~Día Blanco~

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Katsuki sólo se pudo desahogar hasta llegar a su casa, entró, se descalzó, saludó y subió y cuando estuvo encerrado sacó la caja y se tumbó en la cama con esta en el pecho. "¡Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer! Eres una cursi pero... ¡Ah mierda!, ¡ME LO DISTE A MIIII! No a Izuku, no a Kaminari, a mí" No lo creía por supuesto, tantas veces que deseó ser el único en su vida y de pronto las cosas parecían estar a su favor. "Entonces soy el único, así que ya sé que te voy a comprar" Dijo sonriendo a la nada. La tradición dictaba que si el amor de la chica era correspondido a quien le entregó el chocolate en San Valentín, el regalo del Dia Blanco, debía ser de un precio equivalente o elevado, en parte agradeciendo el esfuerzo de la chica al preparar el chocolate con sus propias manos y en parte para declararse si era el caso. Él no tenía ni siquiera qué pensar qué clase de regalo le iba a dar, aunque ya le había entregado su corazón, para demostrarlo en físico, sólo había una manera.

Katsuki se cambió de ropa y bajó ya vestido para salir, entonces vio el arreglo de rosas que estaba al centro de la mesa en un florero. "Al viejo no se le va una" Pensó a sabiendas de que eso era de su madre; de hecho la vio tararear y andar muy feliz por la casa. "Entonces después de eso se regala a ella en este día, me pregunto si ella le dio algo al viejo también" Se dijo cuando su madre le dejó su plato en frente.

- ¿Quieres limonada?, Está fría. –

- Si, bruja, voy a usar mi tarjeta, la necesito. –

- Oh, ¿se te acabó tu efectivo? Si te falta te puedo dar más. –

- No, no es eso, pero voy a comprar algo con eso. –

- Pero Katsuki ese dinero es para tu futuro. –

- Precisamente por eso. –

- Hmmm... no me parece, sabes que llevamos ahorrando esa cuenta desde que naciste, es importante. –

- Joder bruja, ya soy adulto, ya puedo decidir. –

- Si tu padre y yo lo guardamos es para que no te lo gastes en tonterías, para eso tienes tu mesada. –

- ¡Esto es en serio joder! – Mitsuki lo vio demasiado decidido y luego sus ojos captaron las flores en la mesa entonces comprendió.

- Oh... ya veo... -

- ¿Ya vez qué? –

- Por eso dijiste que es para tu futuro... - Dijo regresando a la cocina con una sonrisita que él no pudo ver. – ¿Y qué te dieron por San Valentín? –

- Chocolates... digo... ¡Eso no te importa! – Estalló pero la cara la tenía toda roja, su madre se aguantó la risita y le sirvió su bebida; cuando le dejó el vaso en la mesa y él ya comía de manera apresurada le palmeó la cabeza moviéndole los cabellos.

- Me alegra, voy por tu tarjeta entonces. – Y lo dejó sólo para subir las escaleras. "Maldita bruja, todo adivina, joder" Pensó molesto y comiendo; poco después la mujer regresó y a su lado dejó una tarjeta en un sobre de papel y una pluma. - Debes firmarla con la misma que usaste en tu identificación. –

- Ok. ¿Me van a pedir algo más? –

- A veces la identificación, llévatela por si acaso. –

- Ok. – Katsuki sacó la tarjeta bancaria del pequeño sobre de papel, era sólo un poco más grande que lo que cubría y tenía el logo del banco, la tarjeta estaba perfectamente nueva.

- No te vayas a equivocar. –

- No mierda. – Tomó la pluma y la firmó en la parte de atrás.

- Bien, ya eres todo un adulto. – Le volvió a palmear la cabeza y agregó. – Úsala con juicio. –

~¡Quiéreme!~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora