Quizá es el hecho de que me encantan las novelas de romance y me podría pasar toda la tarde leyéndolas; quizá tengo expectativas que no se pueden cumplir, pero siempre he querido a alguien que a pesar de que yo no diga algunas cosas, y no siempre sonría de verdad, se dé cuenta de que algo me pasa. Daniel y yo llevábamos unas semanas hablando, casi había pasado un mes desde que Ana lo dejó y a pesar de que estábamos cogiendo bastante confianza era incapaz de ser honesta con él y decirle lo que realmente pensaba.
En los últimos días Daniel había estado muy cariñoso, incluso en algún momento había llegado a pensar que quería algo conmigo, pero había olvidado ese pensamiento porque no me beneficiaba comenzar a pensar en cosas que a lo mejor solo me estaba imaginando; aunque admito que sí que le había contestado siguiéndole un poco el juego. Coquetear con las personas era algo que hacía muy a menudo por diversión, muchas veces no quería nada con ellos y ni siquiera me interesaban lo más mínimo, pero me servía como distracción, siempre sin herir sus sentimientos y aclarando que no buscaba ningún tipo de relación. A pesar de dejar las cosas claras desde un principio con el fin de evitar malentendidos, esto solo me había provocado problemas, porque más de una vez ellos se habían acabado enganchando hasta el punto de pedirme una relación seria.
Aunque hubiera dejado claro desde un principio que no quería compromisos, por algún motivo siempre encontraban como sitio ideal para declararse lugares públicos, y no me sentía capaz de hacerles pasar vergüenza cuando solo buscaban tener un gesto romántico. No me gustaban esas personas, las que mostraban su afecto en lugares públicos y en privado se mostraban de una manera completamente distinto. La ventaja que yo tenía frente a las demás mujeres era mi facilidad para mentir, podía ser cariñosa con los demás y que me saliera completamente natural, sin que nadie sospechara que realmente me sentía muy incómoda con las muestras de cariño en público. Daniel no se daba cuenta de nada y pensaba que mis respuestas y mis sonrisas eran sinceras y, aunque me costara admitirlo, eso me decepcionó un poco.
Nadie nunca se molestaría en conocerme.
Una notificación del móvil interrumpió mis pensamientos.
¿Te apetece que nos veamos este sábado?
¿Sinceramente?, no. Mi fin de semana estaba única y exclusivamente reservado para la lectura, y había un libro en mi estantería que llevaba esperándome más de un mes, pero sabía que diciéndole la verdad solo conseguiría que pensara que mi afición a la lectura estaba por encima de él.
Y lo peor era que si estaba por encima.
Claro, ¿Dónde nos vemos?
¿En el instituto?
¿No es un sitio un poco raro para quedar?
Es que así no nos encontramos con nadie.
Genial, iba a sacrificar mi tarde por alguien que no quería que le viesen conmigo. ¿En qué momento había acabado así?
Vaya, ¿Ahora me ocultas?
Simplemente no quiero que circulen rumores, no me sentiría cómodo sabiendo que alguien piensa que he reemplazado a Ana tan rápido.
Tuve ganas de decirle que no entendía por qué le importaba tanto lo que dijese la gente y que no me apetecía encerrarme toda la tarde en el recinto escolar cuando podíamos ir a una cafetería a tomar algo. Tampoco le dije que estábamos en marzo y que el instituto estaba en lo alto de una colina y que por lo tanto allí haría más viento, no le dije nada de eso porque sentía que era una pérdida de tiempo, que acabaríamos haciendo lo que él dijera.
Vale, perfecto, nos vemos allí.
Nunca le decía a la gente lo que pensaba porque estaba acostumbrada a que no me escucharan, y sabía que con Daniel no iba a ser diferente. En el momento en el que puse mis ideas feministas sobre la mesa e hice el mínimo amago de decirle lo que llevo meses queriendo decirle a todos aquellos que me juzgan por el número de personas con las que he estado, él cambió de tema.
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La chica de las mil oportunidades
RomanceJessica Becker nunca ha tenido demasiada suerte en el amor, acostumbrada a que no le salgan las cosas bien, decide darse un tiempo para si misma y para trabajar en lo que realmente quiere. Pero cuando recibe un mensaje de una persona de su pasado...