XXIV.- El segundo año/Canción de guerra

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Los Omegas llegaron a mediados del segundo año.

No estaban preparados para enfrentarlos.

*

— Hola, Ox. — dijo Jessie.

Estaban en el garaje del taller. Tanner, Chris, Rico, Stiles y Ox. Robbie también estaba con ellos, luego de haber decidido que estaba lo suficientemente aburrido como para querer aprender un poco. Fu una marcha lenta porque él era absolutamente terrible cuando se trataba de autos, tan malo que apenas confiaron en él para hacer un cambio de aceite por su cuenta.

Los hermanos aprendieron mucho sobre el lobo: tenía un año menos que Ox, su madre había sido asesinada en una contienda de territorio entre manadas rivales cuando era solo un niño. Su padre vivía en Detroit, un humano al que solo veía de vez en cuando, dado que no deseaba tener nada que con la vida de la manada luego de la muerte de su esposa. Pero eran dos personas separadas y sus caminos no tenían razón de cruzarse. A veces eso lo entristecía, pero no quería arreglarlo. No tenía un compañero y había tenido un novio una vez, hacía mucho tiempo, y luego una novia, pero no se enfocó en esa relación. Tenía trabajo que hacer. Los confundía y eso no era algo bueno.

— ¿Por qué sigues aquí? — le preguntó Stiles. Él se encogió de hombros y apartó la mirada.

— Así me lo ordenaron.

Stiles no le creía, ya no. No cuando había escuchado su conversación en el teléfono mientras hablaba con aquellas personas del este sin rostro. Les decía que no quería ser reemplazado que estaba bien ahí con ellos y que quería quedarse. No había sucedido nada desde su llegada y quería asegurarse de que siguiera de esa forma.

Cuando hablaba con ellos hacía que se oyera como si fuera un simple trabajo. Estaba mintiendo, pero no creía que eso fuera algo malo y Ox pensaba de la misma forma.

No había mucho que una persona pudiera hacer para vigilarlos antes de que comenzaran a aburrirse. Así que fue al taller. No necesitaba que le pagaran dado que estaba cobrando una suma desconocida solo por estar en Green Creek. Se aseguraron de mantenerlo fuera de los registros contables. Sin embargo, era algo bueno tener alguien con quien hablar.

Ox y Stiles sintieron la necesidad de enlazarlo a ellos de la misma forma que había pasado con Tanner, Chris y Rico. La necesidad de hacerlo parte de lo que eran. No sucedió enseguida porque había ido en un momento extraño en donde no podían confiar fácilmente. Por el contrario, conocía a los muchachos del taller desde hacia años. Eran sus amigos.

Él no. No al principio. Pero estaba convirtiéndose... en algo.

Sabían que todos lo sentían, pero jamás hablaban al respecto.

Así que también estaba ahí cuando llegó Jessie. No se sorprendió de verlo. Hacía mucho tiempo que Ox no la veía, desde el funeral, cuando había sujetado su mano. Stiles la veía de vez en cuando gracias al trabajo de profesor, pero como había disminuido sus horas ya no se veían tanto como antes. Los tres solían cruzarse más de pasada, tal vez en medio del tráfico o en la tienda de comestibles, pera ya casi nunca estaban solos, siempre había algún miembro de la manada con ellos.

Ox no tenía tiempo para ella, tampoco es que lo hubiera tenido antes. Era una de las razones por las cuales terminaron de la forma en que lo hicieron.

Pero incluso si no hubiera sido por el tiempo, hubieran terminado por Joe. Eventualmente, todo hubiera llevado a Joe.

Ox se sentía bastante agradecido de que hubiera dejado de ver en el momento en que lo hicieron, porque hizo que las cosas fueran más fáciles.

Así que cuando lo saludó fue capaz de devolverle una sonrisa.

— Hola, Ox.

El castaño recordaba el pequeño aleteo en su corazón y estómago que solía tener cada vez que la veía, especialmente el día que fue al taller por primera vez. Una chica sin su madre siguiendo a su hermano a un pequeño pueblo en el medio de la nada. Parecía como su eso perteneciera a alguien más.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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