— Ya. — Rió. — El vendedor me advirtió que pasaría eso cuando entregase los regalos.
Cambió repentinamente su mueca para pasar a la completa indiferencia. Se acercó al sofá y se tumbó un rato, mirando el techo.
— ¿Me has oído siquiera?
— Claro. — Le dijo imitando un tono de entusiasmo, mientras seguía acostada. — Fuerte y claro.
— ¿Y?
— ¿Y qué? — Se pasó una mano por la cabeza, jugando con su cabello. — No intento comprar tu atención, ¿sabes? Los obsequios que les he hecho han sido de corazón porque realmente estoy agradecida por todo lo que han hecho por mí. He tenido un día demasiado largo e intenso, Joel, y no pienso perder la razón con esta conversación. Así que no. No sé qué esperas que te diga.
Como temía. Se estaba blindando automáticamente y ya no se estaba sintiendo afectada por las palabras de ese hombre, pese a lo mucho que deseaba oír algo así.
— Dime que quieres quedarte. — Estaba serio.
— Quiero quedarme. — Dijo sin más. — Pero no para siempre. No tiene sentido alguno. Debo volver a Washington en algún momento, ¿no? Vivo allí. Mi madre está allí. Mi madre moribunda. No tendría por qué traerla conmigo. ¿A qué?
— ¿Entonces? — Comenzaba a enfadarse. — ¿Esa puta cámara qué? ¿Y el taladro? ¿La comida? ¿Son regalos de consuelo para poder irte con la consciencia tranquila?
— ¿Consciencia tranquila? — Se incorporó, molesta. — No tendría por qué no tenerla. No he hecho absolutamente nada malo, al contrario de ti.
— ¿Qué?
— Eso. Dijiste que no te he obligado a nada, sino que lo hiciste porque quisiste. Eres un hombre mayor. A estas alturas de tu vida debieses darte cuenta de que tus actos causan efectos. Estás en plena facultad mental, creo. Eso significa que has decidido deliberadamente responderme ese beso y toquetearme como enajenado para luego tratarme como basura. Eso — enfatizó — sí me parece como para tener la consciencia intranquila. La única persona que me está aferrando a esta casa es Ellie. Ahora, por favor, déjame sola. He hablado con mi madre y no ha resultado bien.
Quedó sin habla. No supo cómo defenderse porque todo lo que oía le parecía correcto, así que solo dio media vuelta y se fue a la cocina oscura. Reemplazó la vela de la habitación por una nueva, y en silencio se sentó, mirando el sucio mantel que cubría la mesa.
El hecho de sentir la distancia de Izzie en parte golpeó su frágil ego, porque pensó que seguiría igual de afectada. Por lo mismo, se sintió bastante tonto cuando se dio cuenta de que había asumido que ella saltaría feliz al pedirle que se quedase. Estaba ofendida y herida, y con justa razón. Lo mejor sería probablemente mantener esa distancia que ahora los separaba. Incluso en eso podría ayudar el hecho de imaginarla en los brazos de ese joven rubio con el que trabajaba. Se aferraría a la imagen de ellos besándose mezclando el aroma del tabaco para así no pensar más en ella, aunque tomaría algunos días.
Ella, en cambio, se sintió algo triste por la actitud que tomó de manera inconsciente. No quería que él pensara que estaba siendo así de dura porque sintiese superioridad al hacer las compras del mes. No quería restregar su dinero para hacerle sentir mal. De verdad le nació de corazón regalar esas tonteras. Sin embargo, debía hacerlo. Estaba algo cansada por la mezcla de emociones que había vivido hasta esas horas del día, y le dolía la cabeza. — Quizá debería responder los coqueteos de Ben. — Dijo una voz dentro de su mente. Pero se avergonzó de inmediato al recordar que lloró porque no era Joel el que estaba ahí consolándola en el lúgubre pasillo de la escuela, y supo que tampoco sería fácil arrancar los sentimientos de un momento a otro para dirigirlos a otro hombre. Le iba a costar, porque había algo en Joel que la atraía demasiado. No sabía si era su edad, su oscuridad o la forma en que cuidaba amorosamente a su hija — a su manera, claro. — Podría ser todo eso y más. Fue tonta al notar que en tan poco tiempo estaba tan encaprichada. No recordó vivir algo así de intenso antes.
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Sana y Salva | Joel Miller (TLOU) | Pedro Pascal (CANCELLED)
Fiksi PenggemarIsobel, una joven oriunda de Olympia, Washington, decide emprender rumbo a un viaje riesgoso y desconocido en busca de su hermana desaparecida. Conoce en su desesperación a Joel, un misterioso y duro hombre que ha pasado por mucho en muy poco tiempo...