25. Lo temido

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Volver al trabajo sería la pesadilla que River había imaginado, lo supo desde el primer momento en que puso un pien en el garaje y con el primero con el que se topó fue el Teniente Tim Brass. Fue tanta su desilusión, que estuvo a nada de darse media vuelta y volver a su pequeño apartamento. Quizá hasta podía persuadir a Blue de que se escapara del trabajo y pasaran un rato juntos.

Esos eran pensamientos peligrosos, por eso era mejor no dejarse envolver en ello. Descubrir que podía estar realmente a gusto con Blue una vez empezó a dejar caer sus muros, no significaba que robara el tiempo del chico, sobre todo porque sabía que  se tomaba en serio su trabajo. No era justo monopolizarlo luego de todo por lo que le había hecho pasar antes de por fin darle una oportunidad.

Además no podía esconderse más, necesitaba volver al trabajo y para eso debía enfrentar todos los tropiezos que, sabía, se encontraría. Con una respiración profunda terminó de adentrarse en el garaje.

—Buenos días Teniente — saludó en tono neutro.

Brass estaba sentado en una silla  de oficina que había sido reciclada y llevada junto a una mesa en uno de los laterales del garaje. Tenía los pies recostados sobre la mesa y una revista de deportes entre las manos. En cuanto escuchó la voz de River bajó los pies y de giró

—Ford— ese tono seco no era para nada alentador—. Estás de vuelta.

—Sí, el doctor dijo que puedo tomar trabajo ligero. Estaba aburrido de estar en casa.

—Hmm— fue todo lo que el dijo el tipo. Y aquello lo ponía incluso más nervioso. Quedar bajo es escrutadora mirada verde, no le gustaba para nada.

—¿El jefe Simmons está dentro?

—Sí. Seguro te estará esperando. Ha estado actuando como si algo se hubiera arrastrado por su trasero y muerto ahí desde que te dieron de baja. Así que tal vez deberías darte prisa y hablar con él.

—Ya veo, entonces iré a verlo ahora mismo.

Brass le hizo un gesto con la barbilla, indicándole que siguiera adelante. Era tan extraña tanta pasividad que no pudo evitar observarlo un par de segundos antes de seguir caminando. Había dado un par de pasos hacia la puerta que daba al interior de la estación cuando la voz de Brass lo detuvo.

—Ford

Cometió el error de girarse para verlo de frente.

—¿Señor?

—Tal vez quieras decirle a tu noviecito que deje de venir a diario para verte— se tensó ante esas palabras. Brass sonrió de manera cruel —. ¿Rompieron, por eso no sabe en dónde encontrarte? Porque el ha dicho algo sobre que lo dejaste por otro. Y eso sería justo lo que nos falta, Ford, que traigas hasta aquí  drama de maricas. ¿No es suficiente con haber conseguido que un loco te aceche?

—Nada de eso ha sido mi intención.

—Ya, seguro. Largo de mi vista — gruñó regresando a su revista—. Y deja de causar tantos putos problemas

Tardó unos segundos en recuperar el control de su cuerpo. Cuando entró a la estación sentía sus extremidades pesadas. Recorrió el pasillo,  no se detuvo en la puerta que daba a la sección de la administración, siguió derecho sabiendo que venía lo peor. En la cocina estaban el resto de sus compañeros. Por desgracia la costumbre lo hizo tomar esa ruta para acortar camino hacia la oficina del jefe Simmons. Ese fue su segundo error del día; porque en cuanto puso un pie en el comedor, todos se giraron a verlo. Estaban a mitad del almuerzo.

La Guía de BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora