𝗼𝗰𝗵𝗼 - 𝖽𝗂𝗏𝗂𝗌𝗂𝗈́𝗇

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—¿Llevan su spray? —nos pregunta Charlie, después de lo de anoche, Charlie decidió darnos un spray a Bella y a mí, esto servirá para defendernos de cualquier agresor que se acerque y si es una bestia como él cree, podría desorientarla

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—¿Llevan su spray? —nos pregunta Charlie, después de lo de anoche, Charlie decidió darnos un spray a Bella y a mí, esto servirá para defendernos de cualquier agresor que se acerque y si es una bestia como él cree, podría desorientarla.

—Sí —digo al mostrar el spray e introducirlo a mi bolso, Bella pasa junto a mí en las escaleras y se ve algo aturdida, como si estuviese en trance—¿Estás bien? —le pregunté, ella asintió, pero era obvio que mentía.

—¿Puedes conducir tu? —fruncí el entrecejo y acepté las llaves que me ofrecía, no podía seguir insistiendo si ella no me quería contar. Nos despedimos de Charlie, subimos a la camioneta y conduje hasta el instituto, cuando me estacioné la mirada de Bella parecía perdida, o eso creí hasta que noté que estaba viendo a Edward a la distancia.

¿Qué le sucede?

Nos bajamos de la camioneta y ella se detuvo, miró algo pensativa a Edward mientras que yo seguí mi camino, no iba a quedarme junto a ella si seguía así.

—Hola —dije al ver a Edward, este se gira y comienza a caminar junto a mí.

—Hola —dice, tiene sus manos en sus bolsillos, yo lo observó bien y entonces recordé algo.

—Tengo una duda —él me mira—¿No usas bolso? ¿Mochila, alguna cartera? —él sonríe.

—No, normalmente dejo mi libreta en los casilleros, así que no tengo necesidad de ocupar uno —me responde.

—Claro, entonces solo te falta aparentar más edad para ser profesor ¿no? —digo, llegamos a su casillero y él saca una libreta con un lapicero.

—Bueno, digamos que es más conveniente asistir como estudiante, así duramos más tiempo sin sospechas—dice.

—No lo sé, no podría —pienso en lo estresante que es el instituto, y ahora pienso en lo desesperante que ha de ser siendo inmortal, yendo una y otra vez, conociendo personas, aguantando sus estados de ánimos y problemas adolescentes.

—No es tan así —me dice, lo miro unos instantes—, cuando eres como yo, esto es casi divertido. Un juego familiar.

—Que entretenido —digo, él sonríe y logré ver su dentadura perfecta.

—Voy a clases, nos vemos después del almuerzo, en Biología —me despido de él y camino a mi sala, pero entonces alguien me sostiene del brazo y me jala, veo que entré a una sala vacía.

—Debes alejarte de él —veo a Bella algo alterada.

—¿Alejarme de quién? —pregunté.

—De Edward Cullen, él no es bueno —me dice, la veo casi temblar.

—Oye, creo que estás enferma, porque deliras —le digo, ella pestañea varias veces e intenta hablar, pero le cuesta, es como si tuviese un ataque.

—No lo entiendes ¿No ves que es raro? —me dice al fin— él supo donde yo estaba en Port Angels, su piel fría, sus ojos que son de color extraño, y su familia que tienen todos el mismo color de ojos.

—Vale, estás paranoica.

—No, el animal que está matando a las personas y se está acercando, todo parece ser obra de un-

—Basta —la interrumpo—, tu absurda paranoia te está haciendo ver como una loca. Solo mírate, estas insinuando que un chico que te salvó la vida ayer es otra cosa —Bella frunce el entrecejo, está enojada.

—Creí que podría confiar en ti, pero veo que no me creerías, aunque te mostrase las pruebas —Bella extiende su mano hacia mi—, dame las llaves.

—¿Qué? —le pregunté sin entender, pero ella repitió lo que me dijo, metí mi mano a mi bolsillo y le pasé la llave de la camioneta— ¿Qué vas a hacer?

—Irme, no aguanto tu falta de comprensión —dice ella al guardar la llave en su bolso.

—No vas a dejarme ¿verdad?

—¿Por qué no? Después de todo nunca te gustó la camioneta —Bella comienza a acercarse a la puerta de la sala, siento que me estoy enojando.

—Si te vas, no te lo perdonaré —una amenaza absurda, pero siempre se lo decía cuando éramos niñas, y ella volvía. Hoy Bella me miró con desprecio.

—Nunca pediría tu perdón —Bella se fue y me quedé paralizada, quieta por largos minutos, el timbre sonó para ingresar a clases, pero aun así no podía moverme, no entiendo que acaba de suceder, siento que perdí algo importante o que simplemente nunca lo tuve. Las clases pasaron, el almuerzo igual y seguí en silencio, hasta que estando en Biología oí la voz de Edward llamándome, recién noté qué ya había llegado a Biología y nos estaban pasando materia.

—¿Estás bien? —pregunta Edward.

—No, siento que me dieron unas buenas cachetadas y peor aún, que me las merezco —digo al anotar en mi libreta lo que aparece en el pizarrón.

—No creo que te lo merezcas, creo que hiciste bien en detener su locura—veo a Edward, sus ojos dorados son profundos, siento una sensación de paz en mi pecho. Un alivio, como si sus palabras solucionaran la guerra que hay en mí.

—Gracias —digo. El profesor empezó a explicar diferentes temas de las células, la verdad me perdí en todo, aun así, cuando acabó me levanté y salí al estacionamiento, tenía la esperanza de que Bella estuviese ahí, pero no estaba. Me sentí como una gata abandonada, comencé a caminar hasta mi casa y el cielo se empezó a nublar más de lo que estaba, algunas gotas cayeron y ahora era una gata bajo la lluvia.

—Genial, al menos no llevo metal, o un rayo me caería seguro —digo con pesimismo mientras camino, veo de reojo algo gris oscuro, lo miro y veo a Edward quien baja su ventanilla.

—Sube —dice, no espere a que insistiera, necesitaba un techo para que no me diese pulmonía.

—Gracias —dije cuando estuve dentro, mi cuerpo no logro mojarse por completo, solo mi cabello—. Bella me abandonó —dije al fin, quizás ya lo sabía, pero quería decirlo en voz alta—, era una gata bajo la lluvia.

—No pensé que fuera tan resentida —dice Edward.

—Yo tampoco —ahora me sentía triste, sentí varias emociones mientras caminaba, vergüenza, tristeza, ira, y ahora pena. El auto se detiene, y veo mi casa—. Gracias —digo al verlo, él me extiende su mano.

—Dame tu celular —me dice.

Hoy todos me piden algo.

Le entrego mi celular y él registra su número, después marca a su celular. Me lo entrega—. Si mañana Bella te quiere abandonar, déjala, porque yo vendré por ti— me quedé unos instantes quieta con el celular en mano— Yo no te abandonaré.   

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 - Parte unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora