XI.- Pelea por mí / La familia lo es todo

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— Vivimos en un mundo extraño. — declaró su madre y luego rio. Y luego lloró.

La manada se arrimó a su alrededor hasta que el sol salió a la mañana siguiente.

*

Los días continuaron su curso.

*

— Mamá lo sabe.

Gordo cerró los ojos al oírlos. Pudieron sentir la atadura entre los tres mientras luchaba por controlar su furia, violeta con matices de azul. Había algo dorado mezclado y los hermanos lo empujaron hasta descubrir que eran celos.

Los colores intensos se desvanecieron en cuanto dejaron salir el aire.

— Es su manada. — dijo con voz de indiferencia y expresión vacía.

— Papá murió. — un latido de su propia violeta.

— Ox, Mitch. Lo lamento. — Azul, azul, azul.

Y sus brazos estaban a su alrededor y ellos eran su lazo, y pensaron que él podría haber sido parte del de ellos.

*

Poco antes del cumpleaños de los hermanos, Jessie besó a Ox en su habitación. Se presionó contra él hasta que dio un paso hacia atrás y sus piernas chocaron contra su cama.

Se sentó.

Ella se sentó a horcadas en su regazo.

Oz se rio por lo bajo y pensó en la luna llena de esa noche. Su madre iría con ellos por primera vez, solo para ver.

— Creo que deberías romper. — dijo Jessie.

— De acuerdo.

Silencio.

Stiles suspiró aliviado fuera de la habitación de su hermano, pensó que quedaría traumado para toda la vida si los escuchaba tener relaciones. Aunque estaba un poco decepcionado por la manera en que Ox contestó, entendía a su hermano pero no veía como le hacia daño a Jessie, era buena chico y la verdad le tenía un poco de lastima.

— Ox. — se apartó de él y se pudo de pie. Sus ojos estaban entrecerrados.

— ¿Qué?

— ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tienes para decir?

— ¡Tu lo dijiste! — Ox estaba confundido. Ella puso los ojos en blanco.

— Se supone que debes pelear por mí.

— Oh.

— Ox.

— ¿Qué cosas?

— ¿Quieres luchar por mí?

— Jessie. ¿Por qué haces esto? — intentó alcanzar la atadura entre los colores, pero luego recordó que no había ningún tipo de enlace y se sintió un poco triste.

Stiles reafirmó las cosas de nuevo, a su hermano le faltaba tacto, pobre chica.

— Ya nunca estás aquí. — caminó de un lado a otro frente a él.

— ¿Aquí? Siempre estoy aquí, esta es mi casa, mi habitación.

— No. Aquí. Quiero decir aquí, tú- y – yo -aquí. Si es que puedo verte, si recuerdas devolver mis llamadas, si es que haces algo porque siempre estas distraído. Siempre estás en otro lugar. Es como si estuvieras vacío o en otro maldito lugar y no merezco eso. Ox, no lo merezco.

Tenía razón. Ella no lo merecía, y se lo dijo.

— Entonces arréglalo.

— No puedo hacerlo. — dijo y ella oyó lo que quiso decir.

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