𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 - 𝖩𝖺𝖼𝗈𝖻

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Me levanto y visto, Charlie ya se fue a trabajar, así que la rutina diaria es ir al instituto junto a Bella, salir un poco con Edward, conversar y volver a casa a las ocho, pero cuando llegamos al instituto, Edward no estaba en ningún lado

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Me levanto y visto, Charlie ya se fue a trabajar, así que la rutina diaria es ir al instituto junto a Bella, salir un poco con Edward, conversar y volver a casa a las ocho, pero cuando llegamos al instituto, Edward no estaba en ningún lado. Miré mi celular cuando las clases terminaron, todas las horas de clases pensé en llamar o enviarle un mensaje a Edward, pero algo me decía que no contestaría, suspiré por esa vocecita en mi cabeza. Bella subió a la camioneta y conduje hasta la casa.

—¿Estás bien? —me pregunta, la veo de reojo y asiento.

—Sí, ¿por qué?

—Pensé que Edward y tú se habían peleado quizás.

—No, sólo tenía algo que hacer con su familia —le dije, creo que me oí convincente, porque no preguntó más. Me estacioné frente a la casa y Bella bajó.

—¿Vas a salir? —me preguntó al verme aun sobre la camioneta.

—Sí, volveré después, tranquila —dije, ella asintió y se adentró a la casa, yo di una marcha y conduje hasta la Push. Me estacioné cerca de la casa de Jacob y lo vi más allá en su taller, estaba moviendo unos neumáticos lo suficientemente pesados como para ocupar maquinaria, pero él solo los tomaba y al hombro.

—Hola —digo, suelta el neumático que tenía en el hombro y este da leves botes antes de caer completamente en el suelo.

—Hola —me responde algo sorprendido. Sonrío.

—Charlie me dijo de tu regalo, y bueno, quise venir a agradecértelo, y de paso me gustaría admirar el paisaje —dije al ver a mi alrededor—, quizás la playa, no conozco más allá.

—Mm, ¿entonces vienes a pasear? —me pregunta, veo una sonría en su rostro y asiento.

—Vale, creo que hay mejores lugares que sólo ver la playa —dice—, ¿te gustaría que te guíe?

—Claro, será divertido.

—Bien, espérame y ya salgo —Jacob se adentró a su casa corriendo, yo subí a la camioneta y probé el equipo de sonido, la verdad, se escucha bastante bien.

—Ya estoy listo —dice Jacob al subir a la camioneta, tiene su cabello húmedo, con pocas gotas que caen de él, lleva una chaqueta en mano y sonríe.

—Guíame —digo. Jacob me fue señalando por la carretera y algunas rutas, todo el mar y la playa eran nuestro paisaje, al avanzar vi un acantilado que daba al mar, al menos era de quince metros de alto y había personas sin camiseta sobre este. El grupo lanza a uno y me orillo, veo que celebran de cierta manera, a gritos de felicidad.

—Es Sam Uley y su grupito —dice Jacob, me bajo de la camioneta y Jacob atrás de mí, camino al otro lado de la carretera y veo mejor el mar y quienes saltaban—. Ellos saltan acantilados. Da miedo, pero es excitante.

—Eso parece más suicida que excitante —digo, Jacob ríe.

—Nosotros saltamos desde más abajo —dice Jacob, por instantes me quedé mirando el acantilado, sentí tener un déjà vu, una visión ¿quizás? Pero ¿quién es la que salta de ahí? ¿Fue Bella? ¿O simplemente yo? Aun así, no lo recuerdo del todo. Pestañeo varias veces para volver y escuchar a Jacob hablar—. Siempre dejamos las payasadas a Sam y sus discípulos.

—¿No te agrada? —le pregunto, Jacob lame sus labios, pero me mira.

—No lo sé, se sienten los dueños del lugar. Mis amigos se quejaban de ellos, llamándolos "vigilantes con esteroides", pero después de faltar a clase empezaron a seguir a Sam como si fuesen perritos —Jacob me mira— Sam siempre me mira con desdén, como esperando por mi o algo así.

—No le hagas caso, no dejes de ser tú mismo —digo, Jacob asiente y vuelvo a mirar el acantilado.

—Vamos, aun no ves ni la mitad —dice Jacob, subimos a la camioneta y conduje por donde me decía, el paisaje de los bosques y las cabañas era diferente, esta área era más verdosa y llena de vida, en verdad me hizo sentir mejor. Regresando a casa llegué algo más tarde de lo normal, pero le comenté a Charlie que fui con Jacob a agradecerle el regalo. Fui a mi habitación y me cambié, con el pijama puesto me dormí profundamente.

Abrí mis ojos, estoy en el bosque, me duele el cuello y la mano me arde, veo mi mano y estoy sangrando, es una herida profunda, quizás necesite puntos. Me levanté y sentí un leve mareo, veo que a mi lado hay una carretera y del otro lado el bosque, lo ideal sería caminar por la carretera, pero no sé por qué me adentre al bosque. Avance hasta llegar a un pastizal despejado, la hierba del suelo es dorada y se mueve con el viento, algunos rayos del sol atraviesan las nubes y pese a que el paisaje se ve muy pacifico, tengo miedo. Un hombre aparece frente a mí, no logro verle el rostro porque la luz hace que su piel brille demasiado, pero no es bueno, no es uno de los vampiros que conozco. Corro de él, pero mi cuerpo se mueve en cámara lenta, quiero decirle que se aleje, pero mis labios están adormecidos, mi respiración se acelera y siendo desesperación, una muy grande.

Veo su mano en mi hombro, ya me alcanzó. No logro ver bien sus facciones, pero sí vi sus ojos rojos, grité, di en mayor grito de mi vida.

—¡STELLA! —Abro los ojos y Charlie me ve asustado, la luz de la habitación está prendida y por la ventana abierta veo que aún está oscuro, respiro lento y siento como mi corazón golpea mi pecho.

—Papá —digo llorando cuando él me abraza.

—Tranquila ¿qué sucedió? —me pregunta, veo a Bella ingresar a la habitación y observarme, se acerca a mí del otro lado de la cama y me acomoda el cabello detrás de las orejas, despejando mi rostro.

—Una pesadilla —digo cuando calme mi corazón, Charlie se aparta un poco y puedo verlo frustrado.

—¿Quizás tienes mucho estrés? —me pregunta, asentí, no podía comentarle ni a Bella ni a él los sueños que tenía.

—Ya estoy mejor papá, Bella, gracias —digo, Charlie duda, pero me deja y Bella igual sale de la habitación. Me quedé unos instantes esperando la aparición de Edward, pero nunca llegó, mis lágrimas caían y entonces lo vi, como si fuese una película que tenido que vivir.

La luz atravesaba las hojas del bosque, pero no llegaban a tocar fondo, Edward aún vestía el traje que usó para mí cumpleaños, entonces con un rostro sin expresión se despidió.

No volverá.

Tomé mi libreta, hace meses que no la sacaba, pasé hoja tras hoja y llegué a la parte donde Edward se iba. Él había hecho una promesa, la de nunca volver. Esa noche me levanté y escribí todo lo que veía, porque ahora no iba a recordarlo, voy a obligarme a olvidarlo si Edward está cerca. Tras un movimiento brusco veo que el álbum que recibí de regalo se cayó al suelo, se abrió en la página donde estaba la imagen mía y de Edward, la sostuve unos instantes y prendí el laptop, todo lo que hacía era tener movimientos, mi mente parecía no darme tiempo de procesar mis acciones.

Las horas pasaron y la luz del día salió. 

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 - Parte unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora