~Yo puedo ser el que te Libere~

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"Como si algo así fuera tan sencillo..." Pensó la castaña que no era tonta, Katsuki, en pocas palabras le gritó a la cara que olvidara a Deku y lo eligiera a él.

Viajaron varias estaciones y cuando él le indicó que se bajarían pronto ella contuvo la respiración, claro que no quiso especular nada hasta estar segura pero sólo había un tipo de parque cerca de la estación en la que el chico se bajó; además iba consultando su teléfono y no la dejaba mirar. "¡No puede ser que me vaya a llevar a ese parque!" Se dijo emocionada y cuando se bajaron de la estación y él comenzó a subir una colina hacia donde iba otro tanto de personas Uraraka casi se desmaya; al fondo hasta arriba se podía ver las atracciones, la música y el bullicio.

- ¡Ay sí, vamos a ir a Zoo Dreamland! – Chilló dando saltitos y él se aguantó la risa con un sonido gutural.

- ¡Pppffttt! ¿Cuántos años tienes? –

- ¡Siempre he querido ir! – Comenzó a explicarse mientras caminaban; junto con ellos iban familias completas y niños que corrían emocionados por la calzada que era enteramente peatonal para arribar al parque. – Cuando estábamos haciendo los trabajos de reconstrucción de la ciudad no quería que me tocara a mi porque me daba tristeza imaginarme el parque destruido. Tokoyami kun me contó que él fue una vez con Kaminari kun, Mineta kun pero que Deku ku... am... - Y desvió la mirada quedándose callada.

- ¿Y qué más? –

- Es que... no quiero hablar de él. –

- Ochako joder, tendrás que hacerlo porque vas a ver al tipo todos los días, no puedes omitir conversaciones o ponerte mal a la simple mención de su nombre. –

- Hmmm... -

- ¿Y qué más? – Preguntó mirándola y ella respiró hondo.

- Un profesional le regaló los boletos a Iida kun, Deku kun y Todoroki kun, pero ni Deku kun ni Todoroki kun pudieron ir así que Iida kun buscó a quien invitar que estuviera libre en vacaciones; no sabes que rabia me dio no haber estado en la ciudad para ese entonces porque hubiera ido. –

- Mejor, porque irás conmigo. –

- ¡Ay si! – Aplaudía como una chiquilla emocionada y él negó con la cabeza viéndola. – Hay que tomarnos muchas fotos. –

- Si quieres. –

- ¿Puedo? –

- ¿Y por qué demonios no? –

- Porque es un secreto. –

- ¿Acaso te van a revisar el teléfono? –

- No. –

- Entonces haz lo que quieras. – Él deseó no haber dicho eso porque nada más terminó de hablar y ella sacó su teléfono y lo tomó por el cuello; y ahí no paró la cosa, lo mismo pasó en la entrada y después de que les dieran las orejas características que les entregaban a todos los visitantes. A ellos les tocaron de conejos a ambos y él se quejó de inmediato rodando los ojos.

 A ellos les tocaron de conejos a ambos y él se quejó de inmediato rodando los ojos

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