Arriésgate

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A pesar de que de alguna manera me siento en deuda con él por haber sido la única persona que simplemente me dejó vivir en paz cuando todo terminó, no me siento muy cómoda con el hecho de volver a mantener contacto con un hombre.

Después de los dolores de cabeza que me generó mi última relación, me prometí a mi misma que nunca volvería de nuevo a pasar por algo así. Para concienciarme de que no volvería a mantener cualquier tipo de relación con un hombre, decidí dejar de hablar con todos. Cuando recibía una notificación de alguna persona, me esforzaba al máximo en resultar lo más seca y cortante que podía, y a pesar de que muchos pensaban que estas respuestas salían de forma natural, todos obviaban el empeño que ponía en cortar cualquier tipo de intención que tuvieran de acercarse a mi. No podía volver a cometer los errores del pasado, había llegado hasta el punto de tirarme en la cama y llorar durante horas por comentarios desagradables que había recibido, y no podía volver a eso.

Pero debía dejar de ser tan egoísta, porque Daniel necesitaba mi ayuda, y había sido el único que no me había fallado.

No podía hacerlo yo.

Le contesté sin pensar demasiado en las consecuencias de lo que estaba haciendo.

¿Quién te ha dejado?

Creo que es bastante obvio, pero una parte de mi no cree que eso sea cierto, e incluso llego a pensar que me está mintiendo para darme pena y así conseguir algo de mí.

Hace apenas unos días, Ana, su ex novia, publicaba fotos juntos donde le hacía saber a todo aquel que la seguía que él era el amor de su vida, ¿en dos días había dejado de serlo? ¿o quizá todo había sido teatro y nada era lo que parecía?

¿Quién va a ser? Pues la única novia que tengo. Joder, sigo sin creérmelo, estoy fatal.

Yo sé lo que es pasar por esto y no quiero que se sienta tan solo como yo me llegué a sentir, así que decido que tengo que estar ahí para él.

Gracias a los comentarios que hacían las personas que me rodeaban, y al sentimiento que me invadía ver a todos juntos saliendo por las tardes y excluyéndome, desarrollé un miedo acérrimo a la soledad. Nunca he sido una chica que destacara por su elevado número de amigos, pero si había algo que había aprendido, era que prefería sentirme segura al lado de las personas que me rodeaban, y eso ya no era algo habitual, por lo que acostumbraba a juntarme solo con Beatriz.

A veces, me sentía un poco fuera de lugar cuando estaba con mis amigos, ya que sus temas de conversación eran siempre sobre cantantes de reggaeton y la fiesta del fin de semana pasado, donde más de uno había acabado liándose con la persona que antes odiaba. Era imposible para mi sentirme parte de la conversación, porque aborrecía ese tipo de música, me gustaba más Adele, Dua Lipa o Harry Styles. Muchas veces, había tenido que fingir que me gustaba el reggaeton, e incluso había llegado a escuchar bastantes canciones para así poder sentirme dentro de la conversación, pero eso había quedado en el pasado, porque yo ya no era así.

Así había nacido la nueva Jessica, la chica que cada día cogía un libro y se iba a la biblioteca a leer, la persona que nunca contestaba a los mensajes y que cuando lo hacía solía responder de forma indiferente.

A Jessica no le importaba nadie que no fuera ella misma.

Había construido una muralla que me protegía de todo lo que los demás decían, y aunque las críticas me afectaran más que nunca, no dejaba que nadie se diera cuenta.

Le contesté mientras poco a poco, dejaba que los muros que me habían protegido durante meses se derrumbaran, dejando que una nueva persona entrara en mi vida.

La chica de las mil oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora