Capítulo 5 - PRIMERA VEZ

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No podía apartar la idea de sus labios en los míos, sus manos repasando cada centímetro de mi piel. Mi cuerpo, vibrara en una sintonía distinta, nueva. Envuelto en la energía que él emanaba y yo, sedienta de ella, aceptaba.

Mis manos que, se aferraban con desesperación a sus hombros, comenzaron a deslizarse a través de sus musculosos brazos. No me avergoncé de acompañarlas con la mirada.

Las suyas envolvieron mi cintura.

Cuando llegué a la cintura de sus tejanos, un cosquilleo que hacía mucho tiempo no experimentaba, se abrió paso, descendiendo desde mi ombligo...

Mis dedos, acariciaron la piel que se asomaba por el dobladillo de su musculosa, para luego, ascender por las líneas de tinta que dibujaban su firme abdomen.

Podía sentir la fuerza de su mirada hambrienta clavarse en cada centímetro de mi cuerpo. La mía, continuaba el recorrido de mis manos, despertando un frenesí capaz de confinarme al infierno sin juicio de por medio.

Sus manos se aferraron a mi cadera, cuando llegué a su pecho. Con la respiración entrecortada separé los labios y dejé salir un suspiro profundo, sin saber cuánto más podría soportar esta deliciosa tortura. 

Ascendí por su cuello marcado por la tinta en la completa gama de los grises y negros, al igual que resto de su piel.

Su mirada devoraba mi boca. Inconscientemente, me mordí el labio inferior en un fútil intento por contener las ganas de abrazar la suya con mi boca.

Mis manos acariciaron su mandíbula y tocaron sus labios perfectos que entreabrió para mí. Su aliento, humedeció mis yemas... 

...y mi ropa interior.

Mis dedos contornearon su rostro y se hundieron en su pelo, al tiempo que, de un firme tirón, atrajo mi cuerpo al suyo.

Un jadeo se escapó de mi garganta cuando sentí su firme hombría chocar con mi húmeda femineidad. Sus ojos estallaban de lujuria. Sentía mi sexo latir al rozar el suyo. Estaba delirando. Pero, aun así, no di el siguiente paso.

Él acercó su rostro hasta que nuestros alientos se fundieron en uno solo.

Iba a perder la cabeza... La estaba perdiendo completamente.

Sus labios, apenas rozaron los míos, para continuar su recorrido deslizándose por mi barbilla, dejando un reguero de cosquillas a lo largo y ancho de mi mandíbula.

Luego, descendieron por mi cuello. Apenas rozándome. Dando pequeños y suaves besos en lugares muy específicos.

Siempre puedes volverte un poco más loco. Ya no me quedaban dudas.

Una de sus manos se enterró en mi nuca y enderezó mi cabeza. Las mías, acunaron su rostro. Acerqué mis labios a los suyos con la intención de apagar el fuego que los estaba consumiendo, pero antes de poder llegar a ellos, su otra mano se deslizo por debajo de mi vestido dándome una sorpresa que me dejó paralizada.

Un gemido brotó de mis labios cuando sus dedos apartaron el delicado encaje de mi ropa interior.

Un destello de satisfacción brillo en sus ojos, al notar lo preparada que estaba para él. Lo que provocaba en mí.

Una de mis manos se deslizó por su pecho y descendió por su abdomen hasta llegar a su firme caliente y abultada entrepierna. La otra, se aferró a su cabello.

Mis labios se contagiaron de la sonrisa que pujaba por abrirse paso en los suyos.

Trazando suaves y lentos círculos, sus dedos comenzaron a moverse sobre mi clítoris húmedo e hinchado.

La Noche de las ValquiriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora