12. Ira

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La Tierra, por esos momentos, había dejado de girar.

En realidad, cualquier cosa que le hubiese dicho Ben para tranquilizarla no hubiese funcionado, pues ya estaba demasiado tensa y volvía a sentirse enferma, pero ahora ya no era la influenza. Era el terror lo que se la estaba comiendo de adentro hacia afuera sin compasión alguna. No podría haber elegido cuál fue la imagen que más se repitió en su cabeza, pero habían varias que sí le dolían, como aquella vez que no preguntó por ella en más de un mes cuando había comenzado a estudiar en la Universidad porque según ella, estaba demasiado ocupada. También pensó en lo mucho que se habían distanciado cuando sus padres se separaron, y junto con ellos, las hijas de ese fallido matrimonio. Cada una siguió a su progenitor favorito y se quedó allí. Tal parecía que ambas iban a cuidar al padre y a la madre hasta el término de su enfermedad. Al menos tuvieron eso en común.

— Lo... Lo siento, Isobel. No te pude decir porque me hicieron prometer no contarlo. No es que no quisiera. — Lloró. — Por favor, perdóname. Nunca quise lastimarte.

— ¿Está muerta? — Repitió, como si no hubiese oído una respuesta.

— Sí, Izzie. Anna está muerta.

Su cabello comenzó a levantarse con el viento, haciendo que se le enredara. Lloraba, pero en silencio. No lo miró más a los ojos, pues tenía la vista perdida en lo que fuese. No parpadeaba ni tenía esos pequeños espasmos que dan generalmente cuando se intenta respirar pese al llanto. Era un fantasma.

— Escucha, imbécil. — Dijo ella. — Esto es lo que harás: Me explicarás aquí, ahora, qué coño pasó esa noche. No me importa si llegamos tarde a la sala. Eres mi jefe y te excusarás. Luego, irás donde el director y le dirás que me autorizas para tomarme el día libre porque me estoy volviendo a sentir enferma. ¿Me has entendido?

El tipo no decía nada. Dejó de verse nervioso, pero sí seguía llorando demasiado.

— ¡Habla, mierda! — Gritó.

— ¡Está bien! — Le respondió con el mismo volumen. — Está bien. Yo sí conocía a tu hermana. Nos acostamos dos veces: Una... Una vez fue en el baño de un bar, uno que está en las afueras de la ciudad. El problema fue la segunda vez.

Tomó demasiado tiempo ordenando ideas, y luego continuó.

— Fui esa noche a un bar clandestino al que van muchos soldados. Siempre. Es conocido por ser recurrente entre distintos agentes de FEDRA, de muchos rangos. Sin embargo, también van civiles. Como yo. — Respiraba con dificultad por el llanto. — Esa noche fui allá a tomar una copa y la vi a ella. Nos reconocimos y me acerqué para invitarla a tomar algo. Pero ella estaba acompañada. Llena de colegas. Cuando la vi rodeada de esos hombres quise regresar a mi asiento, pero me insistió para que los conociera y compartiéramos.

Así estuvimos toda la noche, bebiendo y charlando con los tipos, pero yo estaba solo interesado en Anna. Después de algunas horas, todos estábamos ebrios. Comenzaron a correr líneas de coca por la barra, compartiéndolas. Yo también aspiré. — Se tomó la cara. — Luego ellos le insistieron que fuésemos a su departamento para continuar la fiesta en un lugar... Más íntimo, supongo. Yo no decía nada, pero me interesaba la idea de volver a acostarme con ella. Así que la convencieron y me invitaron, y acepté.

Luego no recuerdo casi nada. — Seguía llorando, mientras miraba hacia abajo por el balcón. — Estábamos demasiado ebrios y durísimos. Todo lo que recuerdo es que sé que yo no fui porque llegamos, cogimos y me fui al salón a dormir en el sofá... Y después de eso dormí. No sé qué pasó, pero a la mañana siguiente quería despedirme de ella, solo para avisarle que me iba. Y la vi allí, tirada en su cama, desnuda y con sus compañeros alrededor. No sé qué le hicieron. No sé siquiera si le hicieron algo. Solo sé que estaba muerta y se lanzaron a mí como leones para decirme que si abría la boca iban a hacer que me arrepintiera. Sabían, de algún modo, que trabajaba para una escuela de FEDRA y amenazaron con despedirme y mandar a matar a mis hermanos y mis padres. Por eso no pude decir nada, solo me callé. Perdóname, Isobel. — Le tomó las manos para suplicar. — Perdóname.

Sana y Salva | Joel Miller (TLOU) | Pedro Pascal (CANCELLED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora