«REYES O DIOSES, LA LINEA ES DEMASIADO FINA»
Luego de la destrucción completa de la Tierra, Lyanna y su pueblo viajaron por 125 años a través de las estrellas en sueño criogénico despertando con el regalo de una nueva oportunidad. Un lugar donde pue...
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Etienne Leblanc se aseguro que sus mas leales guardias mantuvieran a su madre y a Isabelle lejos de la taberna donde se hallaba con los forasteros de la Tierra. Tenía amargos recuerdos de su padre y lo mas tiernos de su madre, quien siempre lo había apoyado y detestado a su hija, tal vez por que Colette era todo lo que ella había intentado ser por 200 años, lo que Lyanna y su hijo Rhaegar eran; un dragón. Y ahora él estaba aquí, traicionando a su madre, pero había estado 200 años traicionando a sus antepasados y así mismo, era hora de dejar de ser un cobarde, era hora de responder por sus crímenes y era hora de ver al amor de su vida.
Sin embargo su dilema interno se vio interrumpido cuando fijo su mirada en el pequeño niño pecoso que estaba demasiado quieto para ser el niño enérgico que era. Tenía la vista puesta en el suelo y aunque su padre lo había sentado en una silla que era tan alta que sus pequeños pies no tocaban el selo, aun así lo veía con mucho interés. Los demás hablaban entre si sobre como sacar a Josephine e Isabelle de Sanctum, por lo que Etienne se fijo en el niño.
— ¿Los escuchas también joven príncipe?— el hombre lo vio con una sonrisa de lado, después de todo no se había equivocado, el niño también los escuchaba.
— No soy un príncipe.— el niño negó.
— Tu madre es una reina. Eso te hace un príncipe.— se inclinó un poco para susurrarle—. Dime, ¿Cómo se escuchan?
El niño sorprendido de que alguien los escuchara también, sonrió.
— Poderosos y... débiles al mismo tiempo.— Rhaegar frunció el ceño—. Están abajo encerrados... ¿por qué? ¿Por que nadie los ayuda y los libera?
— Se ha intentado pero se ha fallado. Los de abajo solo responden respeto a sus iguales.
— ¿Tu no eres su igual?— el niño preguntó confundido.
— No, joven dragón, pero tú sí.
— También hay otro problema. Y uno enorme— Neon anunció atrayendo la atención de cada uno, tomo aire antes de verlos con un poco de miedo en sus ojos—. Gaia ha ascendido a Ryder, lo ha hecho un comandante y un comandante bastante enojado por haber perdido a su novia... otra vez.
Todos se vieron entre si, Ryder no solo era el mejor guerrero que tenían si no que tenía la mente de un comandante, de un rey, de un líder de guerra. Ellos sabían sobre como aun así este hombre se volvía irracional en cuanto tocaban a quien amaba, la muerte de Elaena hace mas de un siglo lo hizo matar de la forma mas cruel, lenta y dolorosa al asesino. Y ahora había perdido a la exacta copia de su verdadero amor, y esta vez parecía que iba por todos, hasta el ultimo.
— Tenemos que ser dos al menos que salgan a los bosques con Isabelle y Josephine. No puedo ser yo— el pelirrojo siguió, vio a Bellamy—. Tengo que evitar que Ryder mate a todos aquí.
