𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲 - 𝖽𝗈𝗅𝗈𝗋

6.2K 663 7
                                    

Abro mis ojos, estoy en el bosque, hace frío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro mis ojos, estoy en el bosque, hace frío. Frunzo el entrecejo y veo a mi alrededor, mi ropa está llena de tierra, mis vans son cafés por el barro, mi cabello está lleno de hojas, pasto y más tierra, me levanto, pero siento un dolor en mi pie izquierdo. Hago una mueca cuando logré sentarme, apoyé mi espalda en las paredes de raíces y vi él cielo. La luz del día se estaba desvaneciendo y la noche pronto me alcanzaría, respiro profundamente y me obligo a levantarme.

—Las raíces servirán —dije entre dientes, aunque el pie me dolía debía forzarme a usarlo para escalar y salir. Cuando por fin salí, ya era de noche, mis manos temblaban y vi que las tenía todas heridas.

—Stella —levanto mi vista y veo a un chico de shorts y sin camisa. Se acerca y me examina con la mirada.

Sam Uley.

—¿Sam? —le pregunté— ¿Esto es un sueño? —él negó.

—Charlie te está buscando —frunce el entrecejo al ver mi pie—. Ven, yo te ayudo.

—Gracias —digo, el chico me toma en brazos y camina.

—¿Es por aquí? —pregunté, él asintió— ¿no tienes frío? —Sam me miró algo sorprendido, quizás por tantas preguntas que hago, pero estoy aturdida, algo pasó y tengo miedo de recordar, así que me distraigo.

—Un médico debería ver tu pie —dice Sam, después solo hay silencio, me carga hasta salir del bosque, veo entonces a Charlie con un mapa en el capo de su patrulla, junto a él se veían más personas, vecinos y amigos que quizás iban a ayudarlo a buscarme. Charlie se acerca a mí y me abraza.

—Stella, ¿estás bien? —me pregunta, casi puedo ver que llora.

—Sí, yo, me caí en el bosque—digo, Charlie acaricia mi cabello y pide ver un brillo de ira asomarse en sus ojos.

No tengo permitido ir al bosque y ahora menos.

—Tranquila, ya veremos eso —los ojos de Charlie ven a Sam y le sonríe leve—, gracias.

Fuimos a urgencias, ahí me hicieron una radiografía y me vendaron el pie, resulta ser un simple esguince, si no muevo el pie por una o dos semanas me recuperaré rápido. Volvimos a casa y con las muletas que anteriormente uso Bella, me ayudé para ducharme y cambiarme al pijama, me costó mucho, pero lo logré. Al ir a mi habitación y acostarme Charlie dio leves toques a mi puerta y se adentró.

—El Dr. dijo que puede doler, así que recetó esto —dice, se acerca a mí y me da una pastilla blanca junto a un vaso de agua—. Esto es para dormir bien, y que el dolor no te moleste.

—Gracias —digo, tomo la pastilla y bebo el agua, me acomodo en mi cama y Charlie se queda conmigo.

—Stella —oh no, el regaño—, sabes que nunca he puesto oposición a tus acciones, siempre fuiste buena y obediente, ni siquiera fui capaz de verte con la mirada regañadora.

—Pero.

—Lo que hiciste, ir al bosque y caerte, ¿qué hubiese pasado si caes y te quiebras el cuello? —Oh, le dije eso mismo a Edward.

—Papá —mis ojos se inundan de lágrimas, lo veo borroso y tengo unas ganas de gritar—. Fui al bosque porque ahí estaba Edward, hablamos —el nudo en mi garganta de nuevo—, y terminó conmigo.

—Oh —dice, ahora lo veo mejor, ya que las lágrimas sólo caen—. Mi pequeña, a veces quienes amamos nos dejan, pero no significa que, de derrumbes, levántate y continúa —dice al abrazarme, quise preguntar lo obvio; ¿esas palabras te dijiste cuando Renée se fue?, pero en vez de eso sólo lo abracé en silencio. Charlie se fue cuando notó que estaba adormilada, así que sólo vi la puerta cerrarse y toda luz de la habitación apagarse, mis ojos se cierran.

Las olas chocan agresivamente contra el acantilado de la Push, estoy en la orilla viendo aquello. Mis cabellos se mueven por el viento y me despejan la vista para girar a ver la carretera, una motocicleta aparece y dos personas sobre este, se detiene a la distancia y veo a Jacob conducir y Bella atrás gritando mi nombre.

Yo igual quiero una motocicleta.

La cara llena de pánico de Bella me hace sentir que hay algo detrás de mí, no quiero girarme, no tengo esa necesidad.

—Stella —inhalo y giro lentamente mi cuerpo y rostro para ver quién me llama, es raro, pero veo doble, veo a Victoria, sus cabellos rojos y ondeados, su rostro pálido y sus ojos rojos viste de negro. Y al mismo tiempo veo a Laurent, su cabello negro, tez oscura sin vida y ojos rojos, están como en el mismo cuerpo y me sonríen mostrando los dientes.

Así que estoy en dos opciones, saltar del abismo y morir, o que ellos me drenen y morir.

Oh, que buenas opciones.

—No —digo al verlos—, no les entregaré mi vida ni el placer de acabarla —corro al acantilado y salto. Inhale lo más que pude antes de caer, pero no sé nadar, así que sólo hice que sea más difícil morir ahogada. Mi cuerpo parece pesado, no quiero esforzarme en salir, porque no podré hacerlo, me hundo cada segundo más y mis pulmones me exigen aire, duele mucho mi pecho.

El aire comienza a salir y el palpitar de mi corazón va disminuyendo, disminuye tanto que me doy cuenta de que tengo miedo.

No quiero, ni puedo morir.

Por favor, ayuda.

Edward.

Gimo de dolor, y grito, las burbujas salen y ahí va el aire que guardaba mis pulmones.

—¡Stella! —abrí los ojos y me levanté de un salto, respiré una y otra vez para llenar mis pulmones de aire, lloré ante la sensación de casi morir y estaba temblando por sentir que el sueño se sentía tan real.

—Esto no es bueno, estabas durmiendo sobre tu pie, tuviste una pesadilla —dice Bella, quito las tapas y mi pie que estaba afuera ahora está enredado en las sábanas, casi estrangulándose. Charlie me ayuda a quitar las sábanas y bella trae una silla para que lo deje afuera—, como es sábado dormiré contigo, así que hazte a un lado, evitare que te muevas.

—¿Segura que sólo fue el pie? —pregunta Charlie preocupado.

—Sí, me pasó una vez en el hospital, la enfermera dijo que tengo sensible esa área y el cerebro te hace tener pesadilla para darte cuenta de que estás dañándote —dice Bella, Charlie suspira y asiente, se va y Bella se acomoda a mi lado— ¿me dirás que sucede o adivino?

—Edward me dejó —le dije, Bella se mantuvo en silencio, pero tomó mi mano y la entrelazamos. Cuando éramos niñas hacíamos esto para demostrar apoyo a la otra, en casos de sacar una mala nota Bella se deprimía demacrado, y nunca le gustó mucho el contacto humano, así que lo máximo que hacíamos era entrelazar las manos y estar una junto a la otra, mirábamos el cielo de la habitación y hablábamos de lo que nos sucedía, cosas de mellizas supongo.

No somos iguales, pero siempre estamos juntas.

—Me dijo que somos de mundos diferentes, que no pertenezco a su lado, en palabras simples —sonreí sin gracia, pero como la luz está apagada, dudo que me vea.

—¿Y te echaras a morir? —dice, fruncí el entrecejo— Stella, llora, saca todo de tu interior y sigue viviendo, porque al final, lo que me sucedió en Phoenix solo demuestra que a ti podría pasarte algo peor.

El mismo pensamiento de Edward.

¿Será que no veo la vida como ellos? ¿O es que se preocupan por mí en exceso?

—Vale, lo haré. 

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 - Parte unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora