Estoy acostumbrado a hablar solo, ¿me escucharás ahora también?
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Sin movimientos. Sin abrir los ojos. Sin decir palabras. Sin vida. Así estaba mi mejor amigo. Así estaba la hermana de Fushiguro.
— ¡Yorozu! — grité y la voz se me quebró dando bienvenida al llanto otra vez — ¡Yorozu!
Corrí hacia él para tomar su cuerpo. Estaba en un cráter cubierto de sangre. Presioné mi mandíbula, Sukuna lo mató de una manera tan desquiciada que me da más odio por mí misma porque no estuve aquí para evitarlo.
— Yorozu — tomé su cuerpo. Está frío —. No... — sollocé —. No, Yorozu, no, no... Tsumiki... ¿Me oyes? Mi niña... — pasé mi mano por su rostro. Aún seguía con los ojos cerrados y tengo la poca esperanza de verla abrirlos —. Yo-Yorozu... Tsumiki...
— Reina — tomó mis hombros —. Ven. Vamos a...
— Quítame las manos de encima, Sukuna...
— ¿Qué?
Inmediatamente me giré con una cuchilla en el antebrazo para hacerle un corte. Sí lo corté, en la mano, así que retrocedió dando un salto.
— Sunmi.
— Regresa el cuerpo del chico — dije y en lugar de formar un abanico, formé una espada —. No me voy a tentar el corazón, regresa a Megumi, dale el poder de su cuerpo. No te pertenece, Sukuna.
— No pensé que fueras a reaccionar así — dijo, cruzando los brazos —. Creí que estarías contenta.
— Mataste a mi mejor amigo, mataste a la hermana de Fushiguro... No puedo estar contenta con eso.
Y sin darle más tiempo para sermonear, me lancé hasta él para hacerle un corte. Se cubrió con sus antebrazos, así que, debajo de mi zapato cristalicé una pequeña cuchilla para darle una patada y cortar sus brazos.
— Sunmi... No quiero pelear contra ti — dijo mientras miraba sus heridas.
— No. No quieres — dije —. Pero yo no dejaré que te sigas saliendo con la tuya, Sukuna.
— Soy tu esposo, Sunmi. Piensa bien las cosas...
— Eso debiste haberlo hecho tú antes de matar a mi mejor amigo y a la hermana del chico que estás usando.
— Bien — masculló —. Si eso es lo que quieres... — unió sus manos formando así un Ciervo Circular. No sé cómo puede crear seres tan terribles. Bueno, todo se parece a su dueño.
Aquel ser, sin perder mi rastro, se lanzó a mí. Iba a golpearme pero di una voltereta para luego girar y darle una patada, aún con la cuchilla de cristal debajo de mi pie. Otro shikigami, Toro Perforador, se acercaba a mí a velocidad, pero antes que yo cayera al suelo, di una voltereta para caer sobre su lomo y disparar un par de flechas en su cabeza.
Katashi, Megumi, perdónenme por matar de esta manera a uno de sus shikigamis... Luego me lo agradecerán. Hablando de mi hermano... Tenía razón... Siempre la tuvo pero estaba tan cegada de amor que hice caso a mis sentimientos y no a su racionamiento.
El Ciervo siguió corriendo hasta mí, así que cristalicé otra espada para atacarlo mejor. Con sus cuernos me pensaba tirar al suelo, lo más seguro que sería para pisotearme pero me mantuve firme.
— Sunmi, es mejor que te rindas de una vez — dijo Sukuna. Seguí haciendo fuerza, pero mis pies se arrastraban por el suelo. Daba un paso al frente con algo de dificultad pero el ser que tengo frente a mí me regresaba dos pasos atrás —. El Ciervo te va a terminar matando y tanto tú como yo no queremos eso.
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Silent Cry; Gojo Satoru.
Fanfiction«Puedes mostrɑrme lɑs lɑ́grimɑs que tɑn silenciosɑmente me hɑs estɑdo ocultɑndo». [Libro II; Saga: Lovefool] - Spoilers del manga. - OC de mi propiedad. - Los personajes pertenecen al mangaka Gege Akutami.