ᯓ★ 𝐀𝐃𝐎𝐑𝐀𝐁𝐋𝐘 𝐆𝐑𝐎𝐒𝐒 ── 𝐗𝐢𝐚𝐨𝐚𝐞𝐭𝐡𝐞𝐫 (𝐀𝐔) ✿‧

XI

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𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐲 𝐰𝐡𝐚𝐭 𝐭𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐬 𝐲𝐨𝐮

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»•» ♡ «•« Estaba exhausto.
Llevábamos alrededor de 1 hora caminando por el centro y mis piernas dolían como si hubiera corrido un maratón.
Lo que mas me molestaba de todo esto es que el rubio parecía tener cada vez más energía.

–¿Cómo puedes tener tanta energía?– pregunté siguiéndole como podía mientras observaba los escaparates de las tiendas.

–¡Vamos, aquí tienen ropa muy bonita!– me agarró de la manga de la camiseta y tiró de mi para entrar a aquella tienda. Visualicé la ropa, había zona de mujer y zona de hombre, pero el rubio corrió a la zona de mujer sin ningún pudor.

Comenzó a mirar jerséis de diferentes colores, también visualicé como miraba algunas faldas mas no agarró ninguna. Después de un largo rato caminó a mi lado con los brazos llenos de prendas.

–¿P-Puedes ayudarme?– asentí agarrando su bolso y comenzó a caminar hacia la zona de vestidores.–Voy a probarme algunas cosas, ¿no te importa esperar un poco?–

No me quedó de otra más que negar levemente con la cabeza y sentarme en uno de los sofás que habían colocado especialmente para que los acompañantes esperaran a sus parejas mientras se probaban cantidades descomunales de ropa. Me sentía como aquellos maridos recién casados que estaban obligados a esperar a sus mujeres un día de compras.

El bolso del rubio vibró de repente, haciendo que se llevara toda mi atención.
Frunciendo mi ceño y con algo de culpa rebusqué en el interior dando con lo que vibraba, era su teléfono.

El mismo que llevaba esa funda de conejos asquerosamente adorables.

Eran unos cuantos mensajes los que le habían llegado, tenía agendada a la persona con el nombre de "Lumine" y parecía querer decirle algo importante.

"Papá y Mamá vendrán esta noche, sé que no quieres verlos por todo lo que pasó el año pasado, pero debes hacerlo."

¿Por todo lo que había pasado? ¿Qué se supone que le había pasado a Aether con sus padres exactamente?

Negué con la cabeza apagando de nuevo el dispositivo y dejándolo en su sitio, no estaba bien cotillear en las cosas ajenas.

De repente el rubio salió del vestidor donde había entrado y mi boca se abrió con sorpresa.

–¿Puedes ayudarme?– preguntó señalando su espalda, al darse la vuelta vi que había una larga cremallera en la camiseta que se había probado y entendí. Quería que se la abrochara.

Me levanté dejando las cosas en el sofá y me acerqué a él, se giró quedando de espaldas a mi y retiró su trenza hacia un lado para dejarme vía libre y poder abrocharlo.

Entrecerré mis ojos visualizando su espalda, la piel que podía ver era tan blanquecina y suave que deseaba tocarla y acariciarla. Su columna se notaba y tenía unos cuantos lunares cerca de sus hombros.
Pero lo que más me llamó la atención fueron unas cicatrices alargadas cerca de sus costillas.