6. Sinergia

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(...)

Y entonces yo era débil y él era fuerte,

y dejé que él me guiara a casa.

No era lejos, la puerta estaba cerca,

tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,

no había ruido, él no dijo nada,

y eso era lo que yo más deseaba saber.

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Aún sentía que tenía el alma endeble, pero al menos estaba comenzando a sentirse despierta y a recuperar el sentido de la orientación y la ubicación. Sentía algo más de control sobre su fatigado cuerpo, mas no sobre su mente, que aun le hacía sentir levemente ausente.

Llegaron al apartamento. Durante el camino ninguno soltó palabras porque el aire dentro del auto se sentía pesado y denso. Izzie caminó despacio y en silencio hacia la puerta de la habitación de Joel, mirando las líneas del parqué avejentado.

— Joel. — Por fin emitió un sonido. — ¿Te molesta si tomo una tina? — Preguntó tímida.

— Por favor.

Él le hubiera permitido lo que fuese que le preguntase, porque estaba realmente conmovido por la forma en que se había mostrado en la central y en el Jeep. Ahora se veía un poco más vital, pero se le notaba cansada. Tenía los ojos hinchadísimos y rojos, y los labios también habían aumentado su volumen. La nariz estaba irritada, y ella en sí en esos momentos, en su totalidad, se parecía mucho más a una muñeca de trapo que a una joven de carne y hueso.

Le pasó toallas limpias y secas, recordando que aún no iba a retirar la ropa de la lavandería, y ella se dirigió hacia el baño que estaba en el cuarto de Joel, no sin antes oír:

— Isobel, grita si necesitas de mí.

Torpemente comenzó a sacarse el pantalón húmedo y las bragas a medida que iba avanzando. Luego, se quitó el chaleco blanco y ancho y llegó frente al espejo del baño. Iluminó una de las velas que estaban cerca de la ducha, y volvió a dirigir la mirada hacia sí misma. Inspiraba completa pena, eso sí. Se empezó a tocar la cara y a pellizcársela despacio, para intentar despertar. Luego se acarició un poco más porque tenía la sensación de querer hacerse cariño después de todo lo que sufrió hace un rato. Se soltó su moño y cayó en sus hombros y pecho el cabello enredado.

Se metió a la ducha y puso el tapón en la rendija del piso. El agua estaba helada, y por primera vez en quizá cuánto tiempo, eso no le incomodaba. Para cuando estaba empapada notó que jamás se sacó la camiseta que aun traía puesta. Tampoco le importó. Cuando comenzó a tener demasiado frío, decidió que era el momento de pasar al agua tibia. Una vez que sintió el calor del agua en su deslucido cuerpo, volvió a romper en llanto, pero en voz baja para evitar que oyera Joel. Inconscientemente comenzó a acuclillarse, y terminó sentándose en la fría porcelana de la tina. Se abrazó a sí misma, arrastrando sus rodillas a su pecho y lloró un poco más mientras el nivel del agua iba subiendo de a poco.

Al sentirse más calmada, volvió en sí y esperó un poco más para que al fin estuviese llena la tina. Cortó el agua y se quedó así unos cinco minutos con los ojos cerrados hasta que de a poco iba reaccionando. Se sacó la polera y se frotó la cara, las manos y el cuerpo completo con el jabón, con ritmos lentos y amables para mimarse un poco. Cuando la barra de glicerina rozó sus labios, le ardió. Por fin se dio cuenta de que se los había roto, probablemente mordiéndoselos al llorar.

Sana y Salva | Joel Miller (TLOU) | Pedro Pascal (CANCELLED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora