Convivencia

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Hola!

Ya les traigo el tercer cap. Siento el retraso, me estuve preparando para una entrevista de trabajo y todavía estoy con el curso de programación, pero ya estamos aquí.

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Los largos fines de semana que le tocaban a Adora sin Lancer eran de lo peor. Trataba por todos los medios de distraerse, de no dejarse caer en la ansiedad, ni en la depresión. A este punto ya estaba mucho mejor, y entendía que aunque cada quien tuviera sus tiempos, sentía que ya se había tomado demasiado. Se había alejado de sus amigos, de la carrera que amaba, y también de aquel que fue su mayor apoyo durante la mitad de su vida.

Pero sabía que si llamaba a su terapeuta solamente escucharía lo mismo de siempre: no era su culpa. Los seis meses que a Adora le parecían una eternidad, en realidad era un tiempo muy razonable para lidiar con sus diferentes duelos. Sí, porque también le habían dicho hasta la saciedad que no enfrentaba uno solo, sino varios, y eran distintos tipos de dolor, de duelo y de recuperación.

Y presionarse no le ayudaba, ni a ella, ni a Lancer ni a nadie a la larga. Y tenía que estar bien por ella, para poder ser la madre que ella no tuvo para su hijo. Para ser una buena madre, porque había fracasado como esposa, como amiga y profesional. Porque lo peor que podía hacer era tener un montón de remordimientos como equipaje cada día.

Después de la segunda siesta de ese sábado nublado, su notable preparación profesional le recordó que no alimentarse adecuadamente solamente iba a repercutir en un peor estado de ánimo. Trató de hacer a un lado sus pensamientos negros para dirigirse a la cocina y ver qué tenía para comer, que no fueran tartas comerciales o leche sabor a chocolate.

Aparentemente también había olvidado que parte de su supuesta agenda para acortar el fin de semana, era tener que ir a comprar la despensa. Pues más a fuerzas que de ganas, tomó la última tarta de fresa y decidió trotar hasta el centro comercial, siempre podía regresar en taxi. Llegó en poco más de 15 minutos que ni siquiera la hicieron sudar. Regresó al departamento, y el problema era subir las suerte se encontró a la encantadora pareja de felinos del apartamento de enfrente en el elevador.

—Hola, Adora —La saludó Kate.

—Hola, buenas tardes —No estaba de humor, pero siempre eran de lo mejor, los más amables del mundo.

—Jack, ¿qué no ves! Ayuda a Adora —Jack no dijo nada y solo se apuró a ayudar a la rubia con sus bolsas de la compra.

—No, no hace falta —Murmuró, apenada.

—No te preocupes, Jack es fuerte, te lo aseguro —Dijo Kate con una mirada sugestiva y coqueta. Adora se sonrojó y ya no supo qué decir, seguía sin saber cómo comportarse con la magicat pelirroja: tan animada, coqueta, segura y descarada, en un modo ciertamente amigable.

Cuando llegaron a su piso, Kate esperó en la entrada mientras Jack seguía a Adora a la mesa del comedor para ayudarla a dejar las bolsas. Se dio cuenta que el departamento estaba sumamente callado.

—Adora, ¿te gustaría acompañarnos a cenar? —Preguntó de la nada Kate, y tanto la mencionada como Jack se voltearon, sorprendidos.

Jack sabía que solamente iban a cenar fideos comerciales y ver una pelicula, con o sin Catra.

—Eh... —Kate le mandó una mirada incisiva a su esposo mientras Adora dudaba.

—Nos encantaría que nos acompañaras —Dijo Jack muy convencido.

—Eh... Sí, estaría bien... Gracias —Respondió Adora no muy segura de lo que estaba pasando. Pero era una distracción no esperada, que agradecía para el resto de la tarde.

Segunda RondaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora