomaron el café en silencio, cada tanto sus miradas se cruzaban sin quererlo.
—Sabes Firhat, he decidido quedarme en la clínica y me gustaría que comenzáramos a
llevarnos mejor. —
Luego de decir esto, lo miró de manera muy dulce y agregó—:
Nunca quise ocupar el lugar de Andrea, y jamás lo pretendería, pero necesito que me aceptes, por ti, por mí, por nuestros pacientes, ellos nos necesitan.Él la miró en silencio, sus ojos habían cambiado; la oscuridad por una luz que iluminada todo, fue entonces cuando aceptó lo que sentía y pensó: «
¡Yo también te necesito, no puedes imaginarte cuánto!».
La miraba fijamente.
Martina también lo miraba, pero no entendía su mirada.
¿Acaso eso era un «estoy de acuerdo» o era «un nunca te aceptaré»?.
Martina terminó su café y dejó la taza sobre la mesita del living, luego de esto, se recostó en el sofá y siguió con su monólogo, ya que él no decía una palabra.
Estaba totalmente anonadado.—Firhat, yo te entiendo, sé lo que has sufrido, yo sé lo que amabas a Andrea, pero tu vida continúa y puedes rehacerla, formar una familia tener hijos.
Firhat se paró de forma brusca.
—¡No quiero que me digan que me entienden, no pueden! Nadie puede.
Mi hermana era única, ella me cuidó cuando mis padres murieron, ella me hizo ser quien soy. —Apretó los puños
— ¡No soporto su ausencia, ella era todo para mí, la extraño tanto!Martina lo miraba sin decir palabra.
Esa descarga emocional que Firhat estaba haciendo, era lo que debía
Haber hecho hace mucho tiempo.Firhat dijo.
—Es que tú no sabes.— ¿Qué es lo que no sé? —preguntó Martina—, explícame, para poder así entenderte.
—No sabes nada de mí, no puedes hablar así, como si todo fuera tan sencillo, como si no hubiera pasado nada.
Perdí a mi hermana, me quedé solo, ella era además mi amiga, y yo no la escuché, y ella está muerta, por mi culpa. —Sus ojos se nublaron
— ¡¿Entiendes, puedes entender eso?!, no sabes lo que siento, ¡ni siquiera te imaginas con el sentimiento de culpa con la que convivo día y noche!
Yo no tengo derecho a ser feliz, no tengo derecho ni siquiera a pensarlo. —
Bajo la mirada y agregó con dolor—: Andrea me pidió ayuda y yo ocupado en mis cosas, en mi egoísmo, no supe escuchar su dolor —
Se dio vuelta y le dio la espalda.
De pronto volvió a ponerse de frente y mirándola fijamente con un dolor que lastimaba a quien lo viera agregó—: Tú no eres nadie para meterte en mi vida, no es asunto tuyo!
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El viaje de Martina
RomanceEl viaje de Martina,es una novela romántica,que muestra el cambio que puede hacer el amor de una chica arriesgada,en un hombre que creía haber perdido todo. Una novela de naturaleza romántica, sencilla y corta Ideal para el lector que le gusta soña...