ᯓ★ 𝐀𝐃𝐎𝐑𝐀𝐁𝐋𝐘 𝐆𝐑𝐎𝐒𝐒 ── 𝐗𝐢𝐚𝐨𝐚𝐞𝐭𝐡𝐞𝐫 (𝐀𝐔) ✿‧

XII

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𝐡𝐨𝐥𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐡𝐚𝐧𝐝

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»•» ♡ «•« Mi vista estaba fija en el frente, donde un semáforo en rojo indicaba que el tráfico debía frenar y dejar pasar a los peatones.

Mis dedos golpeaban intermitentemente el volante de forma inquieta, no podía evitar recordar cada segundo de aquella conversación que habíamos tenido en medio de la calle; había sido demasiado intensa, al menos por mi parte.

Aether me había pedido que por favor le llevase a casa, que allí me contaría todo lo que ocurría; así que así estábamos ahora mismo, los dos silenciosamente en el coche con rumbo a su casa.

Desvié mis ojos por unos segundos hacia su asiento, estaba ligeramente doblado y apoyado en la ventanilla. Podía ver su cabellera rubia y una de sus manos que apretaba su muslo de forma irritada.

Las ganas de posar mi mano sobre la suya se hicieron inmensas, quería tranquilizarle, quería hacerle saber que yo le ayudaría con cualquier problema que tuviese. Aún que no lo aparentase.
Porque si, yo sabía que me daba asco ayudar a los demás, pero estaba comenzando a aceptar que con el rubio era diferente.

Y que era mi única excepción.

Así que lo hice, alargué mi brazo hasta llegar a su mano y posé la mía sobre la suya. Le sentí temblar y girarse para mirarme con sorpresa.

–Estabas muy tenso.– murmuré en excusa mientras seguía mirando al frente sin interés. Por dentro podía sentir miles de cosas inexplicables a la vez.

Sentí su mano relajarse bajo la mía y abrí mis ojos fuertemente al sentir como la daba la vuelta y entrelazaba sus dedos con los míos.

Tragué grueso mirando nuestras manos juntas, mi respiración era un completo caos pero aparentaba lo mejor que podía.

–El semáforo ya está en verde.– dijo tímidamente señalando al frente y yo me sonrojé.
Apreté el acelerador con mi pie y seguí con el camino hacia su casa, sin quitar su mano de la mía en ningún momento.

En el fondo muy fondo de mi corazón podía admitir que acostumbrarme a esto no sería tan difícil.

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De nuevo volví a presenciar aquella enorme casa desde el interior, las paredes blancas, los cuadros abstractos que no entendía su forma y las decoraciones modernas.

Fruncí mi ceño al ver cómo el rubio comenzó a caminar hacia el salón sin siquiera despedirse de mi, ¿Acaso estaba insinuando que debía quedarme?

–¡Oh vaya, que sorpresa!– una voz ajena que no reconocía resonó por la estancia, sonaba como una mujer adulta.
Con expresión de confusión pude ver como Aether frenaba sus pasos y giraba lentamente hasta mirar hacia la cocina.–Aether, hijo, cuanto tiempo sin verte.–

El nombrado me dirigió una mirada de auxilio, mierda, sus padres habían venido antes de lo acordado.

–¿Con quién has venido?– de repente una mujer rubia con vestido entallado se asomó por detrás del muro que dividía la entrada con la cocina y yo me tensé.
¿Qué se supone que debería hacer ahora?–Oh, buenos días.–