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Sobre mi hombro, miré a Zen'in. Había cambiado de arma para atacar a Sukuna pero este parecía más disfrutar el tener a mi homónima cerca de él. Sonreía de manera lasciva mientras a ella la miraba llorar de rabia. Miré a mi esposo.

— La persona a la que más quiero en el mundo... Es a la que termine matando. 

Me levanté y lo tomé del cuello de su camiseta para arrastrarlo y dejarlo lejos de la pelea. No me encuentro de ánimo como para ser delicada con él. Sukuna me quitó a mi esposo y a mis hermanos. Kenjaku y Mahito me quitaron a mis mejores amigos. 

Otra vez me estoy volviendo loca. 

Rasqué mi nuca de manera frenética que mis uñas me han lastimado la piel. 

— La niña volvió a quedarse sola — escuché a Sukuna, quien reía a carcajadas —. Sin padres, sin hermanos, sin esposo y es probable que sin hijos tampoco. Es lo que merecías desde el primer momento, Sunmi, todo por usar el nombre de mi esposa y ser su recipiente en lugar de dejarla libre y que...

Le di un puñetazo en la boca para callarlo. Su expresión mostraba terror. No puede sentirme ni verme porque he sido bendecida completamente, hasta mis acciones lo han sido. Miré a Zen'in, estaba de rodillas tomando su abdomen del cual, le salía sangre. La hirió de gravedad también a ella.

— Zen'in — mencioné al ponerme frente a ella. ¿Dónde quedaron esos ojos brillosos? ¿Esas mejillas carmesí y esa sonrisa de entusiasmo? Sukuna le borró todo aquello a base de golpes. Dejé una mano sobre su hombro para sanar sus heridas. Hice lo mismo con Satoru, pero... No sana. No se le cierra esa herida.

— Fushiguro.

— Ayúdame.

— Eso haré. 

Escuchamos ruido detrás de nosotras, era Ijichi quien se llevaba a Satoru. Al verme, asintió firmemente.

— Ieiri me dijo que viniera por él — dijo —, encontró una manera de salvarlo.

— ¿Piensan que ese sujeto tiene salvación? Qué ingenuos son los humanos — comentó Ryomen. 

— Ve, Ijichi — dije —, no pierdas más tiempo.

Asintió de nuevo y se fue. Sukuna se iba a lanzar a ellos de no ser por Zen'in quien le disparó una flecha en el pecho. Logró insertar en dicha zona y luego estalló. La maldición cayó de pie pero herido. 

— Busca una manera de distraerlo — dije —, pero a mi hermano lo tengo que sacar de ahí. 

— Llámalo para que comience a reaccionar — dijo ella —, así estará atento a cualquier movimiento tuyo. 

— Sunmi, bien te dije que te fueras — dijo Sukuna, molesto hasta los poros.

— ¿A cuál de las dos? — preguntamos a unísono, Zen'in y yo. La maldición torció la boca. 

Sin perder tiempo, me lancé a su dirección dandole un puñetazo en la mejilla. Zen'in fue por él para darle una patada en la espalda y regresarlo hasta mí donde lo recibí con un rodillazo en la mandíbula. Tengo fe que, cuando Megumi salga, no estará herido. Eso espero.

Levantamos la mirada para ver cómo Sukuna se elevaba y disparaba flechas de energía maldita a nuestra dirección. 

— ¡Fushiguro! — gritó Zen'in, la miré y había cristalizado un arco con tres flechas. Asentí firmemente. Estaba lista para saltar. Al ver que lanzó las flechas, di un salto para lanzarme hasta Sukuna. Debajo de mí, las flechas de Zen'in y Sukuna hicieron explosión. El color rojo de las saetas de Ryomen combinadas con el plateado de los pétalos de Zen'in hacían buena combinación. Algo tan hermoso que sólo dos personas que se aman mutuamente pueden lograr.

Silent Cry; Gojo Satoru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora