I.- Motas de polvo/Frio y Metal

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Stiles:

Solo tenía diez años cuando todo cambio. Ox tenía doce años.

Ox esta en la cocina y papi frente a la puerta de la entrada, hay algo que no me gusta, no entiendo, yo solo estoy parado al pies de la escalera, me siento solo un espectador.

— ¿Para qué es eso? — preguntó Ox desde la cocina, no se movía, ninguno de los dos nos movíamos.

Papi suspiró por lo bajo de forma brusca y le tomó un momento voltearse en dirección a mi hermano, por un momento me miró pero no lo suficiente.

— ¿Cuándo llegaron a casa?

— Hace rato.

Sentí una comezón que no se sintió nada bien y sabía que Ox sintió lo mismo.

Papi echó un vistazo al reloj viejo sobre la pared. La cobertura del frente estaba agrietada.

— Es más tarde de lo que pensaba. — sacudió la cabeza, Ox solo lo miró — Miren, Ox, Mica...

Parecía nervioso. Confundido. Papi era muchas cosas o eso decían Ox, era: un alcohólico, rápido para enfadarse y atacar con palabras o puños, yo lo sé; un dulce demonio con una risa que retumbaba como esa motocicleta que tanto adoraba que había reparado el verano anterior. Pero nunca se le veían nervioso, eso dice Ox, jamás confundido. No como parece ahora, sé que Ox esta confundido, yo también lo estoy, no entiendo nada.

Ox presintió algo terrible, lo sé por sus hombros, temblaron.

— Sé que no son los muchachos más listos del mundo. — nos dijo mientras ojeaba su maleta.

Ox pensaba que era cierto, cree que no había sido provisto de una gran inteligencia, yo también pienso eso, no tengo eso. Mamá nos dijo una vez que estábamos bien. Papá pensaba que éramos lentos. Mamá le respondió que no se trataba de una carrera. Papá se tambaleaba y comenzó a gritar y romper cosas. Ox me sostuvo entre sus brazos y solo podía escuchar todo. No la golpeó. No aquella noche, de hecho. Mamá lloró mucho, pero él no la golpeó, Ox lo verificó. Cuando todo se calmó me escondí con Ox debajo de sus mantas.

— Lo sé, señor. — replicó Ox.

Nos miró de nuevo y Ox jura hasta el día en que se muera que vio amor en sus ojos.

— Más tontos que un buey. — dijo. No se oía malicioso viniendo de él.

Ox se encogió de hombros. No era la primera vez que no los decía, incluso cuando mamá le había pedido que dejara de hacerlo. Era nuestro papá, Ox decía que sabía más que cualquier otra persona.

— La gente hará su vida una mierda.

— Soy más grande que la mayoría. — afirmó Ox, como si eso significara algo. Y lo era, las personas le temían, aunque él no lo quisiera. Era grande, como papá. Él era un hombre de gran tamaño con temperamento inestable gracias a la bebida.

— Soy más rápido que los demás. — afirmé, no quería dejar solo a Ox. Papi me miró como si me admirara, pero no lo entiendo.

— La gente no los comprenderá.

— ¿Eh?

Ox.

— No los entenderán.

— No necesitamos que lo hagan. — yo de verdad quería que lo hicieran, pero no podía comprender por qué no lo harían.

— Debo irme.

— ¿A dónde? — siguió Ox con sus afirmaciones y preguntas.

— Lejos. Miren...

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