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La maldición llevó uno de sus brazos hasta Sunmi pero ella dio vueltas por el brazo haciéndole cortes con sus espadas. Conozco esa técnica. Hice una pequeña mueca al darme cuenta de quién la sacó. Levi Ackerman en su batalla contra el Titán Bestia. Bueno, al menos su afición por ese personaje le dará ventaja en esta batalla.

— Me quitaste a Nanami — habló en voz alta. Se teletransportó para hacerle un gran corte en la cara a la maldición —. Me habías quitado a mi esposo... — sonreí y sentí una opresión en el abdomen, como si fuesen mariposas golpeando mi estómago con sus alas cuando escuché eso. Estoy orgulloso de ser su esposo — ¡No voy a dejar que sigas atormentando a Getou!

Gritó y le hizo otro corte en el otro lado de la cara a la maldición. Al momento que iba a descender, se dirigió a la espalda para bajar dando giros sobre su mismo eje y con ello cortando a la mitad a la maldición.

— ¡Mocosa! — exclamó Kenjaku que iba a correr a su dirección pero me interpuse al darle un puñetazo en su mejilla. Duele, pero no es un dolor físico, sino más bien emocional porque es el cuerpo de mi mejor amigo fallecido y jamás lo he golpeado. Hasta ahora.

Escuché un cuerpo ser cortado. Al mirar sobre mi hombro, Sunmi le había hecho un corte en los tobillos a la maldición.

— ¡Zen'in! — exclamó Sunmi y desde el edificio, Zen'in disparó tres flechas que se incrustaron en la cabeza de la maldición que estaba aturdida. Al momento de tener contacto con el cráneo, estallaron y Sunmi aprovechó esa oportunidad para hacerla una infinidad de cortes a su cuerpo. Pequeños destellos salían de los cortes. Son almas. Almas de personas.

— ¿Qué fue lo que hiciste? — pregunté, mirando a Kenjaku. Él simplemente sonrió.

— Algunas personas me sirvieron para formar esa maldición — respondió, lleno de soberbia y orgullo —. En realidad, el objetivo de todo esto es por mera curiosidad; saber cuáles son los límites de la hechicería. Por ejemplo, ¿sabes que tu esposa es más fuerte que tú? Su única desventaja es que los impulsos y las emociones le terminan nublando el juicio.

— Lo sé — respondí. No tengo porqué ocultárselo; Sunmi es igual o más fuerte que yo. Eso lo vi en esa pelea que tuvimos justo después de que salimos del sello. Siendo su esposo, no se iba a tentar el corazón para matarme. Ahora, contra una maldición que usa el cuerpo de nuestro amigo, es cuando menos se lo pensará.

Tengo que ayudarla con esa maldición.

El estruendo de una explosión me obligó a mirar hacia atrás otra vez. Sunmi había hecho estallar la maldición al lanzarle, ¿esferas de energía bendita? Si antes tenía un inmenso poder, ahora es abismalmente poderosa que da miedo y orgullo a la vez.

Kenjaku estaba aturdido pero parecía estar extasiado. Disfrutaba ver que su plan ha salido a la perfección y Sunmi es la encargada de cumplirle cada uno de sus caprichos de manera inconsciente. Mi esposa me miró y luego a Kenjaku.

— Fush... — quedó a medio hablar ya que Sunmi, inmediatamente, se tiró a los golpes contra él, depositando un puñetazo en su mejilla y lanzarlo hasta un edificio.

— Zen'in — hablé. La mencionada me miró —. Ustedes vayan con los demás para que les ayuden con las maldiciones.

— ¿Y ustedes qué harán? — preguntó preocupada.

— Nosotros vamos a darle la despedida a nuestro amigo.

— Entiendo — miró a Sunmi, quien estaba esperando por Kenjaku — ¡Fushiguro, no mueras!

Simplemente asintió. Suspiré. Va a llevar su cuerpo a su mayor limite. Lo que más me preocupa no sólo es eso, sino también nuestros hijos. Con mayor razón debo de estar más cerca de ella. Sé que Utahime y Yuuta se quedaron escondidos por si necesitamos algún apoyo. Emocional, solamente. Porque somos los más fuertes. 

Silent Cry; Gojo Satoru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora