IV

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El asistente del CEO que las estaba esperando era un androide. Un puto androide, pensaba Lavinia una y otra vez, de espaldas a su nieta, a quien la cosa esa explicaba todo lo que ya le había dicho a ella el día anterior.

Una vez más, repasó en su mente lo de la madrugada del sábado. Volvía de una noche de póquer, de buen humor porque había ganado unos lindos miles de créditos, cuando se dio cuenta de que alguien se había metido en su estudio. En efecto, al entrar, encontró a Eneas sentado en su silla, mirando hacia el callejón de abajo o los enormes carteles de neón que iluminaban la habitación a oscuras por entre las rendijas de la persiana.

—¿Vas a arreglar esta persiana alguna vez en lo que te queda de vida? —le preguntó sin darse vuelta.

—¿Vas a dejar de sobornar al imbécil del encargado alguna vez vos, así entrás como una persona normal? —replicó ella a su vez mientras se quitaba el sobretodo para colgarlo en el perchero que estaba junto a la puerta—. ¿Qué querés ahora?

—Tenemos un problema.

—Vos tendrás, porque yo hace como tres meses que no consigo laburo.

—Tenés, mejor dicho. Te traigo un caso.

—Te dije que no quiero nada de vos.

Solo en ese momento Eneas se dio vuelta.

—Sentate —dijo.

Incluso con la poca luz que había se notaba lo cansado que estaba; si bien usaba poco maquillaje para lo que era la moda de la época, en ese momento parecía más viejo de lo que trataba de disimular. Lavinia no estaba dispuesta a dejarse conmover. Se quedó de pie.

—Como quieras —dijo Eneas levantándose—, pero por lo menos, escuchame un poco. Es un buen trabajo. Es un caso que salió en los medios, pero los interesados no quieren a la policía; prefieren un detective privado que investigue con discreción.

La mujer tuvo que admitirse a sí misma que le había picado la curiosidad. Si había salido en los medios, quizá había una buena suma de por medio. Miró a su exesposo de arriba abajo, todavía con desconfianza.

—¿De qué se trata? —preguntó intentando que su tono sonara lo más desinteresado posible.

—¿Te enteraste de los asesinatos en Androides y Robots S. A.?

—No, no me suena. ¿Asesinato de quién?

—De androides.

¡Felicidades! Hemos llegado a las 2000 palabras, woohoo! 2105, para ser más exacta. Estoy muy contenta :D Muchas gracias por estar del otro lado! Espero que lo estén disfrutando :)

La ciudad de la furiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora