Te amé, coma, te amo

Capítulo 6

—Uno de fresa y uno de vainilla, por favor.
—Ahí tiene —la vendedora me entregó los helados y entonces me dirigí a la mesa en la que estábamos sentados.
—Aquí tienes —Andrea sonrió.
—Entonces... —le dio una lamida a su helado— ¿Cómo se llama tu nueva novia, Daniel?
—Emmeline.
—Bonito nombre. Debo admitir que la busqué en instagram, y solamente encontré un montón de fotografías mediocres —volteé los ojos— ¿Qué? Solamente digo la verdad. No tiene el material de fotógrafa.
—¿Qué es lo que realmente quieres saber, Andrea?
—Todo.
—Bueno, me temo que tendrás que ser más específica.
—¿Desde hace cuánto tiempo están juntos?
—Un buen par de meses —dije, sin ser específico.
—Mmh... ¿Han tenido sexo?
—¡Andrea!
—¿Qué? —levantó las manos de forma inocente— Responde, Daniel.
—Obviamente.
—¿Quién es mejor? —lamió nuevamente el helado— ¿Ella, o yo?

La miré incrédulo, y ella profundizó el contacto visual. Sonrió de lado. Ya conocía esto. Dime lo que quiero escuchar, o habrán consecuencias. Y ahora que Andrea tenía una peligrosa información en sus manos, no estaba dispuesto a arriesgarme.

—Tú, Andrea.
—Por supuesto —dijo en voz baja—. Muéstrame una foto suya, Daniel —una vez más, volteé los ojos y saqué el celular de mi bolsillo. Busqué alguna foto nuestra que ella había tomado, y se la mostré.
—Vaya.
—¿Qué?
—Es bonita.
—Lo es —por alguna razón, sentí la necesidad de defenderla.
—¿Y qué hay de Mercy? —la miré sin expresión alguna.
—¿Qué hay de ella?
—No me dirás que ya la olvidaste...
—Me dijiste que querías hablar de Emmeline, Andrea.
—Okay, okay —suspiró—. Lo entiendo. Sigues perdidamente enamorado de ella —no dije nada—. ¿Por qué sigues con Emmeline, entonces?
—Porque sí —chitó con la boca.
—Esa no es la respuesta que quiero escuchar, Daniel.
—Me gusta. No hay otra respuesta.
—Ajá

Nos quedamos en silencio un buen rato. Mirándonos a los ojos, examinando las acciones de cada uno.
Ella sonrió con aquella típica sonrisa ladeada. Abrió la boca para decir algo, pero se arrepintió. Inspiró lentamente y botó el aire de la misma forma.

—Quiero volver contigo, Daniel —levanté una ceja—. Nunca quise que termináramos, de hecho. ¡Prácticamente ni siquiera lo hicimos! —rió.
—Estoy con Emmeline.
—¿Me importa?
—No, pero a mí sí —asintió suavemente.
—Entonces así será.
—¿Qué es esto, Andrea? Me chantajearás para conseguir todo lo que quieras?
—Si es lo que debo hacer... —bufé con rabia y me sujeté las sienes.
—Bien. Hagamos un trato, entonces.
—Te escucho.
—Dame un tiempo con Emmeline. No puedo simplemente terminarlo, mucho menos ahora que hice que me acompañe a otra ciudad.
—Mmh... Con una condición —extendí mi mano, dándole la palabra.
—De todas formas estarás conmigo,

La miré con confusión por un segundo pero pronto entendí.

—¿Acaso quieres ser la otra? No lo veo como un puesto digno tuyo —traté de persuadirla.
—Me da igual, Daniel. Lo que quiero es a ti. Y lo tendré.
—¿Qué pasa si digo que no? —tomé el riesgo.
—Alejandro le dará una pequeña visita a Mercy. Ya lo sabes —bufé nuevamente.
—¿Cómo rayos planeas que estemos juntos sin que Emmeline se entere? Te pedí un tiempo precisamente para poder terminar con ella sin lastimarla.
—Oh, no sabía que ahora te importaban las emociones de los demás. Mejor dicho, de las demás.
—Solamente... No quiero lastimarla y ya.
—Bien. Lo nuestro será un secreto hasta que termines con ella. De todas formas, será divertido a su manera —cerré los ojos con irritación, sabiendo que no podía hacer nada más al respecto.
—Como sea.
—Ah, y, una cosa más —la miré con desesperación—. No quiero enterarme, y esto va muy en serio, de que entre Mercy y tú hay algo —apreté los labios—. Sino... Ya sabes lo que pasará —quise echar la cabeza hacia atrás, pero me contuve.
—No hay nada entre nosotros —puso las dos manos en la mesa, y se levantó.
—Nada de nada, Daniel —asentí—. Bien —sonrió alegremente— ¿Te veo mañana en la playa? Dicen que se avecina buen pronóstico.