«Puedes mostrɑrme lɑs lɑ́grimɑs que tɑn silenciosɑmente me hɑs estɑdo ocultɑndo».
[Libro II; Saga: Lovefool]
- Spoilers del manga.
- OC de mi propiedad.
- Los personajes pertenecen al mangaka Gege Akutami.
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— ¿Sunmi?
Miré a Sukuna. Mi hermana está dormida, ¿para qué la quiere? No soy lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a él, como la última vez que salí herido y ella terminó dando su vida tanto para recuperar a Itadori como para salvarme.
— ¿Qué quieres, Sukuna?
— ¿Qué? — miré a su dirección. El color de su cabello había cambiado, es verde oscuro similar al de Maki, sus ojos son marrones y tiene las puntas de su cabello plateadas. Se levantó de mi hombro para verme — ¿Quién...? ¿Qué...? ¿Qué le hiciste a mi hermana? ¿Quién eres tú?
— Yo soy Zen'in Sunmi — respondió y extendió su mano para que la estrechara —. Es un gusto conocerte, Fushiguro Megumi.
— Ah... Sí — estreché mi mano, confundido —. Espera, ¿entonces tú eres la verdadera Zen'in Sunmi?
— Sí, así es — respondió, soltando mi mano —. Yo... Bueno... Sí, tu hermana es mi reencarnación pero yo terminé dentro de su cuerpo. Los detalles te los cuento cuando tu mente se encuentre más tranquila.
Es empatica, como mi hermana. Sin embargo, no son la misma persona. Una tiene más de mil años de vida mientras que la otra tiene 28 años y apenas se iba a casar, mientras que la otra ya estaba casada.
Uno de los sueños más grandes de mi hermana, además de ser una poderosa hechicera, era casarse con un hombre que la ame, la cuide, proteja, respete y adore. Todo gracias a la película Enredados que vio con Tsumiki, ellas querían un Flynn Rider... Yo quería ser ese para ellas pero, al final, no pude proteger a ninguna.
Tsumiki está en coma y Sunmi desarrollando depresión crónica y, después de ese trastorno, llegan los pensamientos suicidas y no sé si desde antes ella ya los ha tenido.
— Fushiguro menor...
— Me llamo Megumi — interrumpí y repetí mi nombre. Sonrió y se le formó un hoyuelo en su mejilla derecha, mientras que a mi hermana se le forma en ambas mejillas.
— Megumi, ¿podrías traer algo de comida?
Miré a Sukuna, me veía. Al parecer quieren hablar a solas. Suspiré y asentí. Me levanté del suelo y comencé a alejarme en busca de comida. A decir verdad, en este pequeño lugar hay muy poca comida y Sunmi pidió no salir porque allá afuera hay maldiciones peligrosas.
