No confío en ti

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Habían pasado tres días desde que mis padres nos habían visto en el colegio, y casi no me hablaban, aunque honestamente, yo tampoco intentaba hablar mucho con ellos, me daba vergüenza mirarlos a la cara sabiendo que habían presenciado la escena que había protagonizado con Daniel.

Estábamos en clase de biología con mi tutor, que además también era nuestro profesor de matemáticas. A pesar de lo bien que me caía como persona, no explicaba nada bien y casi nunca dábamos clase de biología porque se distraía contándonos su vida, así que me dedicaba a hacer dibujos en mi libreta mientras él hablaba de su adolescencia y de las dos carreras que había estudiado.

Me giré para hablar con Claudia pero estaba hablando con Jaime, así que me giré rápidamente para evitar hacer contacto visual con él.

Jaime me caía bastante mal e intentaba no hablar demasiado con él, en un principio, cuando no había llegado aún a este instituto y no le conocía bien, me creí lo que la gente me decía de él, y la mayoría destacaba su personalidad, pero puedo jurar que no había nada que alabar.

Cuando llegué a este instituto, rápidamente intentó hacerse mi amigo, y a mi me pareció una persona muy amable, pero Jaime fue la demostración de que las apariencias engañan. Al principio me parecía una buena persona y me gustaba hablar con él, hasta que un día empezó a hablar mal de algunas compañeras de clase con las que después salía por las tardes. Esto me pareció un poco rara su actitud, hasta que al día siguiente vi como hablaba con esas chicas y después me miraba a mí de reojo mientras se todas se reían por algo que él les estaba diciendo, intenté no darle importancia, pero en el recreo, cuando estaba con él en el patio, me preguntó si yo estaría con una chica.

Siempre he respetado a las personas homosexuales, pero yo siempre he sabido que era heterosexual, así que mi respuesta fue un no rotundo.

También le dije que personalmente me daría asco tener relaciones sexuales con una mujer, porque yo era heterosexual, y nunca había sentido atracción hacia ninguna persona de mi mismo sexo. Quizá esto no se lo tendría que haber dicho, porque se fue corriendo dejándome sola y confundida. Al día siguiente, todo el mundo pensaba que era homófoba porque él le había dicho a todo el instituto que lo había discriminado por su condición sexual.

No tenía claro si era una persona amable, porque después de eso no quise volver a acercarme a él, pero lo que si tenía claro es que era un manipulador.

En resumen, no quería tener ningún tipo de relación con él.

Claudia y Jaime eran muy buenos amigos, así que yo siempre me mantenía alejada de ella cuando hablaba con él, no quería más rumores, y juntarse con una persona con Jaime solo podía implicar tener que ir por la vida con pies de plomo, temiendo cada día decir algo que él pudiera malinterpretar. Cuando Jaime no estaba de acuerdo con algo, en vez de hablarlo como haría una persona sensata y madura, se dedicaba a contarle a todo el mundo el conflicto exagerándolo todo, de manera que la otra persona siempre era la mala.

Cuando te relacionas con una persona como Jaime, sabes que si tenéis una discusión siempre vas a salir perdiendo, porque siempre va a buscar excusas que justifiquen sus actitudes y va a exagerar las de la otra persona; además, aún recordaba cuando la semana en la que todos pensaban que era homófoba, dos chicas que estaban sentadas detrás de mi se habían dedicado a cortarme el pelo mientras todos lo presenciaban y se reían. Él, que había fingido ser mi amigo durante las primeras semanas de septiembre, se empezó a reír de una forma bastante escandalosa cuando una de las chicas levantó el mechón de pelo que me había cortado como si fuera un premio, y sus carcajadas, que ni siquiera se esforzaba en disimular, llamaron la atención de toda la clase, y me sentí ridícula cuando todos me miraban y se reían de los casi diez centímetros de pelo que me habían cortado.

La chica de las mil oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora