40.2

507 50 29
                                    

Miré a Zen'in, estaba cabizbaja.

Miré a Hana, se mordía el labio nerviosa.

Miré a Satoru, bajó la cabeza.

— Voy a preguntar otra vez, ¿por qué mi hermano es un niño de nuevo? — los miré a los tres — ¿Qué pasó? ¿Qué hicieron?

— Sunmi... — habló Ángel, sacando una boca por la mejillas de Hana. Esa misma acción la hacia Sukuna con el cuerpo de Itadori —. Lo que pasó... Es que a Zen'in le quedaban segundos de vida y... Hay un conjuro donde... Alguien tiene que dar años de su vida para que la otra persona pueda seguir viviendo.

— A juzgar por la edad que se ve, tiene de nuevo 10 años, ¿no? — asintieron a mi deducción. Suspiré profundamente para aflojar el nudo en la garganta —. Está bien... — susurré. Caminé hacia mi hermano. Él, atento, me miraba con seriedad, así como él solía serlo —. Hola, corazón.

— Sunmi — mencionó mi nombre con algo de emoción y en el pecho me surgió una punzada porque, el escuchar de nuevo su voz de niño, me trae recuerdos de cuando llegaba del trabajo a ayudarle con la tarea o a cenar con ellos — ¿Qué te pasó? 

— ¿Dónde? 

— En el cuerpo. ¿Por qué eres de cristal?

— Sabías acerca de los chamanes, ¿no? — asintió.

— Sí, por eso te fuiste con un sujeto de cabello blanco... Parecía acosador — reí sin dudar. Mi hermano, a esa edad, tenía la costumbre de decir lo que pensaba sin importar si algo o alguien salía perjudicado.

— ¿Esa es la manera en la que me reconoces, pequeño Gumi? — preguntó Satoru, tomando su cabecita. Mi hermano bajó la cabeza. 

— Hay muchas cosas que no recuerdo — dijo —. Tengo... Varios recuerdos... O sueños... Donde soy un adolescente junto con otro chico de cabello rosa y una chica de cabello castaño.

Nobara e Itadori. 

Hablando de Nobara... Me tomé la tarea de ir a buscarla cuando los demás estaban entrenando. La encontré, deambulando, sola y muy mal herida. Cuando me miró, inmediatamente corrió a mis brazos porque no estaba bien. Y claro que no lo estaba; herida, sin un ojo, con hambre, sed, cansancio y desorientada, era claro que no iba a estar bien. 

Ieiri dijo que la iba a tener en reposo. Espero que se mejore en estos días. 

— Está bien — dije. Iba a tomar a mi hermano en brazos pero Satoru lo hizo por mí.

— Recuerda que no debes de cargar pesado — dijo mientras en su brazo ponía a mi hermano. Suspiré y regresamos con los demás.

— ¡Oh! ¡¿Así era Fushiguro de niño?! — preguntó Itadori con asombro. Asentí sonriente — ¡Pero sí es un niño tan tierno!

Mi hermano le hizo mala cara mientras seguíamos avanzando. Satoru y él iban al frente. Los miré con atención. Mi esposo y mi hermano iban platicando, él intentaba que Megumi recobrara la memoria mientras que mi niño estaba atento a sus palabras y emocionado con cada cosa que le contaba. Fue una imagen tan linda que en mi pecho sentí una leve punzada, pero no era una punzada de malpresentimiento, sino de una sensación de calma y felicidad. Verlos juntos me recuerda a cuando recién se estaban conociendo y Satoru y yo éramos novios. Me recuerda a las veces que salíamos de la academia, un fin de semana, y nos llevábamos a los chicos a un parque de diversiones, a la playa o algún otro lugar donde ellos podrían divertirse y Megumi se la pasaba con nosotros y a veces con Itadori y Nobara.

Lo veían estupefactos. Se encontraba detrás de mis piernas evitando que las miradas lo siguieran incomodando.

— ¡El pequeño Gumi! — exclamó Mei Mei, corriendo a abrazarlo. Ella también tiene un hermano, pero no sé qué edad tenga. Quizá sea la misma que mi hermano. Este se negaba a abrazarla —. En ese aspecto te pareces a Sunmi — dijo afligida, mientras se separaba de él. Mi hermano me tomó ahora de la pierna para evitar que alguien más lo quiera abrazar.

Silent Cry; Gojo Satoru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora