Mi cara ardía, y no solo por culpa de las treinta velas que, como bengalas, iluminaban la pomposa torta de vainilla, chocolate y dulce de leche que replicaba en escala gigantesca la forma de una Leica de colección.
Los casi quinientos invitados coreaban mi nombre.
—¡Ava, no olvides pedir tus tres deseos! —gritaba Fey, mi mejor amigo y asistente, a viva voz—Que no sea un vibrador, que me arruinas la sorpresa...
Muchos estallaron en carcajadas.
Por suerte, el rojo cereza que tiñó mis mejillas, se camuflaba muy bien con la luz emitida por las velas y se disiparía al igual que la pólvora se consumía dentro de los canutos de cartón.
Todos aplaudían y de a poco, fueron acercándose a mí, para desearme feliz cumpleaños.
Mi madre fue la primera, por supuesto. Me apretujó las mejillas aún ardientes, como cuando era una niña.
Siguió Fey, con quien me fundí en un abrazo eterno.
—¡Feliz cumpleaños amiguita! ¿Cuántos? ¿Veinticinco?
Reí por la broma, mientras mi amigo se volteaba y tomaba de sobre la mesa, dos burbujeantes copas de champaña. Brindamos y apuramos el trago hasta vaciar el contenido.
Las burbujas descendieron por mi garganta, pero sus efectos se elevaron hasta mi cabeza.
Luego, siguieron las modelos que más a menudo fotografiaba para campañas y revistas de moda, al igual que varios diseñadores y figuras del espectáculo.
"Solo por esta noche..." me repetía, tratando de insuflarme fuerzas para mis adentros, odiaba ser el centro de atención. Mi cara dolía de tanto forzar la sonrisa. Debo reconocer, que siento admiración y respeto por las modelos que hacen eso. Soportar horas y horas enfrascadas en vestidos que te cortan la respiración, peinados tirantes con litros de laca y kilos de maquillaje sobre la piel, aun cuando lucen mucho más bellas sin todas esas porquerías. Sonriendo, posando frescas y espectaculares, todo ese sufrimiento, solo para causar otro igual o peor a aquellas mujeres que no poseen sus particulares cualidades y que las adoran como diosas del Olimpo, o las odian cual arpías del averno. Es paradójico por no decir, bastante estúpido la cuestión de las modas y los estereotipos de belleza.
Mientras los invitados, unos tras otros, se acercaban a saludarme, mi mirada buscaba a Lorenzo, mi prometido. Pero con lo único que mis ojos se toparon fue con la bella ambientación del salón, las luces de colores celestes y turquesas, suaves pero vibrantes, que daban a las paredes del centenario hotel, la reminiscencia de un pequeño palacio de ensueño.
Mi madre se encontraba enfrascada en una conversación con Gerard Bernabé y Mónica Álzaga Barrantes, dos legendarios diseñadores nacionales que eran referentes a nivel mundial. Nadie era capaz de apartar los ojos de mi madre cuando ella entraba en su campo visual. Lori Drake, casi me doblaba en edad, pero la figura que ostentaba su metro ochenta era la envidia de más de una mannequin presente en la fiesta. Lori fue una de las primeras modelos famosas y veneradas en todo el mundo. Aun hoy, una belleza despampanante.
Cuando pude, me escurrí entre los invitados para toparme con los cautivantes ojos negros de Fey.
—¿Oye, has visto a Lorenzo?
—No mi cielo. ¿Quieres que te ayude a buscarlo? Quizá fue al toilette a empolvarse la nariz, tú sabes cómo es... Yo soy la mariquita, pero él tiene todas las delicadezas...
—No te preocupes, necesito tomar un respiro, iré a buscarlo. Tú controla que estén todos felices, divertidos y con sus copas llenas.
Fey me palmeó el trasero cuando avancé dejándolo atrás, le lancé una mirada felina y le giñé un ojo mientras me alejaba de la multitud.
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La Noche de las Valquirias
Romance***MUY PRONTO COMPLETA EN WATTPAD*** 🌑🌒🌓🌔🌕🌖🌗🌘🌑 Con 30 años Ava lo tiene todo: Un compromiso idílico, una carrera exitosa y un futuro más que prometedor. Descubrir a Lorenzo, su prometido, engañándola en la celebración de su cumpleaños, es u...