7. Señal

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— No es tan difícil. Yo también aprendí con este imbécil, y sobreviví. Tú podrás, con mayor razón. — Dijo desde el asiento trasero, saltando y moviéndose.

— Ponte el maldito cinturón, Ellie. — Dijo él.

— Bah. — Soltó.

La verdad es que sí estaba preocupada, por muchas razones realmente. Se sentía particularmente obtusa frente a la rigurosidad de las armas. Siempre, en el momento que fuese, temblaban sus manos porque su pulso era horrible, y de haber querido ser neurocirujana o algún otro rol que requiriese de precisión de relojero, hubiese matado a quien se atreviese a ponerse bajo su cuidado. El frío de ese día le hacía estremecerse más aun, por lo que estaba intuyendo mientras avanzaban que tal vez le costaría trabajo. Sin embargo, estaba dispuesta a hacerlo. Después de todo, era un verdadero milagro el hecho de que pudiese llegar sola a Boston sin necesidad de enfrentarse a un infectado y tener que usar su triste escopeta.

Era domingo. Ya había pasado poco menos de una semana desde ese horrible incidente. Había conversado solo una vez sobre el tema con Joel, y llegaron a la conclusión de que mantendrían la calma y se tranquilizarían mutuamente, porque el hecho de considerar que Anna todavía puede estar sana y salva era un grito de esperanza no solo para su hermana menor, sino también para él, quien ya sentía esta misión como suya. Propia.

Por lo tanto, a medida que pasaban los días intentaron recuperarse de lo sucedido, cada uno a su estilo. Conforme avanzaban los días se estaban conociendo más. Izzie ya entendía cuándo le molestaba algo a Joel, porque no era buen actor. Él se daba cuenta de cuáles suspiros de la joven eran por tristeza, y cuáles por alivio. Entre tanto, él realizaba los rutinarios trabajos comunitarios de siempre luego de llevar a Ellie a la escuela ubicada en el centro de la ciudad. Izzie se quedaba en casa, en parte porque todavía no se sentía repuesta anímicamente después de sentir tantas emociones en un solo día. Hoy, eso sí, estaba mucho mejor. Ellie había ayudado mucho en eso, porque después de reflexionarlo, comenzó a dejar de sentir compasión por ella para pasar a verla casi como a una hermana mayor. Una figura de respeto, más que Joel quizá porque con él siempre tendría esa extraña relación padre e hija que llevaba consigo insultos varios, pero no mal intencionados. En cambio, no se imaginaba ofendiendo mucho a Izzie. Quizá era porque todavía la veía como un pequeño pajarillo herido, caído del nido por la más ligera brisa, y solo, en el frío suelo por el que nacía el árbol que alguna vez lo sostuvo. A lo mejor, si —como Ellie esperaba— mantenían el contacto, puede que en un futuro entablen la confianza necesaria para poder tener el mismo trato entre sí.

Estaban llegando. Era el mismo bosque donde ellos se conocieron, pero ahora estaban acompañados por ese torbellino pequeño de cabellos ondulados que remecía el auto completo cuando saltaba y contaba chistes aburridos. Izzie reía, y le respondía con otros. Joel parecía perder la paciencia cuando se juntaban ambas, porque era como tener dos niñas consigo, y él era de genio corto. No toleraba muchas estupideces, y menos de dos personas juntas viviendo en su apartamento. Aun así, le alegraba ver cómo Ellie se iba abriendo cada vez más con la muchacha que estaba sentada a su lado.

Se fueron adentrando cada vez más, pasando por inmensos robles y secoyas. Cuando se enteró de que en él habitaban grandes osos negros en manadas se sintió como tonta por haber pensado en primer lugar acampar en el medio del lugar, de noche y sola, el día que se encontró con Joel. Ahora que estaba allí con la luz del sol y sin lluvia, aunque con mucho viento, notó que atravesaban riachuelos y ríos. Era hermoso y húmedo, predominando el verde oscuro por todo el lugar.

Sana y Salva | Joel Miller (TLOU) | Pedro Pascal (CANCELLED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora