Capítulo 1

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Aitor se paró frente a la gente congregada en la iglesia.

―¿Qué se puede decir después de todo lo que se ha dicho? Mi abuelo era un gran hombre, guardo muchos recuerdos de él. Como muchos saben, él me crio cuando mis padres se murieron en aquel horrible accidente. Él me enseñó todo lo que sé, ojalá me hubiera enseñado todo lo que él sabía. Era un hombre muy sabio y su muerte dejará un gran vacío, no solo en mí, en todos, él daba los mejores consejos en el momento preciso, con solo una mirada lograba ver más allá de lo evidente, sabía cuándo uno estaba bien o mal... Lo extrañaré mucho... ―La voz se le quebró―. Espero que se haya ido con la certeza del amor que lo rodeaba.

No siguió hablando; no pudo.

Regresó a su puesto y miró a sus primos que estaban pendientes del teléfono móvil, negó con la cabeza al notar el poco respeto que demostraban, y peor, el poco cariño que le tenían.

Terminó la ceremonia y se fueron al cementerio y al volver, sus tíos lo llevaron a su casa, había un tema que debían conversar.

―¿Qué pasa? ―preguntó Aitor al ver que también estaba el abogado de su abuelo allí.

―Tenemos que ver el tema de la herencia ―respondió su primo Ferdinand.

―¡Venimos llegando del cementerio!

―Por eso, ya está enterrado, ahora hay que ver qué pasa con la herencia.

―Si no quieres estar presente, puedes irte ―espetó su tío.

―Por favor, André, era tu padre, ¿no te da ni un poco de resentimiento?

―Tú siempre lo tuviste todo a su lado, tu padre era su favorito, por eso estás tan tranquilo. Ya te dije, si no estás de acuerdo, vete, haz tu luto y después puedes hablar con Renato para que te diga lo que estipuló papá en su testamento; seguro que te dejó la mitad de la herencia.

―Me quedaré ―aceptó de mala gana.

El abogado preparó todo en el escritorio del despacho.

―La herencia tiene dos partes, la del dinero en efectivo y la otra de las empresas ―comenzó a explicar―: primero, la cuarta parte del dinero será dividido entre todos sus herederos, hijos y nietos.

―¿La cuarta parte entre seis personas? ¡Eso es injusto! ―protestó Mariah, la hija menor del magnate muerto.

―Son treinta millones de dólares para cada uno ―explicó el jurista―. Las tres cuartas partes restantes serán para el nieto que tenga el primer hijo. No tiene que nacer dentro de un matrimonio, pero sí deben hacerse cargo de él.

―¿Qué quiere decir?

―Que deben cuidar de ese niño y mantenerlo, su futuro debe estar asegurado.

Madre por error (ONC2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora