Capítulo 26

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Después de que Alejandra y yo nos quedásemos solos en la casa, ella me sonrió, pero con cierta incomodidad. Lo que había sucedido hace unos momentos todavía estaba fresco en el aire.
Me costaba creer que Alejandra en realidad había sido la bully de Mercy durante tanto tiempo solamente porque ella le gustaba y no quería admitírselo a sí misma.
Pero por otra parte, no me sorprendía. Mercy era hermosa, y no sólo por fuera, también por dentro.

—¿Hola? Tierra llamando a Daniel —dijo ella agitando su mano frente mío.
—Perdona, estoy algo... Distraído.
—Ajá. Distraído pensando seguramente en Mercy y ese vestido rojo.

Por más de que su comentario me generó algo parecido a los, y odiaba admitirlo; celos, no pude evitar sonreír al recordarla en ese hermoso vestido.

—¿Cómo estuvo ese beso? —preguntó. La miré con sorna, pero pude ver que su pregunta era genuina. Sus azules ojos no mostraban más que empatía y bondad en ellos. Vaya. Jamás creí que hablaría así de Alejandra.
—Pues... —quise describirlo, pero la verdad no había palabras. Había soñado con ese beso durante dos años seguidos, y no era hasta hace poco que creía que solamente sucedería una vez que yo llegase al paraíso después de morir.
—Wow, esa cara lo dice todo —Alejandra soltó una suave risita y me dio un ligero codazo. Yo no contuve mi emoción, y sonreí como tonto—. Bien. No quiero fastidiarte la noche hablando de las complejidades y los pasos que aún nos faltan para que podamos llegar a nuestra meta, así que te dejo libre por hoy. Ve a descansar, y cuando tengas tiempo nos reunimos y conversamos mejor sobre el tema —sonrió amablemente. Pude notar un atisbo de tristeza en su sonrisa. Quizá necesitaba un tiempo a solas. Y probablemente yo también.
—¿No quieres que te ayude a limpiar todo este desorden? —Aún así me ofrecí a ayudarla. Ella agitó la mano, como si no fuese nada.
—No te preocupes, de eso me encargo yo. Tú ve a descansar.

Asentí y entonces me colgué la mochila en los hombros, listo para irme.

—Pero recuerda tu tarea —dijo, en tono de advertencia—. No lo estropees. No te acerques más de lo que debes, o ya sabes, podríamos echarlo todo por la borda.

Asentí, ofreciéndole una sonrisa haciéndole saber que no lo haría. O al menos, trataría de no hacerlo.
Nos dimos un abrazo, lo cual antes hubiese sido un gesto completamente extraño de mi parte, pero comenzaba a considerar a Alejandra como alguien realmente importante en mi vida.
Finalmente me acompañó hasta la puerta, y meneó la mano en forma de despedida hasta que yo puse el coche en marcha y me fuí.

Cuando llegué a casa de Max, dejé el coche en su lugar.
Pude ver las luces del primer piso encendidas. Max no era, pues yo sabía que él se iría con Ángela esa noche, como solía hacer todos los sábados. Entonces tendría que ser Mercy. Y seguramente estaría con Diego. El simple pensamiento me hacía hervir la sangre.
Dios, cuánto la quería para mí, y sólo para mí. No solamente por sus besos, sus caricias, su cuerpo; sino por su alma, su corazón, su cariño... Su amor.

Tras tratar de despejar mi mente, entré en la casa.
La sala estaba vacía. Miré hacia ambos lados. Nada. Estaba completamente vacía.
Sin darle muchas vueltas al asunto, apagué las luces, pues ya era un poco tarde, y subí hacia mí habitación.

Al entrar, dejé salir un gran suspiro. No podía dejar de pensar en los suaves labios de Mercy sobre los míos. No estaba exagerando cuando dije que me sentía como en el cielo. Como tocar una nube. Como haber pasado del lado más oscuro y horrible de mi vida, al más colorido y hermoso posible.
Suspiré nuevamente. Tenía que alejar esos pensamientos. Por un par de días, al menos.
Entré al baño y me mojé el rostro y parte del cabello, para tratar de serenar mi mente. Mientras lo hacía, pude escuchar unos golpes en mi puerta.
Había tratado de evitar pensar en que Mercy seguramente estaría con Diego a tan sólo metros de mí, y por un momento me vinieron pensamientos que hicieron que las mejillas se me pongan rojas de la rabia. Eso era nuevo.
De todas formas, la duda me carcomía. ¿Sería Mercy quien estaba del otro lado de la puerta? No pude evitarlo, y sin siquiera terminar de secarme la cara, con toalla en manos, corrí hacia la puerta.
Cuando la abrí, ahí pude verla.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2024 ⏰

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