XIII.- Pantalones cortos de tiro bajo/Joe y tu

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Ox:

No fue algo gradual.

Momento.

Esa fue una mentira.

No sabía que había sido algo gradual. Pero debió de serlo. Tenía que haberlo sido.

Porque es la única cosa que explicaría la explosión cósmica que era el sentimiento de querer y necesitar, y mío, mío, mío. La fuerza de ellos era ridícula. Tenía que haber estado ahí antes, por mucho tiempo.

*

Joe cumplió los diecisiete en agosto. Hicieron una fiesta como siempre lo hacían. Había pastel y presentes, y les sonreía ampliamente.

En septiembre comenzó su último año de preparatoria. Kelly estaba comenzando su maestría en Administración de Empresas, Carter trabajaba con Mark y Thomas, Elizabeth hacía las cosas que le daban felicidad. Gordo decidió posponer la apertura de su segundo taller, la dulce madre de los hermanos sonreía más de lo usual, y Stiles y Ox trabajaban, respiraban y vivían. Tenían sangre en sus manos, pero fue en servicio de la manada. Tenían pesadillas sobre lobos muertos con sus cabezas reventadas y se despertaban sudando, era como si incluso sus sueños se volvieran uno, pero cada vez que veían la sonrisa de su madre, la culpa se reducía solo un poco más.

Jessie besó a Ox una noche de octubre. La besó y se detuvo, ella sonrió con tristeza y le dijo que comprendía. Ox no le contó que no había estado con nadie desde esa noche que los Omegas fueron, porque no podía perder el foco, no podía distraerse. Tampoco le confesó que ya no se sentía de la misma manera con ella, solo se disculpó y ruborizó cuando sacudió la cabeza y se marchó a casa.

Stiles había dejado las citas y al amor a pesar de que en sus trabajos había varios hombros que querían salir con él, pero él pensaba igual que su amor así que no tenía tiempo para eso.

En noviembre Carter salió con una chica llamada Audrey. Era dulce y bonita, y se reía de manera bronca. Le gustaba beber y bailar, y un día dejó de ir. Carter se encogió de hombros y dijo que no estaban destinados a no estar juntos, que solo se divirtieron un poco.

Nevó en diciembre y los hermanos corrieron con los lobos a través de la nieve fresca, con la luna de invierno brillando sobre ellos, s aliento dejaba un sendero detrás de ellos, mientras la manada aullaba sus canciones a su alrededor.

En enero, un hombre fue a la casa Bennett y habló por un largo rato con Thomas en su oficina. Era un hombre alto, con ojos astutos y se movía como un lobo. Su nombre era Osmond, y mientras se marchaba más tarde esa noche, se detuvo frente a los hermanos humanos.

— Humanos, ¿eh? Buenos, supongo que para gustos hay colores. — dijo. Sus ojos brillaron de color anaranjados.

Stiles gruñó por lo bajo pero fue detenido por el mayor.

Luego Osmond se marchó. Ambos consideraron arrojarle una taza de té em a parte superior de su cabeza.

En febrero, un joven siguió a Joe de camino a casa luego de la escuela. Joe se veía desconcertado, pero no hizo que se marchara. Tenía su misma edad y se llamaba Frankie, era de estatura pequeña y tenía cabello negro y unos enormes ojos marrones que seguían a Joe a todas partes. Ox temía que eso divertía a Joe enormemente. Aunque el chico Frankie tembló al ver a Stiles cuando entró a la casa Bennet, después de todo era su profesor y ahora parecía un hermano sobreprotector. A mediados del mes, Ox entró a la habitación de Joe con su hermano detrás y vieron a Frankie inclinado sobre él, besándolo en los labios. Joe se quedó inmóvil. Ox se quedó inmóvil.

— Joe, aquí no por favor. — negó el castaño — Nosotros nos vamos. — se alejaron y Ox cerró la puerta con cuidado detrás de él, sonrió ligeramente para él mismo, incluso cuando algo extraño se retorcía en su estómago. Se largaron y el mayor esperó que Joe fuera feliz.

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