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Yo era la representación de una doncella usando un pantalón, un signo de liberación que las pequeñas mentes no entenderían. Ya lo había presenciado, había recibido más de una inquisidora mirada sin entender el papel que estaba representando.
Unos completos idiotas sin duda alguna.
-¿Quieres?-Reconozco a Jungkook con su ingenioso disfraz de soldado norcoreano.
Asiento en aprobación, no por la extraña bebida azul que me ofrecía sino por su disfraz. Igualmente recibo del trago sin ninguna objeción.
-Si le echaste alguna mierda extraña a esta cosa te juro que te buscaré y te castraré-Advierto mientras bebo de la copa, y su sonrisa me deja bastante en claro que sabe que no estoy bromeando.
-No me atrevería a hacerle algo de ese tipo a la feminista modernista, aunque me temo que las mujeres no usaron pantalones hasta un siglo después con la guerra-Dice señalándome de pies a cabeza, incluso pude notar su particular gusto por la asfixia a la que están sometidos mis pequeños senos a causa del corset-Luces absolutamente preciosa esta noche, como siempre.
Ignoro su halago tomando otro trago de la bebida, intentando ocultar el indicio de una sonrisa en mis labios. Odiaba esa sensación, deseaba ser completamente inmune a él de nuevo, que ninguna reacción diferente al desagrado llegara después de uno de sus jueguitos.
Me sentía patética al abochornarme con palabras vacías de un tonto con insaciables ganas de atención.
-No cuestiones mis conocimientos de historia por combinar distintas etapas de la historia, definitivamente no ves el mensaje tras mi creación-Contrargumento con una falsa sonrisa en el rostro-Aunque debo admitir que para alguien que se la pasa lanzando patadas y puños todo el día, me sorprende que estés tan bien ilustrado.
-Eso es porque me condenaste a un estereotipo, nena. Soy más que un idiota encaprichado con la única mujer que se ha resistido a él-Percibo algo parecido a la sinceridad en sus oscuros orbes, ¿cómo creerle cuando seguía en una relación conocida por todos en este lugar?
-Sí...vete con una que si te crea, o mejor aún puedes irte con tu bonita noviecita, playboy de cuarta-Digo en son de despedida, avanzando, huyen de él como si fuera a conseguirlo.
-No estoy jugando contigo-Asegura tras de mí en un tono alto, evitando que siguiera con mi retirada.
Siento mi sangre hervir en ese instante y un intenso cosquilleo en la palma de mi mano por la enorme necesidad que tengo de abofetearlo. Estaba harta de eso, sentirme apunto de flaquear y, aún así, tener que luchar por mantenerme firme, incluso con mi razón nublada mi razón hasta el punto de querer confiar en sus palabras, pero yo necesitaba más que eso.
