Te amé, coma, te amo

Capítulo 17

—¿Qué te parece si nos vamos a tu casa? —me preguntó Diego, arreglando mi cabello con delicadeza.
—Me parece perfecto —sonreí, pero dentro mío podía sentir una tristeza profunda. El efecto del alcohol se me estaba pasando y a medida que me hacía más consciente, ciertas partes de la noche se iban haciendo más borrosas.
—Vamos entonces —me plantó un beso.
—Iré a despedirme de Max.

A mitad del camino, choqué con alguien.
Me enderecé tratando de ver el rostro entre las luces cambiantes.

—Uh, alguien tomó de más —la miré detalladamente, identificando sus rasgos. Me costó unos segundos—. Vaya, me dijeron que se te borró la memoria, pero no creí que fuese tan en serio —apreté la mandíbula, rodando los ojos.
—Sé quién eres, Alejandra. Solamente me sorprende encontrarme contigo.
—¿Y eso? —preguntó, sonriéndome. Yo arrugué el entrecejo.
—Disculpa, estoy un poco apurada —la aparté del camino, pero ella tomó mi brazo.
—Hey, no, no te vayas, estamos conversando.
—Umh, no lo creo —intenté irme nuevamente, pero ella no dejó que eso sucediera.
—¿Por qué esa actitud? —aún mantenía esa carismática sonrisa, pero yo no tenía ganas de sonreírle de vuelta.
—Bueno, según lo que recuerdo, que no será mucho, pero lo recuerdo: me hiciste la vida imposible desde que llegaste a la escuela.
—Ay, Mercy, ya pasaron demasiados años, ¿no crees? —tomó un mechón de mi cabello y lo enredó en su dedo, formando una onda.
—Bueno... No para mí —le arrebaté el mechón.
—Okay, okay. Lo acepto, pero tú también te saliste con la tuya.
—Ajá. Alejandra, realmente no tengo tiempo para esto, estoy cansada y...
—¿En verdad no tienes interés en saber qué es lo que me hiciste? Realmente te ganaste mi respeto —rió.

Estaba apunto de decir algo, pero pude ver a Daniel asomarse por detrás

—¡Daniel! Justo a tiempo. Estaba diciéndole a Mercy lo mucho que me gustaría ponerme al día con ella —Daniel no hizo contacto visual. Me perdí unos segundos tratando de buscar sus hermosos ojos negros.
—Creo que mejor te llevo a tu casa, ya es un poco tarde —miré extrañada cómo la mano de Daniel se deslizaba por el brazo de Alejandra, tratando de llevársela con él. Cerré los ojos sintiéndome mareada.
—Hey, hey, ¿Estás bien? —dijo Alejandra— ¿Qué te parece si dejamos esta conversación para mañana? ¿Un helado?
—Yo... —tenía una bola de sentimientos dentro mío. Y sentía mi estómago revolverse. ¿No estaba con Andrea?, ¿Por qué ahora de repente parecía ser atento y cariñoso con Alejandra? Ella, de entre todas las mujeres...
—¿Mercy? —ella pasó su mano de arriba a abajo frente a mis ojos— ¿Aceptas, entonces? Podemos ir con Daniel, claro —nuevamente los miré extrañada— Por favor. Realmente me gustaría... —agachó la cabeza— ya sabes, arreglar las cosas entre nosotras. Por favor, dime que aceptas o no te dejaré en paz —sacó su celular y me lo entregó, indicándome que ponga mi número en él. Lo hice, solamente para salir de ese momento incómodo, pero obviamente, jamás le hablaría.

Una vez que anoté mi número en el celular, se lo entregué de vuelta y pasé entre ellos, sin decir nada más.
Estaba cerca de Max cuando sentí a alguien tomarme la mano. Volteé molesta. Me sentía demasiado confundida, molesta y triste como para seguir tratando con la gente.

—Mercy —sus ojos finalmente conectaron con los míos. Fue en ese momento, que supe que esto tenía que terminar.
—Daniel... Yo...
—Encontrémonos mañana. Sé que Alejandra no es tu persona favorita, pero quizá deberías escucharla.
—¿Escucharla? ¿Sabes todo lo que me hizo pasar? —Daniel tomó mis dos manos. Sentí escalofríos.
—Sólo escúchala, tomemos un helado, seamos... Amigos.
—Está bien —acepté por una única razón. Tendría que terminar esta amistad por el bien de mi relación con Diego. Al menos esa fue la razón que puse por encima en ese momento—. Nos vemos mañana —dije, y me alejé sin decirle nada más, pues si una palabra más salía de mi boca, estaba segura que de mis ojos saldrían lágrimas.