𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲 - 𝖼𝗅𝖺𝗋𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝗎𝗇𝖺

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Me levanto, ducho y al terminar de vestirme bajo las escaleras, hay una nota en la mesa que es de Charlie, nos avisa que tardará en su trabajo

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Me levanto, ducho y al terminar de vestirme bajo las escaleras, hay una nota en la mesa que es de Charlie, nos avisa que tardará en su trabajo. Escucho el rugir de un motor, salgo de la casa y veo a Bella irse en la camioneta, ahora me siento más airada que triste. Envié un mensaje a Edward y después de unos minutos llegó, por instantes iba a mencionar lo veloz que fue, pero recordé a Port Angels y no quise alabar su pie pesado en el acelerador.

—Esa vez estaba enojado por lo que vi en sus mentes —confesó, me subí al auto y el condujo.

—Ajá, de todas formas, sigo preguntándome quien te regaló esa licencia —él ríe, tiene lentes oscuros y yo me asomé para ver el cielo nublado, fruncí el entrecejo.

¿Por qué tiene lentes, si no hay sol?

—Sólo es adorno —dice, me río. Se siente mejor el viaje al instituto con Edward que con Bella. Edward se estaciona y sale primero, lo veo cruzar hasta mi puerta y abrirla.

—Que caballero — musite, salí del auto y Edward cerró la puerta.

—Pueden pasar los años, pero la educación no la olvido —dice al sonreír, comenzamos a caminar para ingresar al instituto y es entonces que me doy cuenta de que todos los estudiantes nos observan.

—¿Tengo el cabello despeinado? —pregunté, Edward río y pasó su brazo sobre mis hombros.

—Nah, les gusta el chisme, es todo —me dice, reímos y de reojo vi a Bella mirándome irritada, desvíe rápido la mirada y seguí caminando junto a Edward.





Los días pasaron, Edward me venía a buscar y a dejar todos los días de clases, incluso ahora me sentaba junto a él en el almuerzo. Bella seguía ignorándome y Charlie ha estado ocupado rastreando a la bestia que mata a los civiles.

—¿Estás nerviosa? —me pregunta Edward al conducir, hoy es domingo y Edward me invitó a su casa, ya sabía dónde estaba, pero nunca entré. En mi sueño recuerdo que es un buen lugar y Edward me evitará la incomodidad.

—Sabes que sí —le digo al verlo, tengo el cinturón abrochado, pero ya me acostumbré a la manera loca de conducir de Edward—. Rosalie me odiará, Alice posiblemente quiera ser mi amiga, Jasper luchará con su sed y Esme, ella me agrada mucho —Edward ríe.

—Claro, entonces debemos saltarnos las presentaciones, los conoces a todos.

—No. El que yo los conozca no significa que ellos me conozcan, o que les agrade —confieso, se supone que en mi visión era Bella quien estaba junto a Edward, yo nunca estuve ¿o sí?

—Alice a veces tiene premoniciones, pero el futuro cambia, además no son tan a futuro —dice al verme.

—Es verdad, no entiendo por qué tuve ese sueño extraño, ni siquiera puedo explicarlo —el auto se detiene, Edward sale y abre mi puerta, veo la casa de los Cullen y ahora que la aprecio mejor, es muy hermosa.

—Vamos —dice Edward, sonrío e ingresamos a la casa, me quito la chaqueta que llevaba y él se quita igualmente su chaqueta, avanzamos y no puedo evitar admirar mi entorno, es tal cual lo recuerdo, o lo vi, pero ahora siento que puedo tocarlo y es real, mi realidad.

—Les dije que no hicieran esto —dice Edward, escucho de fondo una música de ópera, es italiana creo. Ah, claro, el chiste de: se llama Venecia, hagamos comida italiana.

—No, creo que —siento un olor a carne friéndose junto a unos condimentos, es delicioso, casi irreal—, que bien huele —digo, seguimos avanzando y veo una cocina, están los Cullen ahí.

—Stella, preparamos comida italiana para ti —dice una mujer de cabello castaño, sus ojos dorados hacían destacar las facciones de su rostro, era hermosa y la identifico de inmediato.

—Stella, te presento a mi madre Esme —le sonrío.

—Piacere di conoscerti —le digo, lo admito tengo parientes italianos, pero eso no explica la obsesión de mi madre de nombrar a sus hijas con nombres italianos.

—Altrettanto —me responde Esme con una amplia sonrisa.

—Nos diste una razón para usar la cocina por primera vez —Dice Carlisle. Doy un codazo a Edward, dudo que le duela o lo sienta, pero me vio, sonrío a Esme y avanzo por la cocina al ver lo que preparan los Cullen.

—Se ve y huele estupendo —digo— ¿seguro que no lo han hecho antes?

—No, pero es bueno que te guste —Carlisle me ofrece un tenedor, lo acepto y pincho un pedazo de carne, me lo llevo a la boca y el sabor se siente tan suave, hace que pueda masticarlo bien. Lo trago y asiento con la cabeza.

—Está muy bueno, enserio —Esme se ve emocionada y Edward a distancia hace una mueca.

—Bien, ¿Quieres comer? —preguntó Esme, sonrío al oírla. La verdad es raro comer frente a seres que no comen, me dará algo.

—Creo que quiere para llevar, a Charlie le hará mucha ilusión comer esto —doce Edward al verme, sonrío al asentirle a Esme.

—Oh, bien, entonces te lo daré en un envase para que lo lleves y cenes junto a tu hermana y Charlie —dice Esme al sonreírme.

—Gracias, él amará la comida —le digo, ella sonríe y a su lado llega Carlisle, me acerco a Edward, iba a despedirme cuando escucho un rechinar y veo la ventana, Alice aparece junto con Jasper, había olvidado a Jasper.

—Hola Stella —dice Alice, se acerca y me da un abrazo, cuando se distancia me sonríe-, seremos grandes amigas.

—Oh, bien —digo, Edward se ve como si quisiera salir corriendo. Carlisle carraspea la garganta y todos ven a Jasper.

—Perdona, Jasper recién se convirtió en vegetariano —miro a Edward al oír a Carlisle—. Es algo difícil para él.

—Es un placer —dice Jasper, siento que tiene la boca apretada para no querer arrancarme la cabeza.

—Tranquilo Jasper, no la lastimarás —comenta Alice al ver a Jasper, yo estiro mi mano y tomo la mano de Edward, él asiente.

—Voy a llevarte a ver el resto de la casa —dice Edward al sostener mi mano.

—Es un gusto —dice Alice cuando me estoy yendo, subimos las escaleras.

—¿En verdad no tenías hambre o solo te sentiste presionada? —me pregunta Edward, me giro para verlo unos escalones detrás de mí.

—Mi abuela paterna me enseñó que no hay que rechazar la comida, además, cocinaron muy bien —digo al sonreír, seguimos avanzando y vi los gorros de graduación—. La broma familiar ¿no?

—Sí —dice al sonreír, seguimos avanzando y doblando a la derecha hay una habitación—. Esta es mi habitación.

Veo una habitación con un gran ventanal, los muebles tienen varios CDs y una radio para reproducirlos, hay discos, caset y hasta puedo distinguir el paso del tiempo de los sesenta a los dos mil.

—Es mucha música —confieso, me acerco a la radio y doy play, una melodía armoniosa de un piano tocando se oye, es relajante.

—Es claro de luna —dice al ver la radio y después a mí. Edward me acerca y toca mi mano, nuevamente siento su tacto, su piel es fría, pero no incomoda, con su otra mano toca mi cintura y me atrae a él, veo sus ojos dorados, son hermosos. Se mueve un poco, siento que es como volver a las clases de Ballet que Renée me hizo tomar de niña, Edward alza la mano y me hace dar una vuelta, vuelvo a mi posición anterior y estando más cerca de lo que estuve antes él baja lentamente su rostro, junta sus labios con los míos, se separa unos instantes y me ve, quiero besarlo más, pero sé que podría perder el control y se odiaría a sí mismo, así que me conformo con aquel dulce beso.

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 - Parte unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora