XIV.- Y una corbata de lazo/Lo que sea por ti

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Ox:

Tendría que haber sabido que no se detendría.

Me dio tres días para hundirme en la preocupación y repasar cada pequeño detalle e interacción que alguna vez tuvimos.

La verdad trataba de ignorar la sonrisa que Mica me daba, él me lo había dicho en repetidas ocasiones pero yo fui demasiado ingenuo para entender.

Ahora las cosas tenían sentido: Jessie, aquel hombre con el que tuve sexo, la manera en la que Joe había desaparecido de mi vida por días después de eso.

Y Frankie. Frankie había sido su intento de... ¿qué? ¿Una vida normal? ¿Alguien que no fuera yo?

Descubrí que no me agradaba Frankie, en absoluto.

Tres días. Dejó que tuviera tres días.

Tres días de sus sonrisas dirigidas a mí.

Tres días de intentar descifrar el mensaje oculto en cada texto que me enviaba.

Espero por mí en le camino de tierra cuando regresaba del taller el lunes y martes. Y empecé a odiar a mi hermano porque justo esos días decidió quedarse en el taller o salió con Kelly.

— Hola, Ox. — me saludó.

Me ruboricé.

Caminamos juntos a casa, mientras intentaba encontrar las palabras para decir: esto no puede suceder y tú mereces a alguien mucho mejor y tenías solo diez años, cómo pudiste dármelo, solo tenías diez años. Pero no fui capaz de decirlas en voz alta.

Su mano rozaba la mía a menudo, y algunas veces pensé en sujetarla.

Al tercer días, Joe no me esperó en el camino y Mica vino conmigo a casa. Quería sentir alivio. Sin embargo, estaba desilusionado.

Hasta que llegamos a casa.

Mamá tenía el día libre, le primero en mucho tiempo. Así que, por supuesto, estaba en casa cuando llegamos.

Y también Joe.

Sentado en la mesa de la cocina. Con pantalones y camisa de vestir. Y una corbata de lazo. Cosa que, hasta ahora totalmente desconocida para mí, resultó ser de mis más grandes debilidades.

En vista de ello, caminé hacia la puerta de la cocina. Podía sentir a Mica reír levemente mientras me seguía. ¿Había alguna cosa que mi hermano no conociera? A veces me sorprendía que estuviera un paso antes que todos nosotros, incluso Thomas me lo había comentado.

— Aja. — dijo mamá — Ahora todo comienza a cobrar sentido.

— ¿Qué sucede? — pregunté mientras frotaba mi nariz enrojecida y los observaba con el ceño fruncido.

— Joe preguntó si podía hablar conmigo y tu hermano. — miré a Mica que sonreía con emoción, pero caminó frente a mi y se paró detrás de mamá viendo a Joe con una ceja alzada. Okay, mi hermano comenzaba a darme más miedo y supe que Joe también le tenía miedo al ver un leve temblor pasar por su cuerpo.

— ¡Les traje flores! — exclamó Joe, parecía sin aliento y más nervioso.

— Y nos compró flores. — mamá ladeó la cabeza hacía el florero que estaba sobre la mesa, lleno de irises, las favoritas de los dos. Mica ama las flores, eso es algo que no mucho saben.

— ¿Por qué les trajiste flores?

— Porque mamá dijo que sería algo lindo y que lograría que ella y Mica estén de mi lado cuando les pregunte si estaría bien que te quedaras a mi lado por el resto de mi vida. — explicó Joe — Mierda. No se suponía que lo dijera así.

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