El día del cumpleaños

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  —Mi madre no sabe cómo seguir pagando todos nuestros gastos con lo que gana al mes.

  —¿Tu padre no le paga una pensión o algo?

  —Mi madre se negó a recibir dinero, no tiene ni siquiera su número de teléfono y cuando hablan es a través de mi abuela o por correo electrónico.

  —Vaya.

  —Ya, y en dos días es mi cumpleaños, ya ni siquiera espero recibir un regalo.

  —Seguro que hace lo que puede.

  —Y mi padre como ya tiene una nueva familia me manda veinte euros, ni siquiera se molesta en venir a verme.

  —Daniel...

  —Mi vida es una mierda, menos mal que te tengo a ti.

  —Si, pero no creo que...

  —Voy a prepararme para esta tarde —me interrumpió, otra vez—. Te quiero muchísimo mi vida.

No me dio tiempo a responderle antes de que me colgara.

Suspiré, me miré al espejo y continúe peinándome.

Había llegado el día del cumpleaños de Daniel, y llevaba mis regalos metidos en una caja de cartón enorme para que me entrara todo. La ropa estaba metida y doblada, había añadido algunos dulces que sabía que le gustaban y un libro mío. Quería que le diera una oportunidad a la lectura con uno de mis libros favoritos para así después poder comentarlo con él.

Cuando bajé del autobús vi a mi novio esperándome en la parada y corrí a abrazarlo y a felicitarlo por decimonovena vez, sabía que estaba bastante triste por no poder celebrar su cumpleaños junto a todos sus amigos como lo hacía antes, pero hizo un esfuerzo por ocultarlo. Fuimos caminando hacia la casa de sus abuelos, donde le daría sus regalos y pasaríamos la tarde jugando a la consola. Odiaba jugar a esas cosas, pero él me había insistido en que era su cumpleaños y que tenía derecho a elegir así que decidí aceptar.

Mientras pasábamos por el ayuntamiento vimos a una persona sentada en uno de los bancos, y de inmediato supe de quién se trataba.

Ana.

Era Ana.

Noté como Daniel también se daba cuenta y agarraba con más fuerza mi mano.

Teníamos que pasar por delante de ella, y en el momento en el que lo hicimos miré hacia otro lado.

No fui capaz de mirarla a la cara.

No sé si ella me miró a mí o si Daniel la miró a ella, y posiblemente nunca lo sabré, pero yo no fui capaz de levantar la mirada del suelo.

Sentía vergüenza.

Dos días antes había defendido los derechos de las mujeres como si mi vida dependiera de ello, y durante meses, e incluso a día de hoy, escuchaba como Daniel la insultaba sin hacer ni el más mínimo esfuerzo por defenderla.

Ya no estaba con Li Xian, el chico de origen chino con el que había comenzado algo, y cuando empezó a circular la noticia de su ruptura, mi novio aprovechó para hacer comentarios al respecto.

Había intentado ser superior a Ana en todos los aspectos posibles y había terminado siendo igual que ella, o incluso peor, porque fingía ser feminista y luchar por los derechos de las mujeres y solo era una embustera que se quedaba callada o apoyaba todo lo que decía Daniel sobre su ex novia.

Cuando la perdimos de vista y llegamos al portal del piso de los abuelos de Daniel, él sacó las llaves y entró en el edificio, lo seguí y él me condujo hacia el apartamento.

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⏰ Última actualización: Jul 11 ⏰

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La chica de las mil oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora