Capítulo 4

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Después de haber salido de la casa de Max y encaminarnos a la de mi mamá, Emmeline no había dicho una sola palabra, y la única razón por la que me había dado cuenta era porque no me sentía irritado de escucharla hablar sin parar.
Cuando estuvimos en frente de la casa, saqué mis llaves y escuché a Emmi resoplar. Volteé los ojos. Ella sólo hacía eso cuando quería llamar mi atención.

—¿Está todo bien? —me sentí obligado a preguntar.
—Sí.
—¿Por qué estás tan callada?
—No lo sé —respondió de la forma más seca que pudo.
—Emmeline...
—Dije que estoy bien —entonces yo resoplé.
—Ya dime qué tienes.
—¡No lo sé!, ¡Tú dímelo! Te encerraste ahí arriba por media hora después de haberte desmayado y luego me trataste como si no estuviese ahí. Merezco conocer esta parte de tu vida, Daniel. Lo merezco.
—No hay nada que necesites saber, Emmi.
—¿Por qué ahora me llamas Emmi? ¡No me llamas así desde que nos conocimos!
—Ya, ya basta, ya estuvo bueno. Max es mi mejor amigo, me fuí hace dos años para estudiar, tal y como escuchaste, no hay nada más que contar.
—¿Quién es esa tal Mercy? ¡Nunca me hablaste de ella!
—Es solamente la hermana de Max. Nos conocemos desde que éramos niños. ¿Es eso? ¿Estás celosa de ella? —si es que Emmeline estaba celosa de Mercy entonces significaba que fuí demasiado obvio con mis sentimientos. Pero entonces lo pensaba de nuevo y es que Emmeline se ponía celosa de cualquier chica que respirase el mismo aire que yo.
—Pues no, pero parecen conocerse muy bien.
—Claro que nos conocemos muy bien. Ya te dije, la conozco desde que soy un niño.
—¡Ugh! Solamente digo que deberías haberme dicho algo sobre ella.
—No había razón para hacerlo.
—Bueno.
—Emmeline, basta ya. Ella es mi amiga. Y como viste es una chica muy dulce, y, además no la pasó exactamente de maravilla este último tiempo, así que te pido por favor, que te lleves bien con ella, pues la comenzarás a ver muy seguido— dije sin más. Ella abrió la boca con sorpresa, se cruzó de brazos y se fue caminando—. ¡Emmeline! —le llamé—, ¡Oh vamos!, ¡No hagas esto!
—Tengo una reunión con alguien —dijo sin voltear.
—Bien. Como quieras —entré a la casa y cerré la puerta tras mío.

(...)

—Amor, amor —un suave meneo me despertó— despierta, ¡tengo que contarte algo!
—Mmh, qué pasa... Estoy durmiendo...
—Conseguí un departamento —abrí los ojos y volteé para verla— ¿Qué?
—¡Sí! Un departamento para ambos, ¡Te dije que lo haría Daniel! —celebró— ¡Te dije que conseguiría uno!
—Emmeline, ¿Cuántas veces te tengo que decir que no tomes ese tipo de decisiones sin consultarme? —me senté en la cama y me puse mi camiseta.
—Pero te dije que lo haría, justo antes de viajar.
—¿Y yo qué te dije? Te dije que lo hablaríamos, Emmeline.
—Basta, deja de decir mi nombre así, me molesta.
—¿Y sabes qué me molesta a mí? ¡Que hayas tomado una decisión tan grande como esa sin siquiera consultármelo!
—¡Uy, bueno, discúlpame Daniel! —levantó los brazos y comenzó a agitarlos— ¡Discúlpame por querer que nuestra relación avance y vivamos juntos!
—Basta Emmeline. Esta vez cruzaste la raya. No iré a vivir contigo.
—¡Pero básicamente ya lo estábamos haciendo!
—Ajá, ¡Y yo te iba a decir que cada uno se vaya a vivir a su propio departamento! —ella se quedó en silencio—. Aún no estoy listo para esto. Quiero mi propio espacio, no quiero que vivamos juntos, Meli.
—Bien —sentenció—. Entonces me voy a mi departamento —hizo énfasis en la palabra mí, y sacó del armario sus maletas. Solamente una estaba vacía, y la ropa estaba amontonada en el sofá de mi habitación. Tomó el bulto con ambas manos y lo metió como pudo en su maleta—. Ten suerte encontrando tu departamento.

Finalmente agarró sus otras dos maletas, y salió de la habitación. Segundos después pude escuchar la puerta principal abrirse y cerrarse de golpe. Seguramente habría despertado a mi mamá y a mi hermano. A veces odiaba que fuera tan dramática.
Pero sin más, volteé los ojos y me eché a dormir nuevamente. Estás últimas semanas me había sentido ahogado con ella a mi lado día y noche.
No quería romper con ella. Algo dentro mío me decía que no lo hiciera, pero estaba aliviado de tener mi espacio personal de vuelta.

Te amé, coma, te amo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora