Sus sentimientos eran un secreto pero poco a poco se fueron saliendo de control, dejó de guardarlos y se permitió sentirlos como cualquier otro adolescente de 18 años... Entonces se dio cuenta de lo inevitable: El Gran Dios Asesino de las Explosione...
- Oi, no llores... - Pidió después de unos segundos de escucharla sollozar. "Ahora también está llorando en mi cama... ¡Super!" Pensó el explosivo rodando los ojos.
- No puedo evitarlo, me siento tan... -
- Ya... déjalo Cara Redonda, cómo si sirviera de algo llorar por la leche derramada. -
- Lo sé, pero... es que siento que te lastimo. -
- Nada me lastima joder, deja de llorar por mí; es más te prohíbo que lo hagas. - Ella lo miró con los ojos muy abiertos y sin poder creerlo.
- ¿Me prohíbes? -
- Si, así es. -
- Pero eso... - De pronto notó que se veía molesto. - Yo no puedo... -
- ¡Si puedes! No vas a llorar por mí porque he estado tratando de hacer que te sientas mejor, consolándote o intentándolo al menos y que ahora llores por mí es una mierda, no lo hagas más. - Cerró tajante; Uraraka se mordió los labios porque sabía que Bakugou tenía su manera de sacar las cosas, como aquella vez con el festival cultural cuando cargaba el peso de las críticas de todo UA cuando él fue el más afectado y aun así accedió al concierto; él accedía, pero se guardaba lo que sentía.
- Está bien, no lo haré más. - Dijo pasándose las manos por las mejillas. - ¿Sí? - Intentó sonreír.
- Ok, mejor... ahora ven, vamos para que veas la escenografía. - Le dijo tomándola del brazo para que se levantara pero ella lo abrazó de pronto, se pegó a su pecho y lo rodeó con los brazos; Katsuki la envolvió en sus brazos como aquella vez en su departamento, sabía que no podía rechazar ese gesto porque la iba a lastimar mucho así que simplemente sobó su espalda y esperó hasta que se calmó. Ochako quiso ir de nueva cuenta al baño y él la esperó en el pasillo, cerró la puerta de su habitación sin saber qué desear o qué pensar, sólo se prometió no volver a decirle que lo quisiera; aunque eso fuera lo que más deseaba en ese instante.
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Ochako salió después y le miró, suspiró y él quitó la cara. "Ojalá dejaras de lamentarte que no soy Deku" Pensó con enojo y caminó delante de ella hacia la salita en dónde estaba la computadora, ahí estaban las impresiones enrolladas a un costado del escritorio.
- Son estás. - Dijo tomando los rollos.
- Katsuki kun... -
- ¿Qué? -
- Gracias por estar conmigo cuando yo... bueno cuando me pongo así, no es... tu obligación.-
- Cómo si lo hiciera porque quiero, no soy un maldito masoquista, las mierdas pasaron y ya. -
- Sí, pasaron... - Le dio la razón pero obviamente enfocándose en su problema. - Pero de no haber estado contigo... yo no sé... qué... -
- Mira, ya deja de ser fatalista, ahora hagamos esto. - Dijo molesto, pero molesto consigo mismo por no poder negarse y se sintiera engañado en el fondo, sabía que ella no lo quería, pero había desarrollado esa dependencia hacia él y su cabeza y corazón se engañaron de cierta manera pero ahora se daba cuenta de su error y por eso renegaba internamente; por fuera, debía mantenerse estoico para no lastimarla más, aunque doliera.
