Capítulo 8 - FUEGO Y GASOLINA

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Mi estómago rugía como un león malherido. Tanto café me iba a procurar una úlcera y tampoco contaba con tiempo suficiente siquiera para hincarle el diente a algún sándwich del catering que las modelos ni miraron de reojo.

— Vamos Avita, en una hora liquidamos el asunto.

— No me digas Avita si no quieres sufrir las consecuencias... —gruñí apretando los dientes, mi sonrisa macabra era un fiel reflejo de mi mal humor.

Me dolía la cintura y los rayos del sol me estaban asando. Greta, Sofia y Mara, las tres modelos que posaban para la próxima tapa de la revista para la cual estaba trabajando, soportaban estoicas luego de seis horas de cambios de vestuario, maquillajes y peinados, en las inmediaciones de una fábrica abandonada de la zona industrial, donde nos encontrábamos.

Fey se acercó masticando un sándwich, desafiando así todo mi poder de autocontrol.

— Muy bien chicas, descansen, se lo merecen... —gritó, al tiempo que yo le arrebataba la mitad de su sándwich. Mis tripas gruñeron y se retorcieron ante los primeros bocados de alimento sólido que ingería en el día.

­­— ¿Te lo has pensado ya?

— ¿El qué? —inquirí, mientras apagaba la cámara y la ponía a resguardo de los rayos del sol.

— ¡Qué harás esta noche! ¿Cenarás con Lorenzo?

Entre la jornada anterior y la de ese día, no tuve ni tiempo de respirar. De todas formas, mi decisión era firme respecto a no comerme la cabeza pensando qué iba a hacer respecto de la propuesta de Lorenzo. La única decisión que había tomado era esperar a último momento y proceder según lo que sintiera.

—No aún. Pero tranquilo Fey.... Serás el primero en saberlo —mi amigo parecía mucho más nervioso que yo y hasta a mí me sorprendía mi propia calma—. Oye Fey, ¿tuviste novedades sobre el certamen?

Me observó como si le hubiera preguntado la fórmula de la juventud eterna.

— El concurso de fotografía al que envié el trabajo documental que hice en el norte. ¿Recuerdas? Al que me inscribí como "Ava Orlov".

Orlov era el apellido real de mi madre, que decidió cambiar a Drake cuando se casó.

— No Ava. No hubo novedades. Te hubiera avisado si así fuera... —su respuesta, no sonó nada convincente, aun así, no insistí.

Me entusiasmaba la idea de incursionar en otras facetas de la fotografía. En carnavales, viajé al norte argentino y pude hacer un trabajo que llevaré grabado en la memoria y el corazón, como una de las experiencias más hermosas que me han tocado vivir. Fotografiar momentos cotidianos o eventos culturales, es muy distinto al glamour y el talante del mundo fashionista. Captar la belleza de las imágenes tal y cual son, sin adornos, ni maquillajes, no solo que resultan bellas visualmente; sino, que transmiten emociones y sensaciones que te golpean en el pecho de una manera brutal y cruda, acercándote a una realidad de la que no formas parte. En verdad, es lo que más amo de mi profesión. Quizá no sea la veta más redituable, sin embargo, resulta la más gratificante como profesional y más todavía, como ser humano sensible.

A medida que las horas transcurrían y el momento de tomar la decisión se iba acercando, un ligero revoloteo -no precisamente de mariposas, sino, de algo más parecido a una bandada de murciélagos-, comenzó a revolotear en mi estómago.

Intentar encontrarle un sentido a las situaciones que nos tocan vivir, más allá lo que cada cual decide aprehender de las experiencias que transita, parece más acorde con una cuestión azarosa, que lógica. Las personas que se cruzan en nuestro camino, en el momento y lugar menos pensados, son producto de las decisiones que vamos tomando paso a paso; sin embargo, me ilusiona pensar que hay algo más, una red invisible que podría llamarse "destino", que se teje a nuestro alrededor y sin que nos demos cuenta nos guía a determinadas vivencias que resultan ser más causales, que casuales. Estas pueden ser beneficiosas o todo lo contrario; pero sin lugar a duda, nos marcan, nos dan una pista del sentido de nuestro paso por este mundo.

La Noche de las ValquiriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora