Fingir que te quiero

88 3 0
                                    


Cuando terminé de hacerle el trabajo y se lo mandé continuamos hablando, gracias a eso aprendí mucho sobre él.

Le gustaba mucho el fútbol y es portero en un equipo del pueblo, sus padres están separados y tiene un hermano pequeño, también le gusta cocinar y le encantan los gatos (esto último me hizo mucha ilusión, ya que yo también los adoro). A pesar de que estuvimos toda la tarde hablando, el tema de Ana monopolizaba bastante la conversación, pero no me molestó, ya que entendía que necesitara hablar de ello.

Los días fueron pasando y todo seguía igual, siendo honesta, empezaba a cansarme de él, y eso era algo que me dolía. Después del chico que me hizo vivir una tortura durante más de un año, habían pasado varios hombres por mi vida, pero por ninguno había llegado a sentir nada, por eso a los tres meses decidía dejarlo, y mis relaciones no solían superar la barrera de los tres meses. La única excepción fue Daniel, por él tampoco sentí nada, pero antes de poder dejarlo yo, lo hizo él. Quizá porque fue la excepción a la regla, sentía mucha curiosidad por conocerlo más a fondo, y por eso también le había dado la oportunidad de pasar tiempo conmigo, algo que hacía con muy pocas personas.

Confiaba demasiado en que hablar con Daniel sería algo interesante, que me haría salir de mi rutina y que con él podían cambiar las cosas, pero me había terminado decepcionando. Por razones obvias, no era culpa suya que mis estándares estuvieran tan elevados, pero sentía que nuestras conversaciones eran vacías, que él no podía hablarme de nada que no fuera sobre fútbol o el instituto, y yo no buscaba algo así.

Quería algo diferente, quería a alguien con quien fuera imposible aburrirse, alguien con quien pudiera debatir sobre temas interesantes y que entendiera mi afición a la lectura sin recurrir a tópicos como "las personas a las que les gusta leer no salen de casa y tampoco se duchan". Daniel para mí no era un hombre, era una radio. Siempre hablaba sobre Ana y no sabía dialogar de otra cosa que no fuera la soledad a la que se enfrentaba ahora que estaba soltero. Incluso a pesar de que a veces hacía bromas desagradables sobre mis aficiones nunca le dije nada, porque temía que fuera demasiado cruel para una persona tan sensible como él.

Porque como todo el mundo decía, Jessica era cruel y antisocial, y nadie querría pasar un minuto de su vida con ella por voluntad propia.

Así que cuando alguien se acercaba a mí y confiaba en que yo le ayudara con algún problema, no podía ser arisca, tenía que ser amable y simpática porque sino corría el riesgo de que las personas se alejaran, y estaba cansada de no poder conservar ninguna relación.

Siempre me cansaba de todo el mundo y eso me hacía pensar que quizá iba a quedarme sola el resto de mi vida, porque no podía hablar con alguien más de una semana sin comenzar a agobiarme.

Pero mi relación con Daniel a ser demasiado estresante.

Al despertarme a las 8 para ir a clase, ya tenía un mensaje suyo diciéndome que casi no había dormido por pensar en Ana; en clase también me hablaba del mismo tema y al llegar a casa seguíamos hablando hasta las 12 de la noche de cosas banales que no me interesaban demasiado. Esto me producía una sensación de agobio y asfixia horrible, porque no entendía la razón por la que tenía que aguantar esto cuando no recibía nada a cambio.

Daniel nunca se había preocupado por algo que tuviera que ver conmigo, y de no hablar nunca con nadie durante más de diez minutos seguidos, pasé a mantener una conversación durante más de doce horas. Y por si eso no fuera ya suficiente, en los momentos en los que no hablábamos, bastaba con que levantara la mirada para verlo delante de mí en clase.

A veces pensaba seriamente si mandarlo a freír espárragos, porque los días en los que me hablaba casi cuatro horas seguidas de lo guapa que era Ana, a mi me daban ganas de cortarme las venas. Después, me regañaba a mi misma por pensar así cuando solo era una persona que lo estaba pasando mal y necesitaba algo de compañía.

La chica de las mil oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora