Sana y Salva | Joel Miller (TLOU) | Pedro Pascal (CANCELLED)

15. Impacto

La habitación que momentos antes se llenaba de gemidos, llantos y caricias, ahora estaba inquietantemente silenciosa. Enmudeció. De pronto pensó que quizá no había oído bien, pero en el fondo sabía que sí. ¿Qué habría pasado por la cabeza de ese hombre tan volátil como para que se permitiera dejar escapar esas palabras de su boca? ¿Acaso habría perdido el juicio temporalmente? ¿Habría sido el sexo o la falta de oxígeno en su maduro cuerpo, o ninguna en absoluto?

— ¿Qué? — Dijo apenas con un hilo de voz.

— Lo que has oído. — Respondió completamente serio. — ¿Quisieras vivir aquí con nosotros?

— Pero... — Pensó un segundo para poder ordenar sus ideas. — ¿Y qué hago acaso si no es vivir con ustedes?

— Ya, pero hablo de manera indefinida. Sin que tengas que pensar constantemente en que te debes ir.

Se acomodó más en la cama para poder sentarse recta, pero siempre mirando hacia la nada. Se desconectó nuevamente del entorno que la rodeaba.

— ¿Y por qué quieres eso?

— ¿A qué te refieres con esa pregunta? — Preguntó algo asustado.

— Exactamente a eso. ¿Por qué quieres que viva con ustedes?

En realidad Joel no había reflexionado demasiado en ello. Cuando lo ofreció, simplemente se dejó llevar por el impulso de su entusiasmo, pues sabía que eran esos pequeños chispazos los momentos en los cuales debía aprovechar el valor y el coraje para arrojarse, dejando de lado su personalidad estructurada y rígida. Sin embargo, había sido una propuesta sincera.

— Porque... Porque lo quiero. Ellie también.

— Sí, ¿pero por qué? — Seguía disociada.

— Supongo... que me estoy acostumbrando a ti. — Se encogió de hombros. — Me gusta tu compañía, y me gusta saber que a la mañana siguiente seguirás acá. Es como si fuese una razón más para poner un pie fuera de la cama...

— Joel, ¿yo te gusto?

— Sí. — Suspiró. — Pensé que era recíproco.

— Lo es. — Intentó tranquilizarlo con lo poco que quedaba de ella en esa cama. — Me gustas, Joel. ¿Pero me amas?

Al oír esa pregunta, algo muy dentro de su pecho se apretó demasiado, tanto que casi no resistió el fruncir el ceño como evidencia de dolor. No entendía a dónde iba a desembocar la propuesta.

— ¿Por qué preguntas eso?

— No estoy esperando una respuesta en particular. No temas decirlo, solo sé sincero conmigo y contigo mismo.

— No. — Musitó con culpa. — No te amo, Isobel.

— ¿Entonces cómo has propuesto algo tan grande como vivir permanentemente en tu casa, junto con tu hija, a una persona a la que no amas? — Comenzó a mostrar indignación en su mirada. — ¿Sabes qué significa siquiera vivir con alguien?

— ¿Por qué no lo sabría? He vivido con personas.

— Me refiero parejas.

— Sí. Sé lo que significa.

Cerró sus ojos intentando contener la verborrea de la que iba a ser víctima y victimaria, pero no pudo. Supo, en ese mismo segundo, que se arrepentiría de lo que iba a decir.