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- Pasa por favor. – Ochako entró en la casa y la mujer cerró la puerta, notó que la chica estaba seria y pensó lo peor, no se le podía culpar a una madre que ya había perdido a su hijo y recuperado de manera casi irreal. - ¿Katsuki está bien? –
- Si, él está en una misión ahora mismo, él no sabe que estoy aquí. –
- Ya veo, ¿quieres un vaso de limonada? La acabo de hacer. –
- Si, me encantaría, gracias. – Una vez sentadas ambas en el comedor con sus vasos ella comenzó mirando los hielos en su vaso. – Una vez usted me dijo que si alguna vez necesitaba algo porque yo... bueno porque estoy sola aquí... me dijo que podía venir. –
- Si así es, dime qué necesitas. –
- Necesito ir al médico. –
- ¿Al médico?, ¿Quieres que vaya contigo? –
- Si porque yo aquí no conozco a ninguno y... me da un poco de miedo ir a urgencias. –
- Entiendo, ¿es por algún chequeo general o algo en específico? - Ochako se estrujó la falda sobre los muslos y arrugó el gesto pero al final lo dijo, aunque estaba muriendo de la vergüenza ahí sentada, no tenía a quien más recurrir.
- Al... am... al... ginecólogo. –
- Oh ya veo, si querida tu no te preocupes, te llevaré con mi doctora. – Dijo levantándose y subiendo por las escaleras pero desde arriba le habló. – La Doctora Ming es un amor de persona, te va a encantar. – Y no la escuchó por unos segundos, la dama volvió de nuevo pero lo que dijo dejó de piedra a la castaña. – Incluso trajo a Katsuki al mundo. –
- ¡GHA! – "No puede ser" No reaccionó ni se movió pero por dentro estaba muriendo prácticamente.
- Aquí tengo su número. – Dijo Mitsuki rebuscando en su cartera, aparentemente tenía miles de tarjetas de presentación de medio mundo. - ¡Ah! Aquí está. ¿Quieres que hagamos la cita? –
- ¿Eh? –
- Si, ahora, aprovechando que estás aquí, ¿o no viniste a eso? –
- No, digo sí, si vine a... am... ¿se puede? –
- Claro, pero veamos si tiene espacio. – La mujer tomó su celular y Ochako notó que era igual al de Katsuki pero con una funda dorada con brillitos. "Todos tienen el mismo teléfono complicado" Pensó. – Hola Lis, habla Mitsuki Bakugou... ajá si... ¡Jejejeje! No tanto... Oh no, es para una amiga mía, ¿crees tener tiempo hoy? ... Sí, espero. – La rubia tapó la bocina y se dirigió a la chica. – Esperemos que haya espacio y vamos. – La chica asintió muerta de terror y prefirió beber de su limonada. – Si aquí estoy... ¡Oh excelente! Anótame a esa hora entonces... no, no a mí, a nombre de Ochako Uraraka... si, entonces te veo por allá en un rato, si, gracias... adiós. – Y colgó mientras Ochako estaba muriendo de terror en la silla. – Listo, ya está. – Y volvió a sentarse. – Casualmente alguien canceló su cita de hoy y había espacio, tuviste suerte porque siempre hay mucha gente. –
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~¡Quiéreme!~
FanfictionSus sentimientos eran un secreto pero poco a poco se fueron saliendo de control, dejó de guardarlos y se permitió sentirlos como cualquier otro adolescente de 18 años... Entonces se dio cuenta de lo inevitable: El Gran Dios Asesino de las Explosione...