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Nuestro inconsciente, en un afán de protegernos frente a situaciones traumáticas que hayamos vivido, bloquea estos recuerdos para evitarnos el sufrimiento diario de revivir el dolor de aquellos momentos

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Nuestro inconsciente, en un afán de protegernos frente a situaciones traumáticas que hayamos vivido, bloquea estos recuerdos para evitarnos el sufrimiento diario de revivir el dolor de aquellos momentos.
Sin embargo, la coyuntura de no recordar estas situaciones traumáticas, no elimina el efecto negativo que aquellos sucesos ocasionaron en nosotros. El dolor, la pena, el miedo o la rabia continúan presentes en nosotros. En nuestro cuerpo, en nuestras emociones, sentimos su acción, su peso, pero no comprendemos su causa, su origen, puesto que lo desconocemos.

Y aún dormida, y aún con sus ojitos cerrados, seguía llorando.

Durmió abrazando la almohada, mojando la tela con sus lágrimas. Suspiré pesadamente. Mi papá rebasó el límite y no se lo pienso perdonar.

Creí que ese tema había sido reprimido o superado por ella, pero, haberla visto ayer en ese estado y que me haya dicho esa confesión, fue el peor golpe que pude recibir.

Mi pequeño cristal fue tocado de una manera tan obscena a su corta edad, cuando aún no podía defenderse por sí misma.

Ahora comprendo muchas cosas. Su comportamiento hacia Getou y hacia mí siempre fue muy distante porque no quería que la tocáramos hasta que, poco a poco, nos fue teniendo confianza y dejaba su vida en nuestras manos cuando teníamos que asistir a una misión que superaba su poder en ese entonces.

Comprendo también que, cuando tomaba su mano o sus mejillas, se sobresaltaba un poco. Comprendo que el día que tuvimos nuestra primera vez... Ella dudaba en sus acciones pero, se sentía cómoda conmigo que, con el pasar de los minutos, dejaba de reprimirse.

Sunmi fue tocada de una manera impura y yo llegué años tarde. Bastante tarde para ayudarla.

Recargué mi cabeza en la cabecera de la cama. Me hubiera gustado haberla conocida desde hace mucho tiempo y así impedir que la vida se le arruinara de esa manera.

— Ahora estoy aquí — susurré, pasando mis dedos por sus cabellos negros azulados —. Nadie te volverá a hacer daño. Yo soy tu guardián — sonreí, por las veces que ella me protegía en las misiones aún cuando era de rango menor que yo, arriesgaba su vida por mí sin recibir nada a cambio nada más que verme con bien —. Aquel que te toque, te vuelva a lastimar o te haga llorar, no volverá a ver la luz del siguiente día porque aquel que hace llorar a un ser tan hermoso como tú, no tiene otra opción más que ser privado de la vida.

Suspiró profundamente para después abrazar con poca más fuerza la almohada. En toda la noche no he dormido por si ella llegara a sentirse mal, por más que ella me insistió que durmiera también, no lo hice.

Miré a la ventana, la Luna se veía con claridad. Tan brillante y hermosa, así como ella.

— La Luna está hermosa hoy — dije, volviendo mi vista hacia ella.

— Estoy en paz — dijo ella en voz baja. Sonreí ampliamente —. Satoru... Duerme por favor — somnolienta, comenzó a sentarse en la cama sobre sus talones —. Tienes que descansar.

Silent Cry; Gojo Satoru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora