#29 : No te rindas

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DANIEL

A pesar de que Jennie ya no era mi jefa y que ya no la veía todos días en la oficina, seguía yendo a trabajar, al menos hasta que pudiese encontrar algo que me ayudase a pagar la renta. Si bien me hallaba decidido a irme, no podría sin poseer un ingreso medianamente estable y no quería que mi pareja me brindase más ayuda de la que ya me daba.

En cuanto a la nueva superior de Primadonna, ella era alguien agradable. A veces aparecía su hermano, quien también se ocupaba de una parte importante de la marca. Jennie me había dicho que la nueva jefa era su mejor amiga y que el segundo, era nada más y nada menos que una de sus ex parejas, pero que a la fecha mantenían una buena relación de amistad.

Esa tarde, cuando salí del trabajo y fui a la casa de mi ex-jefa, lo hice con ánimos medio bajos. 

Luego de tanto tiempo sin avances en cierto campo de la vida, me ilusioné con la fantasía que nació de las posibilidades de conseguir un cambio motivador. 

Pero solo se limitaba a ser una fantasía hasta llegar a lo contrario.

En mi caso, nunca se llegó a lo contrario.

Y no conseguí el papel que tanto anhelaba.

Fue brindado a otro actor que ya tenía un par de trabajos hechos. No obstante, por otro lado lo positivo de todo era que Sohee sí había avanzado con la audición para la serie a la cual la convocaron y eso me alegraba.

—Hola, Dan. —me saludó la castaña en cuanto llegué a su departamento. No respondí verbalmente y solo me aferré a ella, abrazándola.

Debía de haberme esperado ese escenario porque era una posibilidad, sin embargo, deseaba tanto poder estar en un proyecto dirigido por Bang, que me permití ser cegado de más. 

Jennie me envolvió en sus brazos y acarició mi espalda con cariño, transmitiéndome su calor.

—Estoy un poco triste de no haberlo conseguido. —ella asintió despacio.

—¿No crees que es una buena señal para que te contrate un representante? —se separó un poco y tomó mi rostro cansado. No había estado durmiendo lo suficiente debido a que la semana fue de todo menos tranquila— No te desanimes tanto...me han llamado más personas que están interesadas en ti, pero vas a necesitar a alguien que te asesore.

Esa revelación prendió una luz esperanzadora en mi interior y la miré fijo.

—¿De verdad?

—Sí, solo es cuestión de que no te rindas. —me sonrió con ternura y acarició mi rostro.

—Lo sé. —asentí y posé mis manos sobre las suyas— Gracias por todo lo que estás haciendo por mí.

—Sigo pensando que deberías dejar el trabajo de una vez y...venir a vivir conmigo.

Permanecí estático. 

¿Vivir juntos?

—Tranquilo, no te voy a pedir que tengamos hijos a pesar de que tu madre quiera nietos. Todavía deseo disfrutar mi juventud. —me hizo reír.

Ser el novio trofeo de Jennie por tiempo indefinido mientras hago lo que me apasiona es algo más que tentador, pero, ¿dónde queda mi dignidad si accedo?

—Estaría abusando de ti si lo hago y además, me haría sentir un novio trofeo. —bajé sus manos de mi rostro, pero las mantuve agarradas.

—¿Novio trofeo? —soltó una risita— Igual, no te preocupes, que vivir conmigo no será gratis. —se tornó seria.

—¿Y cómo se supone que voy a pagarte si dejo mi único ingreso?

Se desprendió de mis manos y me rodeó por el cuello, acercándose lo suficiente a mí como para enfrentar muy de cerca nuestros rostros.

—Veinte besos por día, mínimo, y que los fines de semana seas todo mío. —cortó su seriedad cuando se le escapó una bonita sonrisa— Con eso bastará y...no bromeo. —me advirtió divertida.

—¿Puedo pagarte por adelantado? —le pregunté y me adueñé de su cintura.

—Eso depende ¿Vas a aceptar mi propuesta o no?

—Dame un poco de tiempo para pensarlo.

—¿Y si me das una paga real cuando empieces hacer dinero y problema solucionado?

—¿Tanta confianza me tienes? 

—Por supuesto. —abultó sus labios— Y tú deberías tenerte más confianza de la que yo te tengo a ti.

—La cosa es que no creo que aceptes mi paga real cuando quiera dártela. 

—Lo haré. Y hasta te compraré algo. 

—¡Jennie!

—Es broma. Es que no me gusta verte tan cansado. —tomó mis mejillas y las acarició con sus dígitos— ¿Te has dado cuenta de como el trabajo de oficina está matando tu creatividad? Podrías pagarme con regalos y así no habrá forma de que lo rechace o lo use en ti. 

—Vaya, tienes razón...odio que tengas razón. 

—Me quieres. 

—Te quiero. —admití.

—Me quieres mucho. 

—Te quiero mucho. 

—Me quieres tanto que dirás que sí. —expresó segura de sí y me arrastró hacia el interior de la vivienda— Vamos, te daré hasta el final de la cena para pensarlo. 

—Eso no se vale, es muy poco tiempo. —caminé detrás suyo.

CAPÍTULOS RESTANTES: UNO

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